2015.01.11 – La fe que Dios otorga
in SermonesLa fe que Dios otorga
(Juan 3:16-21)
Dios
Es amor.
Él
Amó a la humanidad
Y demostró su amor. (Juan 3:16)
El amor de Dios es real. (1 Juan 4:8)
Este amor es nuestra fe.
Nuestra fe es real (2 Corintios 13:5)
Nuestra fe es
Jesucristo.
Todo el que cree en Él no se pierde,
Sino que recibe el amor de Dios;
Y ese amor vino a través de la luz. (Juan 8:12-14)
Los que reciben el amor de Dios
Son Hijos de luz.
Ya que la oscuridad no habita en ellos,
Sino la luz, (1 Juan 3:14)
Ellos se postran delante del nombre del Unigénito de Dios. (Filipenses 2:10)
La fe es como la vida propia
Perder la fe es como perder la vida, por esta razón,
Dios nos otorgó el Espíritu Santo y selló nuestra fe. (2 Corintios 1:21-22)
○ Reciba el amor de Dios.
El amor de Dios no es una religión,
Sino vida eterna.
○ Tenga la fe que Dios otorga.
Nuestra fe no es convicción,
Sino la realidad que proviene de Dios.
○ Jesús es nuestra fe.
El poder del amor de Dios
Y la vida eterna están en esta fe.
※ Confirme esta fe por el Espíritu Santo
Y no viva según la convicción,
Sino por la inspiración del Espíritu Santo.
Juan 3:16-21
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
La fe que Dios otorga
(Juan 3:16-21)
La fe, lo que recibimos de Dios
Dios es amor. Dios nos amó. Jesucristo, el Hijo de Dios, es quien nos manifestó este amor. Juan 3:16 dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”. Jesucristo cargó los pecados de la humanidad y los que reciben su gracia son hechos hijos de Dios y coherederos de su gloria. Por esta razón, creer en Jesús es creer que Dios es amor. Nuestra fe es creer en el amor que recibimos de Dios a través de Jesucristo y que por esto no somos destruidos, sino que participamos de la vida eterna.
Los hombres mataron a Jesús. Sin embargo, Dios le salvó y le hizo ascender al Cielo. Los que creen en esta verdad reciben el Espíritu Santo enviado por Dios. Recibir al Espíritu Santo no es un sentimiento. Luego de recibir al Espíritu Santo empezamos a hablar en lenguas y experimentamos variedad de dones (2 Corintios 12:7). El Espíritu Santo vino a nosotros para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
Algunas personas dudan de su identidad como hijos de Dios. A pesar de obrar diligentemente en la Iglesia, piensan: “Creo que Dios me ha dejado, creo que ya no me ama”. Estas personas no son capaces de pedir con valentía la ayuda de Dios cuando lo necesitan. Dios quiere que el hombre reciba su ayuda al aceptar primeramente su amor. Al pensar en cómo Dios no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, podemos salir delante de su presencia con valentía para pedir su ayuda.
El testimonio del Espíritu Santo acerca del amor de Dios
Dios no se encuentra lejos de aquellos que creen en Jesús, sino que está en ellos. El hecho de que el Espíritu Santo habite en nosotros significa que el amor de Dios está en nosotros (1 Juan 3:24). La respuesta a la pregunta: “¿Hay fe en usted?” es igual a: “¿Recibe usted el amor de Dios?”. Los que no reciben el amor de Dios no tienen fe. Los que no reciben el amor de Dios, aunque declaren que tienen fe, no están en la verdad. Los que no tienen fe no tienen respuesta a sus oraciones y servicio de adoración.
Jesús amó a sus discípulos hasta el final (Juan 13:1). Sin embargo, Judas Iscariote no pudo recibir su amor, el resultado de esto fue grave. Jesús dijo de Judas Iscariote: “Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido” (Mateo 26:24). Si no hubiera nacido en el mundo no tendría que ir al infierno. Pero, a pesar de haber estado con Jesús por tres años, no pudo recibir el amor de Dios.
Los que desprecian el amor de Dios pueden tener autoridad y riquezas en este mundo. Sin embargo, en el momento en que fallecen todo por lo que trabajaron se vuelve propiedad de otro. El cuerpo no puede apropiarse de nada eternamente. Aunque lo que deseemos en este mundo no se cumpla, no podemos dudar acerca del amor de Dios. El amor de Dios ya fue entregado a través del Hijo. El Espíritu Santo da testimonio de que el amor de Dios está en nosotros.
La alegría del espíritu que ama a Dios
Hay una forma de evaluar si uno está recibiendo el amor de Dios o no. Los que no pueden recibir el amor de Dios son aquellos que no pueden amar a Dios, mientras los que manifiestan su amor por Dios han recibido el amor de Dios. Incluso, para rendir la ofrenda hay que manifestar el amor hacia Dios. Jesús dijo “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21). El que no es capaz de entregar sus bienes con amor ante Dios, a pesar de estar en dificultades económicas, no tiene el amor de Dios.
Luego de ser conmovidos para servir de alguna forma al reino de Dios, algunas personas se dejan engañar por el egoísmo de su corazón y de esta manera apagan el Espíritu Santo. 1 Tesalonicenses 5:19 advierte acerca de apagar el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo nos conmueve, pero no desprecia lo escrito en la Biblia. Por lo tanto, lo que el Espíritu Santo nos inspira a hacer ya está escrito en la Biblia. Allí podemos ver acerca de guardar el día del Señor. Algunas personas piensan: “De hoy en adelante voy a guardar sin falta el día del Señor”, pero por algún evento cambia su idea. Debemos entender que los mandamientos de Dios son eternos. El Espíritu Santo nos hace guardar sus mandamientos. Por esta razón, anteponer el pensamiento propio y violar el mandamiento de Dios es ir en contra del Espíritu Santo. Jesús dice de esto: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:31-32)
Antes de quejarse porque las oraciones no son escuchadas, las personas deben evaluar si están apagando o no al Espíritu Santo. 1 Juan 5:14 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.”. El que no ama a Dios no tiene respuesta a sus oraciones. Por esta razón, no debemos apagar al Espíritu Santo. No debemos blasfemar la obra del Espíritu Santo. No debemos contristar al Espíritu Santo. Dios nos otorgó la fe y la guarda por el Espíritu Santo. Debemos vivir por el Espíritu Santo (Juan 3:5)
¿Cuál es el motivo por el que las personas viven la vida de fe, pero están llenos de temor? Las personas que apagan, contristan o blasfeman al Espíritu Santo están siempre llenas de temor. Entonces, ¿Cómo puede ser su espíritu alegre? Por otra parte, los que reciben el amor de Dios no tienen temor (1 Juan 4:18). Si el espíritu quiere estar alegre no debe blasfemar, apagar o contristar al Espíritu Santo. Dios manifestó su amor al entregar a su Hijo y a los que le reciben les otorgó el Espíritu Santo. Podemos ser alegres por el Espíritu Santo al reconocer el amor de Dios y amarle.
Carta de Simuón
Amados miembros de Sungrak, que aman y esperan el reino del Señor, glorifiquemos a nuestro Dios mientras le damos la bienvenida a este nuevo año.
No sólo hablo desde mi perspectiva, pero cada minuto y segundo que pasan es precioso en nuestra fe. Este mundo se mueve rápidamente, estamos en una era que va a la velocidad de la luz. Sin embargo, como santos, podemos experimentar y gustar la luz de Dios, que es más rápida que esta generación, y vivimos por el poder del Espíritu Santo para su gloria.
Así como he dedicado mi vida entera. No viví por mi gloria o fama. Viví por el Señor Jesucristo, quien rescató a mi familia y a mi del pecado. Viví con un corazón amoroso para las almas, así como Dios me lo mandó. Por lo tanto, no hay nada que yo mismo haya alcanzado. Comencé sembrando una semilla, poniendo el fundamento y plantando un árbol.
Sin embargo, todos usted y la iglesia deben continuar y preservar lo que comencé y prepararlo para cuando Dios, el labrador, venga a cosechar.
Para el siglo XXI debemos convertirnos en personas e instrumentos espirituales de Dios, tomados por su mano. Hasta ahora, he plantado las obras del reino de Dios y por lo tanto, todos deben regar y permitir que Dios de el crecimiento.
Somos edificio, labranza y colaboradores de Dios (1 Corintios 3:9). ¿Es verdad?, ¿Es su casa, edificio de Dios?, ¿Está realmente trabajando con Dios?, ¿El campo está produciendo semillas que Dios puede sembrar? Ponga su mano en el corazón y examínese a usted mismo.
Si somos colaboradores de Dios, entonces tenemos esta preocupación. Si somos su labranza, entonces las semillas que Dios ha puesto deben estar creciendo. Además, ¿está preocupado por que Dios usará a su familia o que las semillas van a crecer?
El Señor Jesús vio a Pedro, sus hermanos y amigos pescando y dijo “Síganme y los haré pescadores de hombres” ¿No lo escuchó?. Cuando el mundo niega al Señor, Él estaba preparando las obras del reino de Dios. Nadie sabe cuándo Dios llamará a su familia. Sin embargo, en este momento, ¿Qué está haciendo?, ¿se está preparando para ser pescador de hombres?
El Señor mira cuidadosamente a su familia y a usted con sus ojos como llamas de fuego. No nos preparamos diligentemente sólo para convertirnos en pastores, sino porque no sabemos cuándo nos llamará Dios. Por esta razón, buscar el reino de Dios más que las obras de este mundo. Los invito a que sus familias sean parte del Seminario Teológico de Berea Internacional.
Ponga el conocimiento del reino de Dios en su intelecto. Leí la Biblia muchas veces cuando estaba sufriendo de hambre y pobreza, cuando no podía imaginarme convertirme en pastor. Sin embargo, porque consumí la palabra de Dios fui capaz de establecer una megaiglesia. Por lo tanto, por favor, el Señor lo ve todo con sus ojos. Mis expectativas para usted son grandes.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung