Servicio del Día del Señor del 3 de marzo del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

¡Longanimidad! Esta es la responsabilidad que recibimos de Dios en el momento en que nos convertimos en cristianos. La longanimidad también es un elemento esencial para cumplir con la obra de la redención de Dios. En el mundo, es considerado natural contraatacar de inmediato cuando los intereses personales se ven amenazados, en lugar de tolerar la situación. Obviamente, la paciencia también es enfatizada en el mundo, pero estrictamente hablando, es solo una opción estratégica para maximizar su propio beneficio. La paciencia incondicional que se pide a los cristianos no tiene lugar en el mundo. A pesar de esto, los cristianos no deben optar por las metas y métodos de vida de las personas del mundo. Esto es porque los cristianos y personas del mundo tienen diferentes razones y propósitos en su existencia.

Las palabras ‘longanimidad’ y ‘paciencia’ que se usan en el Nuevo Testamento tienen un significado parecido, pero son diferentes. La ‘paciencia’ se refiere soportar las condiciones que viene de las adversidades, mientras que ‘longanimidad’ se refiere soportar las malas acciones y faltas de otros sin amonestarlos inmediatamente. Nosotros hemos experimentado tal longanimidad a través de Dios. El hecho de que hemos recibido la salvación en Cristo y no perecemos por el pecado es posible por la longanimidad de Dios. Dios ha encomendado la carga de la longanimidad a quienes ha escogido y usado, así como los profetas en el Antiguo Testamento y los apóstoles en la iglesia primitiva. Y ahora, Él desea que nosotros, que estamos en Cristo, también sostengamos esta carga juntos.

Había una persona que tenía una gran deuda al rey, pero no pudo pagarla. Por lo cual, el rey ordenó, “Véndete a ti mismo, a tu mujer e hijos, y todo lo que tienes para que me pagues la deuda.” El deudor suplicó diciendo, “Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.” El rey fue movido con misericordia y le perdonó toda la deuda. Pero al salir, esta persona halló a uno de sus consiervos que le debía una pequeña cantidad de dinero, pero se negó a tener la misma paciencia y lo echó a la cárcel. El rey, al conocer lo que había sucedido, lo llamo y le dijo, “¿No deberías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” Así es. La longanimidad de Dios hizo que nosotros pudiéramos vivir, ciertamente nosotros también debemos practicar la longanimidad hacia otros.

Si tenemos longanimidad con la debilidad de alguien, no debemos parar acá, sino que debemos aceptarlo en amor. Soportar significa cubrir el error de otros, no es para justificar sus malas acciones, sino es para evitar que su pecado se haga saber de lo necesario y dar una oportunidad de arrepentimiento sin desanimarlo. Obviamente, este esfuerzo no debe ser abusado en la iglesia. Mientras debemos tener longanimidad en las personas que tiene la voluntad de arrepentirse y cambiar, tenemos que evitar que la levadura se esparza en todo el pan al advertir claramente y reprender a aquellos que intencionalmente cometen malos actos y lastiman la iglesia.

Si un santo practica la longanimidad y soporta en amor, significa que está confesando con sus acciones que ha sido salvo a través de la longanimidad de Dios. La razón por el cual anhelamos y pones en práctica esta vida, es porque Dios nos ha amado, y porque Él está cultivando Su único amor en nosotros. De la misma manera, como Dios nos ha amado incondicionalmente, nosotros tenemos que amar a las personas de Dios sin ninguna razón. Así como Dios espera nuestro arrepentimiento y regreso con longanimidad, realicemos la obra de Dios con longanimidad.