2015.05.17 – Camine sobre las aguas
in SermonesCamine sobre las aguas
(Mateo 14:22-33)
Dios
Está realmente vivo.
Él
Amó al mundo y se dio a conocer, (Juan 1:1-4)
Y otorgó su Palabra para ser creída y obedecida.
La Palabra de Dios no es un mero sonido percibido por el oído
Sino el mandamiento de Dios que guía a la vida eterna
Y que debe ser recibido con el corazón y la obediencia. (Juan 12:50)
Todo principio en el Cielo y en la Tierra, y todo lo creado
Fue hecho para obedecer el mandamiento de Dios. (Marcos 4:41)
Si la Palabra de Dios es desobedecida,
La creación no se puede mover, (Marcos 11:23)
Y todo orden físico y espiritual se paralizará.
Si uno proclama creer en Dios,
Pero duda de sus palabras, es falta de fe.
La falta de fe
No recibe la ayuda de Dios
Y no tiene relación con Dios.
Debemos creer en la Palabra del Padre Dios,
Creer en la gracia de Jesucristo
Y creer y confiar en el Espíritu Santo. (Juan 3:5-8)
○ Si creemos
En el Señor Jesús
Debemos ser obedientes y guardar la fe.
○ La fe no es algo temporal o emocional.
Es una promesa eterna que va más allá de nuestra permanencia en la tierra
Por lo tanto, sólo puede ser poseída por el alma.
○ Seguir los sentimientos propios es misticismo.
Sin embargo, no somos místicos,
Sino santos que están unidos a Dios.
※ Tengamos fe.
Nuestra alma debe convertirse en el fundamento de nuestra fe.
Y desde allí nuestra fe debe crecer.
Mateo 14:22-33
23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Resumen
Recibamos la Palabra de Dios luego de rendirnos
Dios está vivo. Él es invisible. Por esta razón, sólo se puede creer en Dios a través de la Palabra. Todas las cosas fueron creadas por la Palabra de Dios (Hebreos 11:3). La creación existe y respira, porque la Palabra así lo permitió. No somos personas que ven para creer, sino personas que escuchan la Palabra de Dios y creen.
Tener fe significa recibir la Palabra de Dios. Si recibimos la Palabra de Dios, esta nos debe dominar desde el interior. Jesucristo, el Hijo de Dios, cuando se vistió de carne, recibió la Palabra de Dios completamente y la obedeció completamente. Por esta razón, Dios lo levantó de entre los muertos.
La Palabra de Dios contiene la bendición y la vida de Dios, las señales y el poder, el conocimiento y la sabiduría. Si no la recibimos, entonces no podemos obtener nada de Dios. Los hombres que reciben la Palabra de Dios, primeramente deben dejar toda razón y filosofía que hay en su interior. Todo padre piensa que sus hijos serán buenos en la escuela, pero muchas veces no es así. El problema no se encuentra en la capacidad intelectual del estudiante. La característica especial de los buenos estudiantes es que son capaces de dejar sus pensamientos y filosofías.
Los que creen que Jesucristo es el Hijo de Dios reciben el bautismo. El bautismo es recibir la fe y desechar todo lo que es de uno. A través del bautismo no sólo se deja el pecado original y los pecados personales, sino que se entierra toda emoción, pensamiento y filosofía propia. Sólo de esta manera se puede recibir la Palabra de Dios.
El bautismo es despojarse de uno mismo y vivir según la Palabra
Cuando la humanidad fue destruida por el diluvio en los tiempos de Noé, únicamente ocho personas se salvaron. En ese entonces seguramente existían varias naves; sin embargo todas ellas fueron destruidas durante los cuarenta días del diluvio. El largo del arca de Noé es de aproximadamente 142 metros, no era de metal, sino de madera. Los barcos construidos de metal también sufren daños durante las fuertes tormentas, entonces, ¿cómo hizo el arca de Noé para permanecer? Esto es porque Noé construyó el arca según el mandamiento de Dios (Génesis 6:22).
1 Pedro 3:20-21 dice: “los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo”. Estas ocho personas pudieron sobrevivir, porque recibieron la Palabra de Dios. Este es el bautismo. El bautismo es ser obediente al mandamiento de Dios.
El bautismo es enterrarse a uno mismo y hacerse obediente delante de Dios. Jesús, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo. Por su reverente obediencia, Dios lo salvó de la muerte. Jesús nos mostró personalmente qué es la fe.
Los que se entierran a sí mismo a través del bautismo están recibiendo la Palabra de Dios con humildad (Gálatas 5:24). No debemos dejarnos llevar por nuestros pensamientos, convicciones, terquedad o emociones, sino que debemos vivir según la Palabra de Dios. Debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo, quien nos ayuda a entender a Dios. No podemos despreciar la guía del Espíritu Santo por seguir la terquedad, los pensamientos o las emociones propias.
Aunque sea ilógico, obedezca la Palabra de Dios
Los discípulos se sorprendieron al ver al Señor caminar sobre las aguas. Esto es porque caminar sobre las aguas no es lógico para la mente humana. Los discípulos pensaron que habían visto a un fantasma. Jesús les dijo “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”. Pedro respondió: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.” (Mateo 14:22-28)
Llamamos “¡Señor!” a Jesús reconociendo que somos sus siervos. El Señor tiene la autoridad de tratar a su siervo de cualquier forma y el siervo debe obedecer sin refutar. Aunque caminar sobre las aguas es imposible lógica y materialmente, debemos rendir nuestro pensamiento y buscar el mandamiento del Señor que dice: “¡Hazme caminar sobre las aguas!”. Y cuando Él diga “¡Ven!”, debemos obedecer inmediatamente. Nuestra fe es obedecer el mandamiento del Señor. Este mandamiento puede no ser conforme a la razón humana. A pesar de esto, debemos ser obedientes al mandamiento del Señor y confesar: “Si es la voluntad de Dios lo haré”.
Las oraciones no tienen respuesta y no manifiestan las señales, porque no se busca la Palabra de Dios que habita en nuestro interior (Juan 15:7). Debemos despojarnos de nosotros mismos, y permitir que Dios reine sobre nosotros al postrarnos con humildad. Sin importar lo que sea, lo más importante es que la Palabra llegue a nosotros como mandamiento.
Hay muchas personas que oran con devoción y parecen reverentes, pero son desobedientes a la Palabra de Dios. Desobedecer y despreciar la Palabra de Dios es desobedecer y despreciar al Espíritu Santo. Jesús dijo “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” Esto no solo significa que el que blasfema al Espíritu Santo no será perdonado, sino que aquel que hace esto no podrá lograr nada.
Si no entregamos nuestra vida es imposible clamarle a Dios, “¡Hazme caminar sobre las aguas!” Pedimos la voluntad de Dios, pero debemos ser capaces de entregar nuestra única vida por ello. Sin el mandamiento del Señor, no hay garantía de ninguna obra. Pidamos su mandamiento, seamos espirituales, victoriosos, y tengamos la victoria según su voluntad.
Carta de Simuón
Mientras completábamos la construcción del Santuario de Singil en 1992, plantamos a la derecha un árbol chino y a la izquierda un árbol de enebro chino. Después de transcurrir veinte años el tronco de los arboles verdaderamente se ha hecho más frondoso. Plantamos ambos árboles por su fragancia aromática. Durante mi niñez en mi pueblo natal, recuerdo subir la montaña Wolsan y notar el aroma placentero del árbol chino que estaba plantado en el patio del vecino. Los árboles de enebro chinos sembrados en un terraplén perteneciente a mí tío emanaban una fragancia muy agradable que solía llamar, “la fragancia de mi pueblo natal”.
También en los días de mi juventud, recuerdo ir al mercado de pulgas que durante cinco días vendía variedad de artículos. Entre los productos ofrecidos, un vendedor cortaba en troncos los arboles de enebro chino y con un cuchillo afilado cortaba los troncos en pequeñas piezas. Para los rituales ancestrales, las personas solían quemar incienso y poner tres pedazos de delgados troncos de enebro chino enzima. Entonces además del humo blanco, producía un fuerte aroma que impregnaba todo el cuarto. Era más un olor que una fragancia. Porque yo odiaba el olor, mientras yo dirigía mi ministerio le prohibí a los miembros de la iglesia que quemaran incienso, y en lugar de esto que pusieran flores de crisantemo frente a la foto de los parientes muertos durante los velorios. Era raro encontrar flores de crisantemo en aquellos tiempos, pero buscamos diferentes lugares que las tenían disponibles para usarlas como reemplazo a la quema de incienso. Hoy en día veo flores de crisantemo blanco son usadas en todas las casas funerarias.
Mi padre falleció cuando yo tenia 16 años de edad. Copos de nieve caían del cielo esa noche. Las flores de crisantemo que mi padre planto al lado de la pared de piedra habían florecido, pero estaban sutilmente cubiertas por los copos de nieve. Sacudí la nieve con una rama y sus hojas amarillas se mostraron. En el tercer día del funeral, recogí un puñado de las flores de crisantemo y las coloque al frente de la tumba de mi padre. Tal vez por las bajas temperaturas, las flores duraron mucho tiempo sin marchitar. En mí ministerio comencé a colocar flores de crisantemo porque recordaba dejar esas flores junto a la tumba de mi padre.
La fragancia que emana la flor china y los arboles de enebro plantados a ambos lados de la iglesia es la fragancia de mi pueblo natal. En el aspecto espiritual, significa la fragancia de los Cristianos. Siempre mantuve este significado para mí mismo, pero ahora me gustaría compartirlo con cada uno de ustedes. Así como estos arboles producen esta placentera fragancia. Debemos esparcir una fragancia más fuerte que la de este árbol porque el Señor dice, “ Somos la fragancia de Cristo.” Probablemente dijo esto porque el aroma de los arboles y sus frutos eran también agradables al Señor.
¿Habré emanado la fragancia de Cristo a través de mi vida? Así como la fragancia aromática producida por los frutos de los arboles plantados a ambos lados de nuestra iglesia, espero que nuestra iglesia pueda ser de agrado para el Señor que da a luz su placentera fragancia. No porque nadie nos los haya ordenado, si no de forma voluntaria para compartir tan placentero aroma.
Semuon
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung
Traducción: Ministro Da Un Chung y Richard Olivieri