2015.03.08 – No sea un huérfano espiritual
in SermonesNo sea un huérfano espiritual
(Juan 14:18-21)
Dios
Es el Padre verdadero.
Él,
A través de Jesucristo,
Nos hizo entender
Que somos hijos de Dios (Mateo 23:9).
Los seguidores de Jesús no son religiosos,
Sino hijos de Dios (Juan 17:3).
El sacrificio de Jesucristo
Fue para que no nos convirtiéramos en huérfanos,
Él derramó su sangre para convertirnos en hijos de Dios.
Nuestra fe
No es algo tan simple como cultivar la moral,
Sino convertirse en verdaderos hijos de Dios y entrar a la vida eterna (Juan 3:16).
Los hijos de Dios participan con certeza de las experiencias.
Jesús está en nuestro espíritu
Y nosotros en Él,
De esta manera nuestro espíritu recibe su amor (Juan 14:19-20).
Quien tiene este amor
Manifiesta el amor y el poder de Jesucristo (Juan 14:21).
El Espíritu Santo da testimonio de ello.
○ Seamos fieles en nuestras vidas espirituales.
Así como Dios nos ama
Debemos amar a nuestro espíritu.
○ Reciba el amor del Padre Dios
Para que su espíritu no sea huérfano.
El amor de Dios es real.
○ Recibamos la nutrición de Dios
Para que nuestro espíritu esté bien
Y todas nuestras cosas prosperen.
※ No dude cuánto le ama Dios,
Crea y obedezca
Para cumplir la voluntad de Dios.
Juan 14:18-21
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
No sea un huérfano espiritual
(Juan 14:18-21)
Gente espiritual
Dios es el verdadero Padre. Aunque los cristianos llaman a Dios como su padre, muchos de ellos todavía no son capaces de recibir su consuelo. Esto es porque están buscando una relación con Dios a través de su carne. La carne no tiene comunión con Dios. Por esta razón, Dios sopló en el hombre aliento de vida para que se convierta en un ser espiritual.
El espíritu del hombre estaba muerto a causa de la caída de Adán, pero vivió nuevamente a través de Jesucristo. Somos hombres espirituales que nos hemos convertido en hijos de Dios dentro de Jesucristo. Sin embargo, es decepcionante que un gran numero de cristianos sólo reconocen a las personas que tienen dones espirituales especiales, pero niegan su propio estatus espiritual. Este tipo de actitud pasiva es un obstáculo espiritual que debe ser vencido. Efesios 5:16 dice: “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. Mientras que las palabras “los días son malos” sugieren una seria corrupción moral, en un sentido profundo, realmente significan que mantener nuestra vida espiritual es muy difícil. En la presente era de avanzado desarrollo científico, debemos estar atentos para poder tener la victoria en nuestras vidas espirituales.
Jesús cumplió los dos requerimientos de la Ley
La Ley constantemente le demanda al hombre que guarde los mandamientos. Si una persona obedece los mandamientos de la Ley, pero falla en guardar uno de ellos, entonces debe pagar el precio del pecado. La Ley demanda dos cosas del hombre: Primero, requiere que confiese que es un pecador y segundo, que pague el precio del pecado. Todo hombre es esclavo de la Ley, nadie puede escapar de su dominio. Jesucristo vino a la tierra para liberar al hombre de las ataduras de la Ley.
Jesucristo cumplió los dos requerimientos de la Ley en lugar de la humanidad. Él es el Hijo de Dios sin pecado; a pesar de esto, fue castigado como si fuera un pecado. El castigo de la cruz que llevó, es más que suficiente para compensar el castigo eterno que el hombre iba a recibir. Por lo tanto, en la presencia de Jesucristo, la Ley no puede demandar o extender su poder sobre el hombre.
Aunque muchas personas dicen creer en Jesucristo, todavía se consideran pecadoras. Esto es notable cuando oran: “¡Señor, he pecado nuevamente. Lava mis pecados por tu preciosa sangre!” Este tipo de oración es incorrecta. Es difícil decir que esto es de acuerdo al Evangelio.
Para ser más exactos, el poder de la sangre no se encuentra en lavar nuestros pecados, sino en pagar el precio del pecado. Todos deben morir eventualmente. El problema es que posteriormente, deben enfrentar el castigo eterno. Sin embargo, Jesucristo murió en la cruz y pagó el precio del pecado del hombre de una vez por todas, y ahora hemos venido a Él. No somos más pecadores, sino hijos de Dios, hemos sido justificados. Dios no toma a pecadores como hijos.
A pesar de esto, muchos cristianos aceptan la autoridad de la Ley nuevamente. Por ejemplo, si sus niños se caen y se hieren, dicen: “Oh, Señor, soy un pecador, esto es mi culpa, se lastimaron por mi pecado”. Jesús cumplió los dos requerimientos de la Ley al venir en la carne y morir en la cruz. Primero, Él cargó nuestros pecados, y segundo, él recibió el castigo por nosotros. Hemos aceptado esta verdad y recibido el bautismo para unirnos con Jesucristo.
¿Un pecador o un hijo de Dios?
La Ley no puede demandar nada de aquel que se ha bautizado. Ahora somos hijos de Dios, no esclavos de la Ley. La gente no tiene fe, por esta razón todavía piensan que son esclavos de la Ley, incluso luego de ser bautizados. El diablo toma como objetivo a estas personas y las condena diciéndoles: “Eres un pecador y ahora debes pagar el precio del pecado. Serás condenado a morir” No debemos caer en los engaños del diablo y confesar: “Soy un pecador.” Debemos confesar “Soy un hijo de Dios”.
Mientras estemos en la carne, no seremos infalibles. A pesar de esto, no debemos tratarnos como pecadores. En vez de decir: “Soy un pecador” es mejor reconocer lo que Dios hizo, diciendo: “Confío en tu gracia y misericordia, Dios”. Jesús no muere en la cruz día a día. Hebreos 6:4-6 dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. La muerte de Jesucristo ocurrió una sola vez. Si alguien profesa ser pecador luego de recibir la gracia, está acarreando ruina sobre sí mismo. Hebreos 10:26-27 dice: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”
El nombre de Jesús tiene un significado importante. Mateo 1:21 dice: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. En el pasado estábamos bajo la Ley, éramos considerados pecadores y estábamos condenados a la destrucción. Pero a través de Jesucristo somos hechos salvos. Somos liberados de la Ley, el pecado y el castigo del infierno.
Ahora debemos seguir la Ley del Espíritu Santo. Los que siguen la Ley del Espíritu Santo llaman al Padre dentro de Jesucristo. Los cristianos no deben dudar de su relación con Dios, sólo porque sus negocios o situaciones personales no salen según lo planeado. Ya sea que sea un creyente o no, todos tienen que esforzarse por ser exitosos en el mundo. Sin embargo, no se puede recibir el amor que Dios tiene para sus hijos con el esfuerzo y la diligencia. Dios bendijo la carne, por esta razón puede fructificar y multiplicar. A pesar de esto, esta bendición no puede ayudar al espíritu. Por esta razón, uno no debe determinar su condición espiritual al ver el éxito o el fracaso del mundo.
La Palabra de Dios es perceptible únicamente cuando el espíritu es limpio
¿Cómo podemos saber que nuestro espíritu es salvo? O ¿cómo podemos saber que está limpio? Esto es evidenciado porque podemos escuchar la Palabra de Dios. Las bendiciones carnales (mundanas) son dadas a los cristianos y a los creyentes. Dios hace salir el sol y caer la lluvia sobre ambos. Todos pueden recibir la bendición carnal si son honestos y diligentes en el mundo. Pero, estas bendiciones no salvan nuestro espíritu. Jesús dijo “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63)
El espíritu del hombre que murió por el pecado de Adán fue resucitado a través de Jesucristo. Como estamos en Jesucristo somos espirituales; por esta razón, somos capaces de recibir las palabras espirituales de Dios. La Palabra de Dios es espíritu (Juan 1:1), y por lo tanto nuestra carne no puede recibirla, sólo lo puede hacer nuestro espíritu.
Si alguien se ha unido con Jesucristo, pero no es capaz de escuchar las palabras de Dios, es porque su espíritu ha sido cegado (2 Corintios 4:4). En un día nublado, la visión es baja, hay un gran riego de colisión en las vías. De la misma forma, si el diablo, los espíritus engañosos y los demonios ciegan el espíritu del hombre, entonces no pueden ver a Jesucristo, que es el camino para nuestras vidas espirituales (Juan 14:6). Tales personas aparentemente viven una celosa vida de fe, pero no tienen la certeza de la salvación en sus corazones.
Para las personas que no pueden ver el camino, dar la ofrenda puede ser una pérdida de dinero. Son tacaños con sus ofrendas. Por el contrario, aquellos que ven el camino dan gozosamente y guardan tesoros en los cielos. Con todos sus corazón, preparan sus ofrendas antes de la llegada del Día del Señor (1 Corintios 16:2). Esto es porque pueden escuchar las palabras del Señor “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21)
Cuando nuestro espíritu está limpio, el Verbo entra a nosotros. Y es el Espíritu Santo quien trae el Verbo a nuestro espíritu (Juan 14:26). Nuestro espíritu es bendecido cuando viene el Verbo. Luego de la creación del mundo, Dios no creó nada en el séptimo día, pero lo bendijo y reposó. Dios hizo que los israelitas guardaran el día de reposo para que recordaran que Él bendijo este día para que habiten en Él. De la misma forma, Dios bendijo nuestro espíritu. Sin embargo, todavía no podemos recibir sus bendiciones si nuestro espíritu está impuro. Nuestro espíritu tiene que ser salvo y santificado para recibir las bendiciones.
No ser un huérfano espiritual
La realidad de un huérfano es triste y trágica. Incluso si un huérfano se hace exitoso luego de haber sido criado en un orfanato, llevará una profunda angustia y sentido de pérdida por no conocer a sus padres. Jesús dijo: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18). El hecho de que Él fue al Cielo luego de resucitar no significa que nos abandonó. Él está con nosotros por el Espíritu santo. 1 Juan 3:24 dice: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” El Espíritu Santo habita en nosotros, esto significa que Jesús lo hace, que finalmente significa que el Padre lo hace.
Jesús dijo “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” (Juan 14:20). Cuando estamos en Jesús y Jesús en nosotros, Dios el Padre nos ama (Juan 14:21). La fe es acerca de recibir el amor de Dios. Practicar la autodiciplina, mientras se fracasa al recibir el amor de Dios no es fe. Los fariseos eran hombres de autodisciplina y sin embargo Jesús dijo de ellos: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44)
Las almas que no pueden recibir el amor de Dios son como huérfanos. Dios envió al Espíritu Santo para que pueda derrama su amor ilimitadamente. No debemos mantenernos bajo la Ley, sino seguir la Ley del Espíritu Santo. Si alguien es oprimido por la Ley y no tiene libertad espiritual, su espíritu no es limpio. Si su espíritu no está limpio es imposible que escuche las Palabras de Dios, y sin escuchar las palabras de Dios no puede recibir el amor de Dios. Ya que Jesús nos salvó de la Ley no debemos seguir la Ley del Espíritu Santo. Al recibir el amor de Dios debemos tener gozo y ser bendecido a través del Espíritu Santo.
Carta de Simuón
Amados miembros de Sungrak, diariamente oro por sus espíritus y familias. La razón por la que Dios envió a su Hijo unigénito fue para salvar el mundo. Por favor, entiendan esta verdad. El único que puede entender la voluntad de Dios es nuestro verdadero ser, el espíritu. El cuerpo no acepta la voluntad de Dios; por esta razón, es imposible tener una relación con Dios mediante la carne. Sin embargo, el espíritu del hombre es capaz de recibir el Espíritu de Dios. Sólo el espíritu puede recibir el poder de Dios y los dones del Espíritu Santo. Únicamente el espíritu es capaz de recibir las bendiciones espirituales de Dios. Recuerden lo que dijo el Señor: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”(Juan 6:63).
Algunas personas dicen que no pueden entender para nada el sermón. Esto es cierto, si se predica la palabra de Dios durante el sermón, ya que el cuerpo no es capaz de recibirla. Sin embargo, el espíritu puede recibir esta palabra. Por esta razón, Jesús limpió nuestro espíritu con su sangre y nos rescató de la muerte. Por medio del bautismo nos unimos a la obra de la crucifixión de Jesús, la cual pagó el precio que la Ley demandaba de nuestros pecados, y por esta razón hemos cumplido con sus requisitos. En otras palabras, hemos sidos salvados de nuestros pecados, liberados de la Ley y liberados completamente del poder de la muerte (el diablo). Quien no tiene fe luego de recibir el bautismo, permanece en sus pecados, es esclavo de la Ley y está atado al poder de la muerte. Su destino final será la destrucción eterna. Por esto, es importante para nuestras vidas espirituales escuchar el sermón del pastor, y recibir el cuidado pastoral de los ministros.
Los predicadores y ministros trabajan por nuestros espíritus para que podamos tener una relación con Dios. Sin embargo, ellos no pueden proveer una solución a los asuntos cotidianos de nuestro cuerpo. Son líderes y consejeros espirituales. No es responsabilidad de los pastores, y ministros tratar con los problemas relacionados con nuestra vida carnal. ¿Cómo vivimos en el mundo?, ¿Cómo podemos resolver los problemas de nuestra vida carnal?
En el primer piso del Centro de Misión Mundial de la Iglesia Sungrak en Seúl tenemos diferentes departamentos de consejería. Hay consejeros profesionales disponibles cada semana, listos para ayudar con las muchas dificultades que los cristianos sufren en sus vidas diarias. Está escrito en Santiago 1:5-8: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Yo, el Obispo Mayor, también consulto a estos consejeros profesionales y recibo consejería de ellos con respecto a asuntos que no son espirituales.
Probablemente es difícil conseguir servicios como estos en algún otro lugar. Busquen a los pastores y ministros para asuntos espirituales, y el departamento de consejería para asuntos que no son espirituales. El orgullo nos lleva al fracaso. Si van humildemente y buscan consejería, el personal proveerá ayuda y consejo con amor y absoluta confidencialidad. Ellos son personas que dedican su vida a la oración y viven su vida de acuerdo a la voluntad de Dios. ¡Gracias!
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung