2017.01.22 – La Iglesia, el cuerpo de Jesús
in SermonesLa iglesia, el cuerpo de Jesús
(Efesios 1:15-23)
Dios
Es único.
Él
Es Santísima Trinidad
Y nadie le puede ver; (Juan 1:18)
Sin embargo manifestó la imagen de su sustancia
Y envió Su espíritu al corazón de aquellos que le aman
Es decir su Palabra. (Juan 6:63)
La Palabra es la Verdad (Juan 16:13)
Y el Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad.
El universo y todo lo que hay en él no existe por sí mismo,
Dios es el único que existe por sí mismo.
El Hijo de Dios es el primogénito de toda creación, (Juan 1:2)
El hombre único.
Nosotros le oímos, le vimos y creímos en Él,
Esto es experimentarle verdaderamente. (Juan 14:17)
Él llama a estos santos
Para que sean la imagen de Jesucristo,
Por eso la Iglesia tienen el testimonio que es innegable.
La Iglesia es Su cuerpo, y cada persona hacer parte de él,
Y Jesucristo es la cabeza de la Iglesia. (Efesios 1:22-23)
○ La fuerza de Jesús obra con poder
De la misma manera,
Los creyentes deben experimentar completamente la fe.
○ La Iglesia está llena de la fe en su resurrección.
Debemos amar al Señor que está a la diestra de Dios
Y postrarnos completamente ante el nombre de Jesús.
○ Todas las cosas son suyas y le obedecen
La Iglesia de Jesucristo
Es la que cree que todo está bajo su autoridad.
※ La Iglesia es el fruto que Él creó.
Amar a la Iglesia y ser su fruto
Es la verdadera fe y el espíritu que recibe salvación.
Efesios 1:15-23
15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,
16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Resumen
Los que han recibido el espíritu de hijos
Dios es único. Aunque en el mundo haya muchos dioses no hay otro como Dios. Comúnmente los dioses no pueden ser vistos por el hombre. Sin embargo, Dios manifiesta la imagen de su sustancia. También Dios nos da Su espíritu. Esto significa que nos da Su Palabra. Acá al hablar de “Su espíritu” no se refiere al Espíritu Santo sino que a la Palabra.
La Palabra es espíritu. La palabra del hombre y la Palabra de Dios son diferentes. La palabra del hombre no es más que el sonido que es enviado. Pero por el contrario la palabra de Dios es espíritu (Juan 6:63). De la misma manera como el aceite y el agua son líquidos y su propiedad son diferentes, la Palabra de Dios y la palabra del hombre son completamente diferentes.
Tenemos que saber que cuando escuchamos la Palabra de Dios y aceptamos esa palabra con autoridad y la obedecemos, esa palabra siendo espíritu entra en nuestro espíritu y es acumulada. Aunque en este mundo haya muchas religiones, nuestra fe es diferente a esto. Aunque la religión busca la disciplina de la carne, nuestra vida de fe es obedecer la Palabra de Dios. El hecho de que nosotros nos esforzamos no es por la religiosidad, sino es porque Dios nos ordena y nos llama.
Nuestra vida de fe es experimentar profundamente la Palabra de Dios. Para que nosotros pudieramos verlo con los ojos Dios envió a Jesucristo, y para que lo podamos escuchar enviá a la Palabra, y para que podamos recibirlo en el corazón obra por el Espíritu Santo. De la misma manera, Dios hace que los creyentes puedan experimentar verdaderamente al ver a Dios, el oír le y recibirle en el corazón. También la Palabra de Dios llenará uno por uno nuestros corazones lo cual no es un concepto. El dinero que ahorramos en el banco puede ser usada cuando lo necesitamos. De la misma manera, el hecho de que el cristiano recibe la bendición y obra con poder es porque usa de lo que su espíritu fue llenado.
Jesucristo la cabeza de la iglesia
El trabajo que Jesucristo hizo al venir a esta tierra no fue hacer agricultura o hacer un negocio. A pesar de esto a Él no le falto nada. Él es el Hijo de Dios. Su corazón es que nosotros podamos convertirnos de la misma manera. Jesucristo tomo al pez y saco las monedas necesarias de su boca, y si Él quisiera, Él lleno el barco de peces con una sola red y también manifestó el milagro de los cinco panes y los dos peces. Jesucristo es aquel que todo lo llena en todo. Su voluntad es que nosotros también seamos llenos por Aquel que todo lo llena. Por lo tanto en Efesios 1:23 dice, “La iglesia la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”
El cuerpo se mueve según la decisión de la cabeza. El cuerpo separado de la cabeza no puede actuar solo. Asimismo, la iglesia se mueve por medio de Jesucristo. Algunas personas argumentan que la iglesia tiene que ser manejada por un sistema democrático. Sin embargo, la iglesia no es una organización del mundo que es manejada según la voluntad del hombre. La iglesia fue edificada según el mandamiento de Jesucristo, y existe según la voluntad de Jesucristo. No es un lugar donde el hombre puede escoger voluntariamente diciendo, “No nos reunamos. No ofrendemos.”
En el proceso de realizar un trabajo en la iglesia se podrían reunir diferentes opiniones de los miembros, pero las cosas relacionadas con la fe no se podrían realizar de esta manera. En una iglesia en el extranjero los miembros llegaron a un acuerdo de que en las vacaciones de verano las puertas de la iglesia cerrarían temporalmente. Estas acciones solo podemos verlas como desobediencia de Dios y la caída. Nuestra vida de fe solo tiene que seguir las direcciones de Jesucristo. Ciertamente Jesús dijo, “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” (Mateo 28:20). Por lo tanto en la vida de fe lo más importante es hacer la voluntad de Dios (Efesios 1:17-19).
La voluntad de Dios entra en nosotros por medio de la palabra de Dios. Podemos ver que la palabra de Dios es dividida en la ley y la verdad. Juan 1:17 dice, “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia de la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” La ley fue ordenada por medio de la mano de los ángeles como mediador hasta que Cristo viniera (Galatas 3:19). Por lo tanto la palabra dada por medio del ángel es espíritu de esclavitud. Esta es la razón por la cual las personas que estaban debajo de la ley se les referia como que estaban bajo el espíritu de esclavitud (Romanos 8:15).
Algunas personas tienen envidia de Moisés y los profetas. Obviamente es envidioso la fidelidad de ellos, pero ellos son personas que recibieron el espíritu de esclavitud. Los que recibieron el espíritu de esclavitud reciben el trato como esclavos de parte de Dios. Por el contrario nosotros quienes estamos dentro de Cristo somos personas que reciben el mismo trato que el Hijo de Dios. Jesús le dijo a sus discípulos, “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” (Juan 15:15). Nosotros ciertamente tenemos que saber que tan honorable es el valor de que estemos en Cristo.
El Espíritu Santo que obra donde está la Palabra
La reunión de estas personas que reciben de este trato tan precioso de Dios es la iglesia. La iglesia no es un edificio, es el cuerpo de Cristo que es formado por los espíritus que fueron comprados con la sangre de Cristo. El cuerpo del hombre está conformado por muchos miembros. Cuando todos ellos son combinados forman un solo cuerpo. Cuando un solo miembro del cuerpo es herido todo el cuerpo sufre. Si nosotros somos el cuerpo de Cristo cuando un miembro esta en sufrimiento tenemos que sufrir con él, o si hay un miembro que esta en dolor tenemos que consolarlo. Hay personas que piensan que sin importar lo que pase con los demás con triunfar solo en la vida de fe lo es todo. Esto no es característico de una fe ideal. Cuando todos los santos se relacionan con otros miembros y sean un cuerpo la iglesia será completada.
La iglesia de Dios es donde se recibe la enseñanza del Espíritu Santo. Las personas en la época del Antiguo Testamento por medio de los profetas escucharon con los oídos la Palabra de Dios. De esta forma el Hijo de Hombre al venir a esta tierra pudimos ver a Dios con los ojos. Y ahora la palabra de Dios entra en nuestro interior por medio del Espíritu Santo. Cuando la Palabra de Dios entra por medio del Espíritu Santo, esto se le llama la verdad enseñada. El Espíritu Santo es espíritu de verdad, Él no habla por su voluntad sino que solo nos dice lo que Jesús habló (Juan 16:13). También cuando el Espíritu Santo entra en el nombre de Jesús hace que nosotros pensemos y entendamos las palabras de Jesús (Juan 14:26). Si no tenemos el Espíritu Santo no podemos recibir la revelación del Señor. El Espíritu Santo al morar en nosotros hace que recibamos la revelación y hace que seamos el cuerpo de Cristo.
Hay personas que aunque quieren recibir el Espíritu Santo sin esforzarse se quejan de que el Espíritu Santo no mora en ellos. Hay algo que primero estas personas tienen que saber. Es la verdad de que el Espíritu Santo obra donde esta la Palabra de verdad. Cornelio y sus familiares al escuchar la palabra de Pedro recibieron el Espíritu Santo (Hechos 10:44). De la misma manera como por medio de la aguja el medicamento entra en el cuerpo, la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo entra en la persona. Vuelvo y repito, en el corazón donde no esta la Palabra el Espíritu Santo no puede morar. El problema es que hay muchas personas que piden el Espíritu Santo pero no tratan de recibir la Palabra de Dios.
Obviamente al orar se puede ser revestido de la llenura del Espíritu Santo temporalmente. Sin embargo, el Espíritu Santo no es quien cuando nosotros decimos que venga viene. El Espíritu Santo no sobrepasa la Palabra de Dios. Cuando nosotros recibimos la Palabra de Dios como revelación, allí es cuando el Espíritu Santo mora. No es el hecho de que nosotros demostremos reverencia para recibir el Espíritu Santo. Aun una persona que tiene muchas faltas en la carne si la palabra de Dios esta en esa persona el Espíritu Santo puede morar cuanto quiera, y si obedece a esa palabra puede revestirse de la llenura del Espíritu Santo cuanto quiera.
Cuando Pablo preguntó a los discípulos en Efeso, “¿Cuando creyeron recibieron el Espíritu Santo?”, ellos respondieron, “Ni siquiera hemos oido del Espíritu Santo.” La ley también es la Palabra de Dios, pero el Espíritu Santo no mora en las personas que la han recibido. Asimismo, hoy en día hay muchos religiosos con un aspecto verdaderamente reverente. El problema es que en ellos el Espíritu Santo no es manifestado. El Espíritu Santo no puede morar en las personas que no reciben la Palabra de Dios.
La iglesia donde el Espíritu Santo obra
Jesús tiene que enviar el Espíritu Santo para que pueda morar en nosotros. Jesús dijo, “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” (Juan 14:16). Los discípulos creyendo que Jesús iba a enviar el Espíritu Santo se reunieron para orar en el aposento alto. Ellos no oraron para que les diera el Espíritu Santo. Jesús prometió que iba a enviar el Espíritu Santo. El Espíritu Santo mora cuando se recibe la Palabra de Dios y se acepta como palabra de verdad.
Muchas personas reciben el Espíritu Santo y hablan en lenguas, pero no pueden recibir más dones que esto. No pueden ver visiones o tener el don de discernir los espíritus. Esto es porque no reciben la palabra de Dios como revelación. Cuando recibimos la palabra de Dios como revelación ciertamente esto se convierte en un mandamiento que debemos obedecer. Cuando nosotros recibimos la revelación de Dios y la obedecemos, siempre vamos a estar llenos del Espíritu Santo.
Si nosotros somos el cuerpo de Jesús hecho iglesia somos quienes hemos recibido la Palabra de Dios por el Espíritu Santo, y no quienes hemos recibido el espíritu de esclavitud. Los que recibieron la guía de Moisés es la iglesia del desierto. Aunque ellos tuvieron experiencias sorprendentes que pueden ser envidiadas, ellos no pueden llamar a Dios, Padre, y han recibido el espíritu de esclavitud. Hoy en día nosotros como ya hemos recibido el bautismo hemos enterrado al viejo ser y hecho un solo cuerpo con Cristo. Por lo tanto, tenemos que recibir la Palabra de Dios como si Dios nos diera la revelación llamando nuestros nombres. Tenemos que obedecer a las palabras, “El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu Santo dice a las iglesias.”
Hay muchas personas que aun estando enfermos no se revisten del poder de Dios. La mayoria de estas personas tienen la caracteristica de no obedecer la palabra de Dios. Cuando se le fue ordenado al paralítico en el nombre de Jesús, “Levantate y camina.”, la persona que recibe esta palabra como mandamiento y la obedece serán sanados, pero las personas que no obedecen no tendrán más opción que no experimentar el milagro.
¿Será que usted esta tomando la palabra de Dios como mandamiento? ¿Esta usted recibiendo el mandamiento del Señor, “amense unos a otros” (Juan 13:34)? La iglesia es el cuerpo del Señor. Cada uno de los miembros al obedecer el mandamiento viven. Cada uno de los miembros tiene su habilidad y dones. Sin embargo, cualquiera de los miembros tiene que estar lleno del Espíritu Santo, y tiene que manifestar la obra del Espíritu Santo. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1 Corintios 4:20). Tiene que haber poder para que sea la iglesia, tiene que haber poder para que sea el reino de Dios. Todos nosotros tenemos que convertirnos en personas del Espírtu Santo. Tenemos que ser personas que al recibir la revelación de Dios como mandamiento estemos llenos del Espíritu Santo.
Carta de Simuón
Mirando atrás a todos los días de mi vida no puedo encontrar ni siquiera una cosa que haya hecho bien. La única cosa que creo que hice bien fue ser paciente. Por los últimos ochenta años he atravesado este mundo siendo paciente una y otra vez. Mirando atrás a esos días a la edad de ochenta años, recuerdo muchos eventos que me hicieron pensar, “Hice muy bien siendo paciente en esos momentos”. Si no hubiera sido paciente no sería quien soy hoy. Y no me queda mucho por vivir, así que no se por cuánto más tendré que ser paciente.
Alguien una vez me dijo, “puedo ver luz en su rostro”. Así que le pregunte a esa persona que tipo de luz era, y me dijo, “la luz de la paciencia.” La paciencia es uno de los frutos del Espíritu. Quizás exhibía paciencia porque el Espíritu Santo me ha dado el poder de ser paciente una y otra vez. Recuerdo la paciencia como una de las más grandes cualidades de mi cincuenta años de ministerio.
La obra de la iglesia es tan delicada. Es como una pluma que fácilmente es alejada por una delicada brisa o empapada por la gentil llovizna. Pero perseverar es solo posible por la paciencia. El resentimiento, la falta de satisfacción y las quejas siempre llegan al pastor. ¡Y qué! Debo ser paciente una y otra vez. Si hay malentendidos o conflictos, la única respuesta lo es la paciencia.
Los jóvenes no se percatan cuan pacientes sus madres han sido con ellos, porque sus madres toleran sus insubordinaciones. Pero, cuando alguna otra persona les ofrece ayuda demuestran su aprecio. De la misma manera he perseverado en numerosas situaciones irritantes, que muchos miembros de la iglesia ni se percatan. Tengo que llegar al púlpito como si nada me perturbara, no por solo poner un acto, sino para que mi iglesia sobreviva. No puedo hacerlo de otra forma.
Vehementemente deseo que mis santos sean paciente junto a mí por el bien de la iglesia. Aunque el diablo nos provoca para tener resentimiento o difamar a las espaldas de los demás, debemos permitir que el Espíritu Santo gobierno todas nuestras acciones. De ahora en Adelante, no nos odiemos los unos a los otros, sino que oremos los unos por los otros y por nuestras debilidades. Nunca nos apartemos en molestia o seamos causa de división, nunca.
Yo, Simuón, soy tan débil he imperfecto, y no soy un dios, así que tengo muchas fallas. Pero, aparte de esto he realizado mi deber con paciencia, así que por favor denme una mano alentadora, diciendo, “descanse con la certeza que nuestra iglesia realizará su deber, ayudaremos al Obispo, y protegeremos la misión de la iglesia.”
Columna de Adoración del Día del Señor.
Pastor Ki Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri