Servicio del Día del Señor del 7 de enero del 2024
Los cristianos que son arraigados y cimentados en amor
(Efesios 3:17)
Pastor Sung Hyun Kim
“Ámense los unos a otros.” El Señor nos ha dado el nuevo mandamiento. Este mandamiento no es un énfasis de lo que hemos hecho hasta ahora. Lo que el Señor nos ha ordenado es algo que no existía en el mundo. “Como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” El amor que Dios nos ha ordenado es un amor único de Dios, que solo Él posee. Este amor se manifestó en el mundo a través del sacrificio de Cristo, y como resultado nosotros hemos recibido la salvación. Ahora, el Señor nos ordena que pongamos en práctica ese amor. Cuando ese amor es revelado a través de nuestro sacrificio, el mundo será salvo a través de ello.
El amor que el Señor desea de nosotros no es un mero sentimiento o emoción. Este es un amor donde uno se niega a sí mismo y se entrega a los demás. Esto no se refiere a la posibilidad de ofrecer nuestras vidas cuando nuestras emociones lleven a su punto máximo mientras ponemos en práctica ese amor. La naturaleza fundamental de este amor está en sacrificarse a uno mismo. Esto no nos fuerza a tener acciones en el exterior. Si Cristo habita cómodamente en nuestros corazones como dueño, Él obrará con ese amor, resultando en un cambio natural que se manifiesta en nosotros.
Somos seres que no merecen recibir el amor de Dios. De hecho, hemos actuado como enemigos de Dios. Pero, Dios sacrifico a Su Hijo Unigénito por nosotros. Aquel que conoce este increíble amor estaría dispuesto a mostrarlo. En lo contrario, las personas que no tiene esa voluntad no tendrán más opción que ser vistas como personas que no han recibido este amor. Imaginemos que entramos bajo el agua y somos forzados aguantar la respiración por un minuto, ciertamente no sería fácil. Para los verdaderos cristianos, el no amar a otros es un estado anormal, al igual que esto.
Sin embargo, el amor no ocurre automáticamente. Esto es porque el pecado interfiere. El amor y el pecado son opuestos. Para sobrepasar la resistencia del pecado y amar, debemos tomar la decisión y obedecerla como mandamiento. El amor no se realiza por sí misma, independientemente de nuestra voluntad. El amor es una elección. Cuando no se elige el amor, los conflictos son inevitables, y es un resultado que no se puede evitar cuando los deseos de la carne se encuentran con la insatisfacción. Donde no hay amor, está el pecado, y donde está el pecado, no hay amor.
El sostener el mandamiento de amor es una evidencia esencial de que hemos sobrepasado el pecado. La persona que ha vencido el poder del pecado y es libre practicará el amor. La persona que rechaza el amar sigue en la trampa del pecado. El amor nos hace vencer el pecado. ¡Amar a otros! ¡Los pecadores sucios ahora practican la naturaleza de Dios! Este es un milagro supernatural. El amor es la tierra de los santos para que sean arraigados y cimentados para edificador en ello. El amor de Dios no termina en la cruz. A través de nosotros, que hemos recibido ese amor, el amor de Dios seguirá fluyendo.