2015.11.29 – La bendición de pentecostés
in SermonesLa bendición de pentecostés
(Hechos 2:1-4)
Dios
Derrama bendición.
Él
Bendijo el día séptimo, (Génesis 2:3)
Porque en ese día reposo; este es el gran día santo.
Dios reposa donde se encuentra la bendición
Y donde Dios reposa hay bendición eterna.
Sin embargo, aunque en el día de reposo todo cuerpo (Éxodo 20:8-11)
Puede reposar con el Señor;
Ya que el corazón no puede hacerlo (Mateo 4:17)
Él preparó el Día del Señor
Para el reposo de nuestra alma. (Marcos 2:27-28)
El Señor Jesús redimió el pecado de la humanidad (Hebreos 10:19-25)
Y con la humanidad alcanzó la victoria de la resurrección.
De cierto,
Cuando los redimidos por vestirse y creer en las obras de Jesús (Juan 3:16)
Se reunieron a una sola en voz en oración,
Recibieron el derramamiento del Espíritu Santo
Fueron llenos de Él, (Hechos 2:1-4)
Y empezaron a hablar en lenguas el primer día de la semana.
De esta manera, se dio a luz al cuerpo de Jesucristo que es la iglesia. (Efesios 1:20-23)
○ El cuerpo de Jesús que es la Iglesia
Fue comprado por la sangre de Jesús
Es la congregación que participará de la resurrección de Jesús.
○ Los que se reúnen para obedecer la Palabra del Señor Jesús,
Así como el Señor lo mandó,
Reciben la llenura del Espíritu Santo.
○ La Iglesia de Jesucristo
Es la Iglesia establecida según la voluntad de Jesús
Y recibe la gloria de la Trinidad.
※ Nos hemos reunido
Por esta razón, así como lo mandó Jesucristo, debemos recibir la gracia.
Debemos ser llenos del Espíritu Santo.
Hechos 2:1-4
1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Resumen
La Bendición de Pentecostés
(Hechos 2:1-4)
Deben recibir la bendición que Dios da
Dios da la bendición. La bendición solo le pertenece a Dios, es de Dios. La palabra bendición, mencionada en la Biblia, significa el gozo de Dios, la cual es propiedad de Dios eternamente. Dios reparte la bendición a sus hijos amados, así que ellos entran en el gozo de Dios y obra para que sean felices.
Las personas en la tierra definen bendición como la realización, en esta tierra, de las cosas que ellos quieren cumplir. Sin embargo, la bendición es la característica. Y nos quiere otorgar esa bendición por su propia voluntad. Así pues, no significa que si estamos sentados sin movernos vamos a recibir la bendición. Nuestra fe esta en desear el gozo de Dios y pedir por esto.
Una de las razones por la cual la bendición de Dios es diferente a la bendición que es mencionada en el mundo, es que si uno recibe la bendición, no solo esa persona recibe la bendición sino su descendencia, familia y las personas de su entorno reciben el derecho de manejar esa bendición. Si interpretamos la palabra personas del entorno más ampliamente significa que por todas las personas que están debajo de ese alguien también recibirán bendición. Por ejemplo, si el director de una empresa recibe la bendición puede hacer que hasta los empleados de su empresa también reciban la bendición. La bendición de Dios no solo mora en nosotros o solo en nuestras familias sino en todos los que están bajo nosotros, solo así podemos ver que esa bendición obró correctamente.
Arrepiéntanse y reciban el Espíritu Santo
Juan 7:37-38 dice, “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Las fiestas que son mencionadas en el pasaje se refieren a la fiesta solemne de las semanas, después de entregar el primer grano que fue cosechado a Dios. El siguiente día del séptimo Día de Reposo era el Día del Señor. En la iglesia del Nuevo Testamento este día se llama día de pentecostés. Como Jesús lo había mencionado, ese día también es el día en que el Espíritu Santo vino a morar en los discípulos. Asimismo, no es solo el día en que Jesús resucitó, sino es el primer día en que es el Espíritu Santo mora en los que creen, este es el Día del Señor.
Cuando el Espíritu Santo vino a morar en los discípulos habían venido muchos judíos de diferentes partes para celebrar las festividades. Si los que estaban en el aposento alto eran personas que fueron testigos de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, las personas que estaban afuera eran quienes no conocían bien sobre Jesús. Así pues, ellos fueron testigos de la obra que hiba a suceder. Así como el Señor había dicho, “Cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los último de la tierra”, el Espíritu Santo vino a morar en los que estaban en el aposento alto y pudieron testificar a Jesús delante de los que habían venido de diferentes partes del mundo. En ese mismo día aproximadamente tres mil personas se arrepintieron y volvieron al Señor. De la misma manera, en el momento en que los discípulos recibieron la bendición, hasta las personas que estaban en ese lugar participaron de la manifestación de la obra de bendición.
Sea lleno de los dones del Espíritu Santo
En el instante en que el Espíritu Santo vino a morar en los discípulos, comenzaron a hablar en nuevas lenguas. Aún ahora sigue obrando el Espíritu Santo en los creyentes que lo han recibido, y según Él los hace hablar en nuevas lenguas. Hay miembros de la iglesia que quieren que las personas que han venido a la iglesia por primera vez reciban rápido el Espíritu Santo y se acostumbren a la vida en la iglesia, por lo cual les enseñan la manera de cómo hablar en lenguas. En conclusión este hecho no es ideal. Sin la necesidad de forzarlos a recibir el Espíritu Santo, ciertamente cuando ellos reciban redención de sus pecados recibirán el Espíritu Santo como un regalo.
Algunas personas dejan de hablar en lenguas y desprecian diciendo, “¿para qué voy a hablar en lenguas que no entiendo?”. Obviamente las nuevas lenguas son algo que el hombre no puede entender. El único que puede entender las lenguas es Dios (1 Corintios 14:2). Ciertamente, en el día de pentecostés los judíos que vinieron de diferentes lugares entendieron las lenguas. Sin embargo, no es que los que estaban en el aposento alto hayan hablado en lenguas extranjeras, sino que las lenguas que escuchaban los judíos eran lenguas que cada uno hablaba en el lugar donde habían nacido. Ellos no dijeron, “¿Cómo pueden ellos, quienes son galileos, hablar nuestro idioma?, sino que dijeron, “¿cómo les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? (Hechos 2:7-8)
Las lenguas no son lenguas extranjeros, sino que es la oración de nuestro espíritu hacia Dios que Él escucha. Nosotros, que por medio del pecado no podíamos comunicarnos con Dios, el hecho de que podamos hablar en lenguas significa que tenemos comunión con Dios. El hecho de que nosotros podemos hablar en lenguas es porque hemos recibido una nueva lengua. La lengua que antes compartía la sabiduría y sentimientos del mundo, ahora es la lengua que puede comunicarse con Dios.
La Biblia nos muestra que el Espíritu Santo no se limitó en morar en los creyentes del aposento alto. Sino que cuando Pedro estaba predicando en la casa de Cornelio, en los que escuchaban la palabra vino a morar el Espíritu Santo y hablaron en nuevas lenguas (Hechos 10;1-47). También cuando Felipe fue a la iglesia de Samaria a predicar, los que recibieron el evangelio, hablaron en lenguas (Hechos 8:5-17). De la misma manera, cuando Pedro imponía las manos en la iglesia de Éfeso, ellos recibieron el Espíritu Santo, y por medio de eso hablaron en lenguas y profetizaron (Hechos 19:6-7).
El Espíritu Santo mora en los creyentes y la obra de la unción de los dones aun ahora está siendo hecha. El Señor mencionó al Espíritu Santo como el que procede del Padre (Juan 15:26). Como el agua del río sigue fluyendo, el Espíritu Santo todavía ahora, procede del Padre y mora en los creyentes. El hecho de que al expulsar a los demonios y hablar en lenguas es manifestado en los creyentes, es un hecho común. Las personas que han recibido el Espíritu Santo no deben de estar satisfechos por el hecho de que expulsan a los demonios y hablen en lenguas, sino que se esfuercen en la obra de Dios y al estar llenos de la inspiración, tienen que experimentar los dones que Dios nos está ofreciendo.
Dependan de la preciosa sangre del Señor
Debemos saber que el mandamiento de Dios es mucho más temible que la ley. Esta es la razón por la cual nosotros seguimos el mandamiento de Dios y nos arrepentimos y es la razón por la cual debemos estar llenos del Espíritu Santo. Aunque Dios le ordenó al pueblo de Israel en el pasado que recordaran y cumplieran el Día de Reposo, después de que Jesús vino, nos ordenó diciendo, “El siguiente día de las fiestas, en ese gran día brotarán agua viva dentro de ustedes. Esto se refiere al Espíritu Santo que recibirán los creyentes, reciban el Espíritu Santo”. Esta palabra todavía es vigente.
Para que seamos llenos del Espíritu Santo primero debemos expulsar la condenación imparable del diablo que él hace con sus artimañas. Es imposible que mientras estemos en esta carne no cometamos pecados. Sin embargo, nosotros por medio de la gracia del Señor, somos justificados. A pesar de todo, el diablo nos condena diciendo, “Su pecado es tan grande que no puede ser perdonado”. En esos casos aún más debemos aceptar la gracia de la sangre de Jesús. En Apocalipsis 12:11 nos dice, “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”
A los que son llenos del poder de la preciosa sangre, Dios le da el Espíritu Santo como regalo. La sangre y el Espíritu Santo obran unánimemente. Como en el día de pentecostés las personas que estuvieron en el aposento alto, nosotros al reunirnos en el Día del Señor debemos recibir la llenura del Espíritu Santo.
Pastor Lee Ki Taek
Centro Misionero de Traducción Simuón
Carta de Simuón
Carta de Simuón
Aunque trabajo en Cristo, no soy un dios. Aunque manifieste señales y prodigios, no soy un ángel. No soy más que uno de los muchos obreros del Cielo. A pesar de eso, me he percatado que no hay gozo más grande que conocer la gloria que recibiré. No soy un dios porque soy de carne, y aunque manifiesto los poderes del nombre de Jesús, no soy más que un ser viviente.
Tenga una esposa a la que amo. Sin embargo, también poseo memorias de mi primer amor, y la de un amor no correspondido. También tengo una terca curiosidad, tentaciones, emociones y astucia. Han habido muchas tareas que he desempañado hipócritamente, y muchas otras que con frecuencia deseo que me eludan. Sin embargo, mi pasión para seguir las enseñanzas de Jesús es incomparablemente mayor. En ocasiones, debo ser tan listo como una serpiente, y en otras ocasiones tan puro como una paloma.
Pero Jesús fue sobre todo mi prioridad, y se convirtió en todo para mí, mi fe y voluntad, Él se convirtió en todo. Si no hubiese tenido voluntad, de seguro hubiera colapsado hace mucho tiempo, y convertido en no más que algo pasado en este mundo. En vez, protegiendo mi voluntad, me di cuenta que era como una vasija de barro. Una vez quebrantada permanecería rota eternamente.
Sin embargo, como se puede ver, el mundo no es más que una memoria que se desvanece como la niebla. No puede ser tomado, ni tampoco pueden ser recordados cada uno de los momentos que se han disuelto en el pasado. Después que el mundo y todo lo que hay en él se desvanezca como una memoria olvidada, descansaré en el Paraíso eternamente, en donde esperaré para ser resucitado nuevamente en el último día, y reinaré con el Señor. Sin ninguna duda, no debo maldecir mi espíritu con las cosas insignificantes de este mundo.
No es que no haya camino en la vida, sino que está contenido en la Biblia. De la misma forma el pan nuestro de cada día también esta contenido en la Biblia. Si tan solo buscáremos y tratáremos activamente, lo encontraríamos. Por eso, vivo mi vida vehementemente escudriñando la Biblia. Cada día se asemeja al de un granjero de jengibre, quien activa e incansablemente busca jengibre. ¡Cuán interesante es esto!
Aunque solo soy un ser viviente, Dios es el creador del cielo y la tierra, y Él continuamente me enseña cosas que no puedo encontrar por mí mismo. Si hubiese caminado este camino solo, hubiese probado el fracaso inevitable que sigue a un laberinto sin salida. En vez de esto, he llegado hasta aquí por la guía del Espíritu Santo. Sin duda, soy bendecido, y con devoción oro para continuar recibiendo la dirección y bendición del Espíritu Santo. Porque todo mi placer es complacer al Señor, he buscado el significado de esto diariamente al amanecer con mi oración vehemente.
En poco tiempo, mis fuerzas han comenzado ha fallarme, y mis ojos se apagan. Sin embargo, me esfuerzo por utilizarlos para la obra del Señor, porque en esencia son para mi alma. Con todo eso puedo, y atraeré la atención del Señor. “Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos.” Escucha, este es el deseo de toda mi vida.
Pastor Ki-Dong Kim
Columna de Adoración del Día del Señor
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri