2014.10.19 – La resurrección y el evangelio de Jesús
in SermonesLa resurrección y el evangelio de Jesús
(Marcos 16:14-20)
Dios
Es el Padre de la vida.
Él
Nos dio la fe para salvarnos (Juan 10:10)
Y permitirnos participar de la vida eterna con el Señor Jesús.
Para participar de la vida eterna debemos creer y ser bautizados,
Esto es participar de la resurrección de Jesucristo. (Romanos 6:1-7)
Ser bautizado
Es unirse a la resurrección del Señor,
Esto es lo que anunciamos.
Sin embargo,
Anunciar sin fe es enseñar una doctrina,
No es anunciar la resurrección de vida.
En los que creen
Obra el Espíritu Santo y está la llenura de sus dones y poder; (Marcos 16:17-)
Ellos expulsan demonios y sanan enfermos
En el nombre del Señor,
Y las señales y prodigios del Cielo que siguieron a Jesús
Opera en ellos. (Marcos 16:20)
Sigamos la voluntad del Señor,
Seamos testigos de la resurrección a través del Espíritu Santo.
○ Creemos y obedecemos
Porque Dios está vivo,
Y en su nombre se manifestarán las señales y prodigios.
○ La resurrección
Es lo que anunciamos,
Y Jesús mismo será nuestro testigo.
○ Las señales que siguen a los que creen
Son la promesa que el Señor nos hizo;
Este es el Evangelio eterno.
※ No seamos creyentes sin poder,
Sino santos con poder;
Convirtámonos en grandes vasos, en discípulos del Señor.
Marcos 16:14-20
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
La resurrección y el evangelio de Jesús
(Marcos 16:14-20)
Pastor Sung Hyun Kim
Los que se visten de las obras de aquel que se encarnó
Dios es el padre de la vida. Él nos amó, por eso dio a su unigénito. El Hijo de Dios se encarnó y se vistió de debilidad para que el efecto de su obra se aplicara a toda la humanidad.
Quien se niega a creer en Jesús confiesa oficialmente que no necesita las obras que Jesús realizó al encarnarse. En estas personas no actúan las obras de Jesús.
En aquellos que se aplica la voluntad de Dios realizada a través de Cristo está la salvación. El efecto más inmediato que experimentan aquellos que reciben la salvación es la disolución del temor acerca del día final y la muerte corporal; por el contrario, ellos esperan con gran esperanza la llegada de aquel día y consideran la muerte como una transición. El día de la venida de Cristo será gozoso para ellos.
El resultado del sufrimiento de Cristo
1 Pedro 2:24 dice, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” este pasaje nos habla acerca de dos resultados que tuvo el sufrimiento de Jesús.
Primero, Jesús cargó nuestros pecados a través de su muerte, Él es el Verbo que se hizo carne y vino a este mundo (Juan 1:14), y el Verbo es espíritu (Juan 6:63). La naturaleza del cuerpo de Jesús es diferente a la del hombre. El cuerpo del hombre nació del polvo, por eso volverá al polvo; pero el cuerpo de Jesús es espíritu. Jesús no murió por el efímero cuerpo del hombre que al final perecerá, Él murió para redimir el espíritu del hombre.
Segundo, por las heridas de Jesús son sanadas nuestras enfermedades. A través de sus heridas, Jesús cargó con nuestras maldiciones, enfermedades y ataduras. El hombre es amenazado por la opresión de las enfermedades y ataduras. Generalmente, cuando la Biblia habla acerca de la enfermedad hace referencia a la pobreza y a todo tipo de ataduras, y nos revela que la causa de todo esto es el pecado. Especialmente, a través del Antiguo Testamento podemos reconocer que al pecar, el hombre era castigado por Dios y que ese castigo se manifestaba muchas veces como enfermedad. Este principio no fue invalidado por la venida del Nuevo Testamento, este continúa. Sin embargo, Jesús recibió en su cuerpo el castigo y por eso la humanidad ya no lo necesita recibir. De esta manera, aquellos que siguen pensando que sus enfermedades se deben a un castigo por el pecado, están negando el efecto de las heridas de Jesús en sus vidas.
Los que tienen las marcas de Cristo
La obra que Jesús realizó para borrar nuestros pecados comenzó desde que fue azotado y fue completada cuando fue crucificado. Y Dios, deja en nuestro interior las marcas de las obras de Jesucristo.
Marcos 16:16 dice, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”. La salvación se recibe al conocer y aceptar la verdad del sufrimiento de Jesucristo en el Calvario, y al recibirla se hace una marca profunda en nuestro corazón que da testimonio acerca de la obra de Jesús. Pablo dijo, “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gálatas 6:17). Una marca hecha con un sello de fuego nunca puede ser quitada. Aquellos que son salvos tienen la marca de las obras y la muerte del Señor.
1 Pedro 3:21 nos refiere que el bautismo es una señal. El bautismo es aceptar morir con Jesús y es una señal que marca el enterramiento del yo, pero también es reconocer que participamos de la resurrección Jesucristo. Cuando regrese, el Señor buscará a aquellos que tengan las marcas de sus obras.
Las señales que siguen a los que tienen las marcas
No sólo tenemos el resultado de las marcas de Cristo, sino que damos testimonios de ellas. Las obras que Jesús hizo como carpintero no se vuelven marcas en nosotros; por el contrario, las obras que comenzó al ser azotado y terminó al dar su último respiro no desaparecen, sino que permanecen como marcas en nosotros, y nos permiten expulsar demonios y sanar enfermos. Estas son las marcas del Señor, y aquellos que las tienen no pueden dejarlas.
Dios desea que tengamos salud toda la vida. Debemos hacer que toda enfermedad y enemigo sean expulsados de nuestras familias, y que en nosotros reine la paz y la libertad. Debemos imponer las manos sobre nuestras familias y hacer que toda enfermedad se vaya. Debemos desechar el pensamiento de: “¿cómo voy a poder sanar yo a alguien al imponer las manos si no estoy orando lo suficiente?”. Debemos recordar que en nuestro interior estás las marcas de las obras de Cristo.
Aquellos que se toman a la ligera la promesa de las marcas del Señor también pueden entrar al Cielo; sin embargo, hay una gran diferencia entre aquellos que desprecian las señales, tienen poca fe, esperanza y certeza acerca del Cielo y aquellos que tienen una fe segura, viven con paciencia la vida de fe y están preparados para la vida en el Cielo.
Estamos en una era de muchos cuestionamientos. Sin saberlo, aquellos que tienen fe son nutridos por el mundo y así se debilita poco a poco su fe. Ante esta situación, algunos dicen: “es más importante lo que está en el corazón”; pero si sólo nos centramos en las emociones, nunca tendremos la certeza de que estamos en lo correcto. Jesús dijo enfáticamente: “estas señales seguirán a los que creen”. Si en nosotros están las marcas de las obras de Cristo y la marca de su resurrección, estas se deben manifestar. Para esto nos envió el Señor el Espíritu Santo, para que no fallemos. Confiemos en la Palabra del Señor y obremos inmediatamente.
Carta de Simuón
El corazón del hombre es arrebatado por el hermoso y esplendoroso follaje del otoño; sin embargo, este señala que pronto vendrá el crudo invierno. Esta revelación natural nos hace comprender algo profundo.
Encontramos escrito en la Biblia, “cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina”. Este mundo se beneficia de la ciencia y la civilización, incluso en los crímenes son utilizados los avances de la ciencia. La gente se rinde incontrolablemente a los placeres de la civilización, y por esta razón se desvían del camino que deberían seguir. Me atemoriza y me inquieta la inestabilidad del mundo político. Sé que este mundo es efímero, pero me preocupan en gran manera las generaciones venideras.
En el Nuevo Testamento, la Biblia nos instruye a obedecer a las autoridades superiores y a orar por ellas. Cuando Jesús estaba en el mundo, mandó a dar al Cesar lo que es del Cesar. No es bíblico difamar y perseguir a las autoridades de un país, mucho más cuando sabemos que Dios juzgará a cada persona por sus palabras.
Cuando un líder pierde sus creencias, cae en la desesperación y lo deja todo pueden venir terribles consecuencias. El fin de la humanidad puede venir a causa del caos político. Por esta razón, debemos ser cautelosos y seguir la voluntad de Dios que está escita en la Biblia. Cuando llegue inesperadamente el crudo y frio invierno será tarde para arrepentirse. Ya soy viejo, en algún momento no sabré nada más acerca de lo que ocurre en este mundo. Sin embargo, temo por el caos y el dolor que sobrevendrá sobre aquellos que permanezcan en la tierra. Por lo tanto, no olvidemos la revelación natural que nos muestra que el invierno se avecina cuando vemos caer las hojas.
A lo que más le temo es a la traición y a la ingratitud. Así como el agua escurrida de una ropa, he agotado mis fuerzas sirviendo al Señor. Sin embargo, mi corazón me duele, porque, como enemigos, muchas personas me han dejado y ya no sé nada de ellos. Amo mi espíritu y por esta razón hago todo lo que puedo para ver en mi dolor un maestro.
El hombre sólo tiene enfermedad y pecado, pero Jesús se convirtió en mi Señor y me rescató, por eso debo mantener vivo mi espíritu. Aunque mi cuerpo parezca pacífico; cuando llegue el invierno, mi espíritu tendrá que permanecer en medio del frío glacial. Por esta razón, no debemos actuar de acuerdo a nuestras emociones, sino seguir la inspiración del amor del Padre.
¡Ah!, espero mi hogar, el reino de Dios. Allí, el ancestro de mi espíritu fue creado, Adán. Debo seguir los pasos de mi predecesor.
El diablo está parado a las orillas del mar, planeando destruir a los descendientes de la muer. Oh espíritu mío, despierta y aférrate profundamente a Jesús, y sólo allí disfruta de la vida.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung