Servicio del Día del Señor del 28 de abril del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

“¿Acaso Dios está conmigo? ¿Será que le importo a Él, incluso siendo como soy? ¿Quizás ya he sido dejado atrás en la vida de fe?” ¿No será que se encuentre obsesionado con estos pensamientos? Esto es como cerrar sus propios ojos ante la realidad espiritual de que Dios nos hace vigorosos todos los días. Dios no solo nos salva, sino que también guía nuestra vida después de la salvación. No somos personas abandonadas a nuestra propia suerte. Dios está junto con nosotros y da a cada uno sin discriminación el poder como regalo.

Existe un significado muy importante por el cual Dios nos da este regalo. Contiene un significado mucho más grande que la generosidad de Dios. Cuando recibimos este regalo, debemos recordar que es un reflejo del magnífico triunfo de Dios, una proclamación de la autoridad del Soberano que ha subido en lo más alto con la fuerza de Su victoria, la gloria del Rey que promete proteger a su pueblo hasta el final. A pesar de que la muerte de Jesús en la cruz aparenta una derrota, en realidad marcó la aniquilación del enemigo y aseguró la victoria eterna. Dios comparte el gozo de esta victoria con nosotros como regalo.

Imaginemos el regreso triunfal de un rey después de derrotar finalmente al enemigo en una guerra decisiva para la sobrevivencia de su pueblo. Todo el pueblo se alza en júbilo para recibirlo. En la marcha de la victoria detrás de del rey vendrán los guerreros que lucharon en el campo de batalla, e incluso estarán aquellos que fueron rescatados de la cautividad del enemigo. Además, detrás de todos ellos viene el rico botín, y el rey distribuye esto entre su gente como regalo para conmemorar la victoria. A través de los regalos del rey, su pueblo encuentra la valentía y la fuerza para vivir, y exaltan su nombre con gratitud y gozo. Este es exactamente el escenario cuando el Rey David subió al Monte Sion después de regresar victorioso de la guerra. Así se canta en Salmos 68: “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, y diste dones a los hombres. El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo. Bendito sea Dios.”

Lo que más adelante se reveló es que esta palabra era una profecía de Jesucristo, nuestro Señor. Con la victoria de la cruz, derrotó el poder del diablo y rescato aquellos que habían sido capturados por él. El Señor resucitó, subió al cielo y desde allí nos envía el regalo que conmoverá Su victoria. Sobre todo, nos envía el regalo del Espíritu Santo, y a través de Su mediación, continúa otorga todo tipo de regalos para que seamos vigorosos. Entre ellos, la fuerza de la fe es crucial, esto es, porque es el poder de Dios que nos ayuda a vivir conforme a la voluntad del Señor.

Una persona sin fuerza en la fe será presa fácil en las tentaciones del enemigo, e incluso puede llegar a ser usado por él. Por lo tanto, así como Pablo amonesto a sus discípulos, también nosotros debemos fortalecernos en la gracia. Aceptemos activamente el regalo del Señor que no hace vigorosos todos los días, sin restringirlo. Abandonemos la actitud de ‘si Él da, recibo; si Él no da, no puedo hacer nada’, y demos la bienvenida a la gracia del Señor que fortalece nuestras vidas. Participemos en la obra del Señor de rescatar a los que aún están en las garras del enemigo para que ellos también puedan disfrutar el gozo de la victoria. Recibamos la guía del Señor que cada día nos da fuerza y vigor.