Servicio del Día del Señor del 27 de octubre del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

Los que son dominados por la avaricia y cometen pecados no tendrán herencia en el reino de Cristo ni en el de Dios. Por lo tanto, no debemos dejarnos engañar por las palabras de aquellos que, ya sea negando, distorsionando o disimulando la verdad, llevan a las personas a una vida desenfrenada de pecado. Ellos intentan negar el juicio sobre el pecado, diciendo que el Señor ya redimió todos nuestros pecados, por lo que no debemos preocuparnos más por el tema del pecado, o afirmando que, como Dios es amor, los que no se arrepienten no serán excluidos de Su reino.

Sin embargo, la ira de Dios ciertamente vendrá sobre los hijos de desobediencia. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. En ese tiempo, seguimos el orden y los valores de este mundo, las costumbres y sistemas de vida del mismo, y fuimos gobernados por Satanás, compartiendo su naturaleza. Un claro ejemplo de esto es la desobediencia hacia Dios, la cual Satanás deseaba que la hicieramos por nuestra propia voluntad. Pero ahora no somos más hijos de desobediencia. Hemos sido salvos de la desobediencia y ahora vivimos una vida de obediencia. Sin embargo, hay quienes dicen ser creyentes pero continúan viviendo en desobediencia a la verdad. ¿Creen que la ira de Dios no los afectará? No es así. Incluso aquellos que, engañados por ellos, siguen haciendo el mal tampoco podrán escapar de esa ira.

El juicio de la ira se cumplirá plenamente después de la segunda venida de Cristo, pero ya se está llevando a cabo ahora. La Biblia habla no solo del castigo del infierno, sino también de la ira de Dios que se derramará en los últimos tiempos sobre la tierra, y nos recuerda los desastres que surgieron por la desobediencia, como el diluvio en los tiempos de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y el cautiverio en Babilonia. Aparte de esto, también existe la ira inmediata sobre las malas acciones. El pueblo de Israel, al quejarse de Moisés en el desierto, fueron mordidos por serpiertes ardientes y murieron, y también cuando se unieron a las mujeres moabitas y adoraron sus dioses y una plaga mató a 24,000 personas. Lo mismo ocurrió en el Nuevo Testamento: el Rey Herodes fue herido por un ángel del Señor y murió comido de gusanos, y Judas Iscariote, después de morir ahorcado sus entrañas se reventaron.

Por lo tanto, cuando llegue la aflicción, debemos reflexionar sobre si estamos obstruyendo la verdad de alguna manera. Si la persona que debe arrepentirse no lo hace, Dios puede abandonar Su esperanza en ella y permitir que siga su propio deseo, cayendo en pecado y recibiendo las consecuencias. Así que insistir en el mal y seguir cometiendo pecado hasta llegar a la corrupción puede considerarse parte del castigo. El juicio de la ira contra los impíos ya ha comenzado, continúa en el presente, y alcanzará su punto máximo en el último día.

Los que bloquean la verdad con maldad no quieren actuar solos, por lo que arrastran a otros a sus malas acciones. Las personas, aunque sienten que lo que están haciendo no está bien, piensan que si otros muchos lo hacen, no está mal intentarlo. Algunos, incluso aunque no confían en las acciones de esas personas, se entregan a sus engaños por el solo hecho de que sus argumentos les parecen razonables. Si deseamos ser fieles a la verdad, lo más importante es no dejarnos engañar por la mentira. Aunque digamos, “No sabía, me engañaron”, no podremos escapar de la ira de Dios, porque ya se nos ha dado suficiente advertencia dentro del sistema del Evangelio. Por lo tanto, no debemos dejarnos llevar por amistades o intereses personales y debemos mantenernos alejados de los hijos de desobediencia. No hay razón para compartir en sus pecados ni en su juicio. El juicio está ocurriendo hoy mismo, y es una señal decisiva que nos advierte del juicio final que vendrá. Unámonos todos y luchemos valientemente contra las faltas tentaciones. Edifiquemos la iglesia con la verdad. Unamos nuestros corazones en obediencia pra cumplir la voluntad de Dios, quien nos ha redimido.