Servicio del Día del Señor del 18 de febrero del 2024

Humildad: la señal de aquellos que tiene la redención

Pastor Sung Hyun Kim

“¿Arrogancia? Tengo muchas debilidades, pero no llegan hasta ese punto. Me considero una persona bastante humilde.” ¿Será que esto sí será cierto? Como la palabra ‘arrogancia’ se considera desagradable, la gran mayoría de personas piensan que no tiene relación con ella. Sin embargo, la arrogancia ejerce una fuerte influencia en casi todos los aspectos de nuestra vida, es como si fuera un instinto. En ocasiones esto se esconde en nuestro interior en forma de orgullo, autosatisfacción y autoestima. ‘¿Qué puedo hacer para atraer la atención de la gente?’ ‘¿Cómo puedo rebajar a las otras personas?’ Estos no son pensamiento que solo algunos en especial tienen.

Sin embargo, por esta misma razón no debemos ser negligentes con la arrogancia en nuestro interior. Esto es porque la arrogancia es incompatible con el Evangelio. El Evangelio exige la humildad. “Salvaré al humilde, mientras que los que no son humildes serán dejados para que perezcan en su pecado.” Esto es lo que proclama el Evangelio. Aunque una persona dice que ha recibido el Evangelio, pero si no tiene humildad, la vida como cristiano no podrá progresar porque un corazón sin humildad no puede recibir la guía de Dios. Esto es exactamente lo que el diablo desea. Sembrar la arrogancia en nuestro interior es la manera más fácil en donde el diablo impide nuestra comunión con Dios.

El comienzo de la arrogancia es el diablo. La razón por el cual el diablo cayó en la arrogancia es porque olvidó su presencia ante Dios. En otras palabras, la humildad surge al ser consciente de Dios. Cuanto más uno es consciente de Dios, reconoce aún más que su poder, honor, experiencias y logros no son nada. Dios es justo, misericordioso, santo y glorioso; así que, aquellos que son conscientes de tal Dios reconocerán cuan injustos, arrogantes, sucios y torpes son. Esto no es exclusivo para las personas fuera de la fe. Aunque se hayan arrepentido y entrado en Cristo, la naturaleza pecaminosa en nuestro interior no desaparecerá. Por lo tanto, el corazón de arrepentimiento nunca debe desaparecer de nosotros hasta el día en que tengamos encuentro con el Señor.

Jesucristo nos salvó a través de la humildad. Él es igual a Dios, pero no estimo serlo, sino que se rebajó a sí mismo y vino a esta tierra. En esta tierra, no se reveló a sí mismo en una posición donde disfruto del poder y riquezas, en cambio, vino en una posición despreciable, con una apariencia frágil tal que las personas lo podían matar si se lo proponían. Es a través de Su humildad que la redención fue hecha en nosotros. Pero si ahora nosotros, que hemos recibido tal gracia, menospreciamos la humildad, ¿cómo será el corazón del Señor al vernos?

Así como la humildad del Señor nos salvó, nuestra humildad también salvará a otros. Al final de los tiempos, toda la creación será uno en Cristo, pero antes de esto, la iglesia tiene que realizar esto primero en la tierra. Para ello, lo más importante es la humildad. Originalmente, no hay humildad en nosotros. Por lo tanto, entrenemos todos los días para ser humildes. No nos rindamos, sino sigamos entrenando para contener la arrogancia. Para esparcir el Evangelio y para proteger el Evangelio. “Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.” Esta es la esencia del Evangelio.