2017.03.05 – La vid de Dios
in Sermones
La vid de Dios
(Juan 15:1-15)
Dios
Es el labrador de la vida.
Él
Labra la vida
Y la vid produce muchos frutos.
Jesucristo es la vid. (Juan 15:1)
Dios pone todo su amor
En la obra de la vida, que es el Hijo. (Juan 15:9)
El Padre Dios ama al Hijo
Y por esto le da el mandamiento al Hijo, (Juan 15:10)
Ya que el mandamiento de Dios es amor. (Juan 13:34)
Recibir su amor es obediencia,
Mientras que no recibir su amor es desobediencia.
Si las ramas de la vida no reciben su amor
Se secan.
Su mandamiento es mandamiento eterno. (Juan 15:17)
Quien no guarda el mandamiento de Dios se seca
Y finalmente es desechado,
Mientras los que guardan el mandamiento no se secan.
La Iglesia de Jesucristo es la vid espiritual (Juan 15:2)
Por esto debe tener abundante fruto de amor.
○ ¿Soy rama de la vida?
¿Su Palabra está en mí?
¿Su amor llena mi corazón?
○ Quien recibe su amor tiene respuesta a sus oraciones
Y quien no recibe su amor está muerto,
Y finalmente es desechado.
○ Decir que en la iglesia no hay amor
Y no recibir el amor es destrucción para el espíritu.
El amor está sobre la fe y la esperanza.
※ La Iglesia
Es la unión del Padre y el Hijo.
Por el Espíritu Santo el amor debe ser espiritual.
Juan 15:1-15
1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
Resumen
La vid que recibe el amor del labrador
Dios es el labrador que cultiva la vid. El labrador no solo hace el trabajo de la agricultura. Aunque el labrador puede negociar y hacer otras cosas, el labrador solo se dedica a la agricultura. De la misma manera, aunque Dios puede hacer cualquier otra obra, se señala así mismo como el labrador (Juan 15:1). Esto significa que está determinado a realizar el trabajo de la agricultura como labrador.
La vid que Dios cultivo es Jesucristo, y las ramas de ese árbol son los que creen en Él. La razón por la cual Dios cultiva la vid es para que crezca bien. El que la vid crezca saludablemente no solo significa que el tronco del la vid crezca bien sino que también las muchas ramas y frutos que cuelgan de ella. El labrador limpia las ramas de la vid. Así es como puede tener buenos frutos. Dios nos limpia para que podamos tener muchos frutos (Juan 15:5).
El labrador ama a su cultivo y se alegra por ello. De la misma manera, Dios ama a la vid y se alegra por ella. Cuando Jesús recibió el bautismo y subió del agua Dios dijo, “Este es mi Hijo amado en quien tengo mi complacencia.”, anunciando su corazón hacia Jesucristo. Dios Padre ama a su Hijo derramando todo su ser y se complace del Hijo que obedeció hasta la muerte la voluntad del Padre. Nosotros que somos la rama de la vid recibimos el mismo amor que Él, y tenemos que ser complacencia de Dios.
La iglesia es el cuerpo de Jesús quien Dios ama y se complace, y los creyentes son miembros del cuerpo. En otras palabras la vid es la iglesia y los creyentes son las ramas. Dentro de la iglesia podemos encontrar diversos cargos como: pastores, ancianos, misioneros, maestros, etc., estos son discípulos de Jesús, y son ramas que le pertenecen a Él. Las ramas de la vid deben dar frutos. Como la rama que no da fruto no da ningún beneficio a la vid, el labrador no tiene más opción que deshacerse de la rama. La rama que cae del árbol se secará. Por lo tanto, las ramas de Jesús ciertamente tiene que dar frutos. Tenemos que hacer que las personas reciban la salvación.
El racimo de uvas está pegado a la rama, y esa rama está pegado a la vid. Dentro de la iglesia se reúnen diferentes tipos de personas. Si vemos en la perspectiva de la ocupación, cultura, forma de vida, ambiente, etc., todos son diferentes. Sin embargo, en la iglesia sobrepasan todas estas condiciones y siguiendo la voluntad de Dios estamos trabajando juntos. Aunque la vid, la rama, y el fruto cada uno tiene diferentes formas, como están recibiendo la misma savia son uno.
La forma de dañar la vid
El diablo trata de separar a los miembros de la iglesia que tratan de ser uno. Antes de que nosotros entráramos en Jesús, el diablo dominaba y tenía el control en el mundo. El diablo sin poder soportar el hecho de que las personas que estaban en sus manos se alegren y sean personas de Jesús trata de tentar a los que Dios ha elegido. Entre la vid y la rama está un nudo, por lo cual para que la rama sea separada de la vid el nudo tendrá que ser desatado. A comparación a otros árboles las ramas de la vid tienen que sostenerse fuertemente al tallo. Si somos ramas de Jesús tenemos que esforzarnos para que ante cualquier tentación no nos separemos de Jesús.
Como originalmente eramos pecadores que pertenecían al diablo, y por medio del arrepentimiento entramos en Jesús. Para llegar a este momento el trabajo y la paciencia de Dios es algo que no podemos expresar con palabras. De la misma manera, como el labrador siembra la semilla y la cuida para que brote y tenga fruto, hubo un gran trabajo de parte de Dios para que nosotros nos convirtiéramos en cristianos. Por lo tanto, los cristianos no deben tomar levemente su identidad.
El diablo hace que nosotros olvidemos nuestra identidad. Esta es la forma que él usa para separarnos de Dios. Si el cristiano olvida su identidad entra en la tentación, y en casos severos puede ser separado de Jesús. No debe existir el caso de que neguemos que somos quienes permanecen en Cristo. Tenemos que recordar que la rama de la vid no puede vivir si se aleja de ella.
El diablo menospreciando nuestra identidad como cristianos trata de juzgarnos continuamente. Hay una forma en la cual podemos vencer estos ataques del diablo. Apocalipsis 12:11 dice, “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” Las palabras testificar el corazón de ser salvos por la sangre de Cristo hasta menospreciar la muerte es la forma de vencer al diablo.
El ser cristiano no significa que el cuerpo del hombre vaya a tener un cambio. Aun luego de que es convertido en cristiano los deseos de la carne aún siguen hacia el mundo. Lo más probable es que las personas del mundo escuchen las afirmaciones de los cristianos que dicen que son justificados por medio de Dios, ellos ciertamente se burlarán. Aun así cada uno de nosotros tenemos que tener el orgullo y confianza de la verdad de que pertenecemos a Cristo y testificar. Somos personas que han sido justificados por Dios por medio de la sangre de Jesús. Esto así, ¿quién se atreve en juzgarnos? No hay nadie que puede negar nuestra identidad.
El orgullo de los cristianos está en que siempre reciben el perdón. Las personas del mundo aunque tengan una gran personalidad son personas que no pueden recibir el perdón. Sin embargo, nosotros somos personas que hemos recibido el perdón y justificación de Dios. La evidencia de esto está en la sangre de Cristo. El participar en la Santa Cena es confesar y testificar sobre esto. 1 Corintios 11:26-29 dice, “Así pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor… Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.” Los cristianos tiene que testificar del poder de la sangre hasta el día que Cristo venga de nuevo a esta tierra.
Muchas personas cuando hablan sobre su testimonio mencionan como cuando creyeron en Jesús obtuvieron un buen trabajo y que su negocio ha triunfado recibiendo bendición. Aunque esto son testimonios, solo son las hojas de las ramas de la vid. Lo que el labrador desea no son hojas sino frutos. El fruto es dado cuando testificamos en como nos hemos convertido en cristianos. El testificar la sangre de Cristo menospreciando la muerte no solo vencerá al diablo sino que también obtendrá frutos.
En la iglesia no debe existir el juzgar a los miembros. El ser revestidos de la gracia de la sangre no significa que la personalidad de la persona vaya a cambiar. El Señor al venir no llamó a los justos sino que llamó a los pecadores. El pecado que la ley ha determinado son muchas en variedad. Sin embargo, todas estas cosas es una forma usada para revelar que todas las personas son pecadoras, no es para manifestar la verdad del pecado. Jesús dijo, “De pecado, por cuanto no creen en mí” (Juan 16:9). El único justo en esta tierra era Jesús y subió al cielo por lo cual ya no hay justo que exista en el mundo (Juan 16:10). Sin embargo, los que dependen de la sangre de Jesús y le pertenecen en ella son justos.
La iglesia es el lugar donde los que han recibido la gracia se reúnen. Por lo tanto, dentro de la iglesia no debe existir el burlarse o juzgar a las otras personas, en cambio se deben cubrir uno a otros. 1 Pedro 4:8 dice, “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” Sin importar que persona fue en el pasado, la persona que es hecho miembro de la iglesia tiene el derecho de recibir el amor de todos los miembros. Aunque es juzgado en el mundo en la iglesia solo tiene que ser tratado con amor.
Amémonos unos a otros y demos frutos
Para que la rama de la vid sea completa necesita tener frutos. La verdadera rama de Jesús está hablando del discípulo (Juan 15:7). Jesús dijo, “Si permanecéis en mí, y mi palabra permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” El que permanece en la palabra del Señor es verdadero discípulo, es rama del Señor. La forma en la cual la palabra del Señor permanece en nosotros es recibir el amor del Señor. De la misma forma como Jesús al amar al Padre permeneció en Su amor, el que cumple con el mandamiento del Señor de amarnos unos a otros permanece en el amor del Señor, y la palabra del Señor permanece en él.
El mandamiento más importante para la rama del Señor es amarse unos a otros, osea es el salvar a los espíritus. Por lo tanto, los que son rama del Señor tiene que testificar a las otras personas como fue santificado, como fue que recibió la gloria del cristiano. La persona que hace que otro sea santificado como uno, y hace que sea hijo de Dios es el discípulo del Señor. Cuando estas personas oran por el Reino de Dios sus oraciones serán respondidas.
Jesús para hacernos hijos de Dios sufrió una muerte terrible. Él exclamo con sufrimiento, “Si es posible pasa esta copa de mí.” Sin embargo, al final Él obedeció. Por medio de esto podemos ver el corazón del Hijo hacia el Padre y Dios escucha las reverencia de su Hijo y responde a su oración.
El Hijo pudo obedecer al Padre hasta la muerte porque en Su corazón tuvo el gozo del amor que recibió del Padre. Jesús desea que nosotros tengamos ese gozo (Juan 15:11). ¿Donde esta su gozo en este momento? ¿esta en el dinero o en la casa? El gozo de la carne es momentario. Sin embargo, el gozo que Jesús nos quiere dar no es borrado y perdura por la eternidad. Nosotros tenemos que tener esa felicidad. El corazón de los santos no debe estar lleno de quejas y odio sino que debe estar lleno con el gozo del Señor.
El Padre se complace por el hecho de que nosotros hemos recibido la salvación por medio del Hijo. Cuando nosotros obedecemos la palabra del Señor nos amamos unos a otros para salvar a los espíritus por lo cual el Padre se complacerá de nosotros. Este es el gozo de Cristo. ¿Será que usted esta amando? ¿se goza de que la obra de Jesús vaya bien? ¿se goza de que la iglesia vaya bien?
La iglesia es el lugar que fue comprado con la sangre de Cristo, es el lugar donde el Espíritu Santo gobierna y obra. Dios nos escoge a nosotros que somos débiles, y nos da la oportunidad para que ayudemos en Su obra. La razón por la cual Jesús tenía gozo al recibir sufrimiento es porque Dios tiene su gozo en la salvación de la humanidad. Jesús desea que nosotros tengamos este gozo. Nuestro interior tiene que estar lleno del gozo de Jesús. Sin amor en nuestro corazón el gozo de Jesús no puede estar en nosotros. Si no amamos a la iglesia no podemos tener este tipo de gozo.
¿Será que usted es una rama que viene de la vid? La vid es el cuerpo del Señor. De la misma forma como Dios ama al Hijo, Dios ama a la iglesia. Como ese amor está en nosotros, nosotros podemos amarnos unos a otros. Hagamos que el mandamiento, “amense unos a otros” este en nuestro interior.
Carta de Simuón
Pronto
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri