Servicio del Día del Señor del 16 de febrero del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

“Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.” (Cnt 5:16). Aquel que ama a la mujer es el rey. ¿Por qué lo amará? ¿Por su dominio? No, es así. Es por su apasionante amor. El amor del rey hacia ella es tan gran que toda la nación lo sabe. Es como si la bandera del rey declarará: “Soy quien la ama.” Mientras todas las personas se someten a él, delante de la felicidad y el gozo de ella, él se somete a sí mismo. El rey no domina sobre ella unilateralmente. Ella describe su relación con el rey diciendo: “Mi amado es mío, y yo suya” (Cnt 2:16).

Este es el tipo de matrimonio que Dios desea, y más allá es el modelo de todas las relaciones interpersonales. Esta relación no es formada solo con el respeto mutuo. El punto clave de esta relación es la sumisión mutua. El respeto significa ser considerado con otros mientras asegura sus propios derechos, pero la sumisión es renunciar voluntariamente incluso a sus propios derechos. Aunque la palabra ‘sumisión’ pueda tener una connotación negativa, en realidad es una ley fundamental para mantener el orden de todas las existencias y mantener la vida. Ninguna organización, incluyendo a una nación, puede mantenerse si sus miembros no se someten a la autoridad. Esto es aún más cierto en la iglesia. Además, la sumisión en la iglesia es mucho más importante porque tiene un impacto directo en el destino eterno de cada individuo.

La sumisión que Dios enfatiza no es unilateral, sino mutua. Aunque la sumisión mutua no es fácil de entender por el razonamiento del hombre, el sacrificio de Jesucristo nos muestra claramente que es. Él, siendo el Rey del reino eterno, es digno de recibir la sumisión de Su pueblo. Aun así, Él prefirió someterse a la felicidad y gozo de todas las personas de Su nación. A través de ello, nosotros recibimos la salvación, y ahora hemos entrado en el principio de la sumisión mutua. Entonces, ¿puede este principio cumplirse verdaderamente? Claro que sí. Dado que fue establecido por el Rey del reino eterno a través de Su sacrificio, es a la vez un principio y un camino que Él ha puesto. Por lo cual, ciertamente será victorioso.

Todos los cristianos llenos del Espíritu Santo son quienes se someten. Si un esposo demanda sumisión a su esposa y se queja por no alcanzar sus expectativas, él está fallando en cumplir su deber de someterse a la felicidad de su esposa. De la misma manera, una esposa no necesita sentir incomodidad al someterse a su esposo. La sumisión en Cristo se basa en la igualdad. Así como Cristo, siendo igual a Dios se sometió a Él, el hecho de que la esposa se someta a su esposo no se trata de quien sea superior o inferior, sino es sobre la diferencia en la función. Esto proviene de la sumisión que responde al amor de Cristo.

El someterse los unos a otros es posible solo en los que temen a Cristo. Aunque las personas que no son llenas del Espíritu Santo tratan de imitar esto, inevitablemente llegarán a su límite debido a sus deseos de la carne. El Señor nos está mirando. Reflexionemos profundamente sobre el amor y el poder del Señor, quien se sometió a nuestra felicidad y gozo, y arrodillémonos ante Su autoridad. No perdamos el corazón temeroso hasta el día en que completemos nuestra salvación. Recordemos que vendrá el juicio del Señor en los postreros días y sometámonos a la autoridad que Él nos ha dado. Y tengamos la determinación de someternos a la felicidad y el gozo de todos los demás. A través de nuestra sumisión, el reino de Dios brillará aún más.

20250216_Someteos los unos a otros
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