La palabra que se cumple sin falta
Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.
(Génesis 18:9-15)
Nuestro Dios le dio varias promesas a Abraham que parecían lejanas y difíciles de entender. Pero cuando se le apareció a Abraham a los 99 años de edad, Dios dijo: “Volveré a ti en este mismo tiempo el año que viene, según el tiempo de la vida”. La promesa de Dios de regresar no era una promesa indefinida; tres varones habían venido a Abraham, comieron el pan que él les sirvió y le entregaron esas palabras. La promesa de que Dios volvería según el tiempo de la vida el próximo año era una promesa clara y específica, no algo vago o incierto. De la misma manera, la venida de Jesucristo a la tierra no fue solo una idea abstracta, sino que realmente se hizo carne y vino. Del mismo modo, el Espíritu Santo no solo viene a nuestra mente, sino que el Espíritu de Dios realmente entra en nosotros para gobernarnos, de manera que hasta los demonios son expulsados.
Puesto que Dios le dio una promesa tan concreta, Abraham pudo esperar la llegada de ese tiempo al año siguiente. Para entonces, podría confirmar si las promesas de Dios se cumplirían con certeza: que Dios sería el Dios de su descendencia y que ellos serían Su pueblo. Desde ese momento, Abraham comenzó a esperar el nacimiento de un hijo. Sin embargo, la menstruación de Sara ya se había detenido. Antes de ese tiempo, quizá aún hubiera tenido alguna posibilidad de concebir, pero ahora ya no había ninguna. Así que, cuando Sara escuchó desde afuera que daría a luz un hijo en ese mismo tiempo el año siguiente, se rió. Se rió dentro de sí, diciendo: “¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” Cuando Jehová preguntó por qué se había reído, ella lo negó. Pero Él le dijo que sí se había reído.
De esta manera, cuando Dios habla, las personas se ríen para sí mismas porque les cuesta aceptar Sus palabras según su propia imaginación, ideas y lógica. Son escépticas sobre el cumplimiento de la palabra de Dios. Sin embargo, debemos considerar de quién son esas palabras. ¿Con quién estoy hablando y de quién estoy escuchando estas palabras? Debemos recordarlo. Si fueran palabras de un hombre, quizá podríamos reírnos de ellas. Pero aquí, el que habla es Dios. Dios está hablando, y Sus palabras siempre se cumplen. Está escrito: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Con Dios, nada es imposible. Por lo tanto, cada palabra que sale de Su boca se cumple sin falta. Y reconocer esto es el fundamento de nuestra fe.
¿Cómo llegamos a tener fe? Si el hombre se opone a lo que Dios ha dicho y no cree en Sus palabras, ¿qué más se puede decir? Hasta los incrédulos pueden actuar de esa manera. Al principio cuando creí, me resultaba muy difícil creer en Jesús. Quería creer, pero no podía. Entonces pensé: “¿A quién estoy tratando de creer? ¿Quién es este Dios del que me están hablando? ¿No es Él el Todopoderoso? ¿Acaso no estoy tratando de descubrir si el Todopoderoso está vivo o no? Si Él es todopoderoso, nada sería imposible para Él. Entonces, el hecho de que Jesús, el Verbo se haya hecho carne es más que posible para Él, ya que es el Todopoderoso”. No podía creer que el universo hubiera sido creado por la palabra de Dios. Pero si Él es el Todopoderoso, ¿por qué no podría hacerlo? No estoy tratando de creer en uno de los muchos dioses del mundo; estoy tratando de conocer al Todopoderoso, el Creador. Y si realmente está vivo, ¿por qué no sería posible para Él? Fue entonces cuando pude creer. Si aquel a quien quiero conocer es el Todopoderoso, por supuesto que puede crear todas las cosas. Puede hacer que Jesús, el Verbo venga en carne. Y quería encontrarme con Él. Así que, en lugar de orar: “Ayúdame a creer en Ti”, oré: “Dios, por favor, ten encuentro conmigo”. Cuando oré al Todopoderoso pidiéndole que se encontrara conmigo, Él lo hizo. Y hasta los incrédulos llegan a creer de esta manera.
Por lo tanto, si las personas que dicen creer en Dios no creen en las palabras que salen de Su boca y dudan de Él, es su propia elección. Simplemente eligen no creer. Como están decididos a perecer, no creen. Pero si alguien desea vivir, debe creer que la palabra de Dios se cumple. Por lo tanto, si una persona tiene fe o no depende de la actitud que tenga hacia la palabra de Dios y su cumplimiento. Hace unos días, una persona comentó en un video sobre la expulsión de demonios. Escribió en el comentario que el Señor dirá: “Nunca os conocí” a aquellos que dicen: “Señor, Señor, echamos fuera demonios en Tu nombre”. Así que le respondí a su comentario diciendo: “Estás esforzándote demasiado. Te es duro dar coces contra el aguijón. El Señor dijo: ‘Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad’. Según tu argumento, ¡predicar el evangelio también debe estar mal! En ese caso, hacer obras de poder está mal y echar fuera demonios también está mal según tú. Mientras intentas negar echar fuera demonios, sin darte cuenta estás negando cada palabra de Jesús. Lee las Escrituras correctamente”. Esa fue mi respuesta a su comentario.
Al día siguiente, adjunté las palabras de Jesús de Marcos 16. Escribí: “¿No nos dijo Jesús claramente que echáramos fuera demonios e hiciéramos milagros? ¿Acaso llamaría malhechores a quienes obedecieron Sus palabras?” Y entonces esta persona comenzó a mostrar su verdadero pensamiento sin darse cuenta. Comentó: “Entonces, ¿significa eso que en Su nombre podemos tomar serpientes y no ser dañados, aunque bebamos veneno mortal? ¿Estás diciendo que esas palabras son verdaderas?” Así que respondí: “Mira, ¿no eres un incrédulo? ¿No es por eso que no crees en echar fuera demonios y en que puedes ser salvo creyendo en Jesús?” ¿Por qué no podía creer? Porque no podía aceptarlo. Así que no estaba viviendo una vida de fe, sino solo tratando de creer en lo que parecía aceptable según su razón. Es un incrédulo porque estaba buscando entender esto basándose en su conocimiento y lógica. Todavía no le he dicho esta parte. ¿Qué puedo decirle a este incrédulo? Estoy esperando para ver qué debo hacer.
Si no podemos creer lo que Dios ha hablado, seremos incrédulos. Si alguien cuestiona si Dios lo ama o no, es un incrédulo. ¿Por qué? Si Dios nos ha dado a Jesucristo, eso significa que el amor de Dios ya ha sido derramado sobre nosotros. Está escrito que la venida del Espíritu Santo significa que el amor de Dios ha sido dado a nosotros. Así que, si una persona no está segura de si Dios la ama o no, entonces significa que no cree en las palabras de Dios ni en las muchas promesas que Él nos ha dado. Por eso, nuestra fe consiste en creer que la palabra de Dios se cumplirá sin falta. Aún no he tenido la experiencia de beber veneno mortal, pero ¿cómo podría saber si eso me ha sucedido o no? Hasta ahora, no he sufrido ningún daño y he sobrevivido, pero ¿cómo sé si en algún momento no ingerí veneno mortal sin darme cuenta? Probablemente, muchas veces entró veneno en mi cuerpo sin que lo supiera. ¿Qué son los virus y las bacterias? Son gérmenes y una forma de veneno. He ingerido tal veneno muchas veces, pero hasta ahora no me ha causado daño y sigo viviendo bien. Entonces, ¿qué pasaría si negara Sus palabras? ¿Cómo podría sobrevivir a partir de ahora? Hay tantos tipos de veneno en todas partes, incluso en el aire.
Por lo tanto, aunque aún no las haya experimentado, creo que esas palabras ciertamente se cumplirán. A veces podría decir que no las experimenté debido a mi falta de fe y, por lo tanto, por mi desobediencia, pero nunca niego las palabras de Dios. Sus palabras ciertamente se cumplirán. Así que oremos: “Señor, ayuda a mi alma a no volverse una que haga el mal, sino una que siempre reconozca que Tus palabras siempre se cumplirán y que tenga cada vez más experiencias de ello”.
A veces, cuando los hombres de fe hablan, podrían reírse o burlarse de ello. Y, al mismo tiempo, sentir temor. Mientras se ríen, sienten convicción de que se están burlando de las palabras de fe. Así que oremos para que tales cosas nunca sucedan en todos los días de nuestra vida.
Padre Dios, ayúdanos para que nunca nos burlemos ni dudemos de Tu palabra por no poder creerla. Ayúdanos para que nunca vayamos en contra de Tu palabra en toda nuestra vida. Sin embargo, sabemos que sin inspiración esto puede sucedernos, por lo que te pedimos que nos llenes con el Espíritu Santo y nos des inspiración para estar siempre atentos y tener Tu misma visión. Hemos orado en el nombre de Jesús. Amén.
Prédica del Pastor Ki Taek Lee
Director del Centro Misión Sungrak