Servicio del Día del Señor del 11 de agosto del 2024
Vestíos del nuevo hombre
(Efesios 4:24)
Pastor Sung Hyun Kim
El nuevo hombre que Dios nos viste no es una versión mejorada del viejo hombre con sus defectos corregidos. Es una creación completamente nueva. Al despojarnos del viejo hombre y vestir del nuevo hombre, nuestra vida comienza el viaje hacia nuevo cambio. El cambio es el punto esencial en la vida de fe. El cambio en la persona que es salva no solo se encuentra en el cambio legal, cambio en el estatus o cambio mental. Este cambio es evidente específicamente a través de toda nuestra vida, llevando también a un cambio en las acciones exteriores. Especialmente, así como la salvación libera al hombre del yugo del pecado, aquel que es salvo es precavido contra el pecado, y en cuanto la fuerza del pecado disminuye, el amor se manifiesta en su vida.
Asemejarse a Dios es ser creado en la justicia y santidad. El carácter del nuevo hombre es definido por la justicia y la santidad. La justicia es la dignidad que se debe mantener en la relación con otros. ¡La humildad, benevolencia, mansedumbre, amor, tolerancia y sacrificio! Aunque estas cualidades son difíciles de encontrar entre las personas en el mundo, el cambio en esto en el nuevo hombre es evidente. Por otro lado, la santidad se manifiesta en la relación con Dios, y lo importante es si ama verdaderamente a Dios. El nuevo hombre no trata a Dios como no existente sino sirve verdaderamente a Dios. Acepta la soberanía de Dios y se entrega a Él. Por lo tanto, la justicia y santidad son esenciales en nuestro proceso de asemejarnos a Dios.
Crear al nuevo hombre es la obra de Dios. Sin embargo, esta creación es completada a través de nuestra fe y obediencia. Dios desea que vivamos esa vida de cambio, pero escoger este camino de cambio es nuestra responsabilidad. Somos creados para realizar las buenas obras en Jesucristo. Aquellos que, aunque reciban la tentación del pecado, pero deciden resistir y entregarse a las buenas obras, Dios será glorificado. Seamos justos y santos como lo es Dios. Desechemos todo naturaleza egoísta. Descartemos la actitud agresiva y defensiva que surgen por el miedo a la derrota. Esforcémonos para ser más como Dios, venciendo el yugo del pecado. Unamos nuestros corazones para que nuestra iglesia manifieste la naturaleza de Dios.