2016.10.16 – La sangre y carne del Señor
in SermonesLa sangre y la carne del Señor
(Juan 6:52-59)
Dios
Nos entregó la Palabra como bendición
Con el propósito de darnos bienestar.
Jesucristo entregó su carne y sangre
Para salvarnos de la muerte y la desesperanza,
Y nos permite estar en su seno. (Juan 6:54-56)
El Espíritu Santo
Habita en cada uno de nosotros
Testificando del poder de la sangre y la carne de Cristo, (Juan 15:26)
Manifestando así su soberanía, (1 Corintios 6:19)
Y apoyándonos para vencer al mundo.
De esta manera,
Nos guía al glorioso reino celestial
Luego de que nosotros, la Iglesia de Cristo,
Cumplimos la voluntad del Dios misericordioso
Como un solo cuerpo. (1 Pedro 3:18)
Tenemos la Palabra de Dios
En nuestro corazón, pensamiento y vida,
Por esta razón
Somos un cuerpo,
El cuerpo santo de Jesús, el templo de Dios. (1 Corintios 3:16)
Seamos miembros del santo cuerpo de Dios
Que rescatan al prójimo del pecado, la muerte y la destrucción
Y los guíe a Reino de Dios. (Efesios 4:15-16)
○ Tengamos por preciosa y sirvamos
A la Palabra que fue derramada en nosotros.
○ La Palabra que es dada en medio del culto
Es Palabra de Dios.
○ Reconozcamos y honremos
La autoridad de la sangre del Señor que está en nosotros.
※ No olvidemos la victoria
De la autoridad de la Palabra de Dios
Y tengamos gozo y agradecimiento.
Juan 6:52-59
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
Resumen
Comá la carne y sangre del Señor
El Señor dijo, “Si coméis mi carne y bebéis mi sangre, ustedes vivirán.” Podemos ver que esta frase implícitamente expresa la verdad de Dios. El mundo de Dios que nosotros más adelante encontraremos es añadida en esta palabra.
Dios desea dar su sangre y carne a la humanidad. Jesús vino a esta tierra y dio al hombre su sangre y carne diciendo, “Beban mi sangre y coman mi carne.”, y por medio de esto solo con que nosotros comamos de la carne y sangre de Dios recibiremos un gran beneficio.
La mayoría de las personas al escuchar “comer” piensan primero en el alimento. Aunque esto es una reacción muy natural, también es una reacción que muestra directamente el límite y enfoque del hombre que es carnal. Aunque coma el mejor alimento el hombre morirá en algún momento. Sin embargo, el problema más grande es que el espíritu también muere. Para que el espíritu viva tiene que haber algo aparte del alimento físico, lo cual es Jesucristo. Para que el hombre pueda vivir tiene que comer la carne y sangre de Jesucristo.
Hay un problema en el cual tenemos que pensar. ¿Cuál es la razón por la cual se usa la palabra “comer” con relación a nuestra vida de fe? En realidad la palabra “comer” en sí es un término espiritual. Aunque en la perspectiva del hombre el comer la sangre y carne de Jesús sea una comparación, en la perspectiva de Dios eso en sí es una realidad. El significado del concepto de “comer” ya había sido utilizado en la Biblia en muchas partes. Ezequiel 3:1-3 dice, “Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de ese rollo que yo te doy.”, en Mateo 4:4 dice, “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
La escena en la cual Jesús y sus discípulos comen la última cena es el pasaje que muestra con certeza el significado de la palabra “comer”. Jesús dijo a sus discípulos, “Esta es mi carne toma y come. Esta es mi sangre es sangre de pacto, recibe y come.” En la Palabra de Jesús, “Bebe mi sangre” posee el significado de que “yo moriré por ustedes”, en la palabra “Come mi carne” tiene el significado de “yo viviré por ustedes”. Vuelvo y repito, esto es igual a “Dios los ama”. La razón por la cual el día de hoy tenemos vida es porque Jesús murió por nosotros; la razón por la cual nosotros tenemos vida eterna es porque Jesús resucitó de entre los muertos. Para que la voluntad de Dios se cumpliese de que recibiéramos el alimento y bebida verdadera, el Señor tuvo que atravesar el difícil proceso de morir y resucitar.
Lo que permite recordar esta verdad es la santa cena. Al cumplir con la santa cena los miembros de la iglesia conmemoran la muerte y resurrección del Señor entre unos a otros. El bautismo también tiene una profunda relación con la sangre y carne de Jesús. Al recibir el bautismo, el sumergirse en el agua es unirse a la muerte de Jesús, la cual tiene relación con tomar la sangre de Jesús. También, al salir del agua es unirse a la resurrección de Jesús, por la cual desde ese momento nosotros comenzamos a prepararnos para el día de la resurrección. Esto tiene una relación cercana con el comer la carne del Señor.
La manera de comer la carne y sangre del Señor
Esto así, ¿cómo es que nosotros realmente tenemos que comer la carne y beber la sangre de Jesús? La sangre tiene relación con la redención. Nosotros, quienes no conocíamos nada sobre Jesús, por medio del mérito de la muerte y el derramamiento de la sangre de Jesús recibimos la redención y obtuvimos la vida. Y luego todos los días por medio del arrepentimiento nos alejamos del pecado. De esta forma, al recibir la redención y por medio del arrepentimiento es la forma de deber la sangre de Jesús.
Comer la carne de Jesús significa obedecer la Palabra. Aquí las acciones de salvar, enseñar y cuidar a los espíritus son incluidas. Si vemos esto desde una perspectiva diferente, todas estas cosas son realizadas por la iglesia, y unirse a la obra de la iglesia es la forma de comer la carne de Jesús. El Señor dejo la Palabra de vida eterna en la Biblia. Y el Espíritu Santo hace recordar esta Palabra. La iglesia tiene el deber de alentar y guiar a los miembros para que obedezcan esta Palabra.
El hecho de que el hombre reciba la sangre y carne de Dios es realmente imposible, pero a pesar de esto Dios para realizar su voluntad tuvo que esforzarse grandemente. En este proceso la preocupación de Dios fue “¿qué si el hombre fuera capaz de poder sostener esa sangre y carne?”. La persona que apareció en medio de la evaluación de Dios sobre esto fue Abraham.
Podemos saber qué tipo de persona fue Abraham por medio de varios casos que fueron registrados en la Biblia. Dios le dio a Abraham esta promesa, “Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que te mostraré. Y te daré la bendición y serás fuente de bendición.” (Génesis 12:1-3). En esa época el dejar su parentela era un hecho extremadamente peligroso. Sin embargo, Abraham confió completamente la Palabra de Dios y dejo su parentela.
Abraham al tener noventa y nueve años, Dios dijo que por medio de su mujer Sara tendría un hijo. Como Sara ya había cesado de menstruar, el hecho de que esta palabra sea cumplida con el sentido común es difícil de aceptar. Sin embargo, Abraham creyó en la Palabra de Dios, y como resultado obtuvo un hijo. La prueba de Dios no acaba acá. Dios le dijo a Abraham que entregara a su hijo unigénito que tuvo a los cien años, Isaac, como sacrificio. Para que la promesa que fue dada a Abraham sea completada ciertamente Isaac tiene que vivir. Este quien es Isaac, el ser entregado como sacrificio es un hecho difícil de aceptar. Sin embargo, Abraham también obedeció esa palabra. Esta fe de Abraham fue trasmitida por medio de su descendencia, y por medio de esta fue preparado el camino de la fe en el cual es recibida la sangre y carne de Dios.
El rey Saúl es un personaje que podemos contrastar con Abraham. Él no obedeció la palabra de Dios. Dios hizo que Saúl atacara a Amalec, pero como parte de la conquista tenía que destruir todo, incluyendo personas y animales. Sin embargo, Saúl desobedeció la ordenanza de Dios y trajo con sigo lo mejor de las vacas y ovejas. Pensó que si entregaba esto como sacrificio a Dios, Dios se complacería. Sin embargo, al desobedecer su Palabra Dios no podrá tener complacencia. La razón por la cual Dios se complació con Abraham no fue porque obedecía con el sentido común humano sino solo con el pensamiento de Dios.
Los profetas de la fe vencieron todo tipo de dificultad al obedecer la Palabra y prepararon el camino para que la promesa fuera cumplida. Cuando vino el tiempo, Jesucristo indicando al templo de Jerusalén dijo, “Destruid ese templo, y en tres días lo levantaré.” (Juan 2:19). Esto tiene el significado de, “Yo moriré por ustedes. Sin embargo, volveré a vivir.” El Señor cumplió esta palabra en su totalidad. Ahora el Señor nos dice, “¡Ustedes entierren a su viejo ser! ¡Ahora ustedes comerán la carne y sean la iglesia viviente!”
El deber de los que comen la carne y sangre del Señor
Nosotros somos los miembros de Jesús que comieron su sangre y carne, osea somos la iglesia. De la misma forma que todos los miembros del cuerpo se unen como uno para moverse, también todos los miembros de la iglesia sean uno para moverse. La noche antes de que salieran de Egipto, por orden de Dios el pueblo de Israel tomó a los corderos y comieron hasta los huesos. Esto no es fácil de hacer y ciertamente hubieron personas que no obedecieron. Pero, solo las personas que obedecieron la palabra pudieron salir de Egipto. Esto continua siendo lo mismo en la actualidad. Aunque sea algo que no entendamos Dios se complace con los que obedecen Su palabra. Nosotros debemos tener la fe de poder seguir y obedecer sin calcular, siguiendo la obra que la iglesia está realizando. Cuando Jesús le dijo a sus discípulos que comieran del pan que les daba ellos no dudaron. De la misma manera los santos de la iglesia tiene que saber moverse como cuerpo de Cristo inmediatamente.
El nuevo mandamiento es como el pedazo más grande de carne que el Señor nos da. El obedecer esta palabra no es algo que ocurrirá en un solo día. Para obedecer esta palabra tenemos que dominar estrictamente a nuestro ser y entrenar. El hecho de que nosotros tomamos de la sangre del Señor significa que ya hemos recibido el gran amor del Señor. Si hemos recibido este amor tan grande, al obedecer el mandamiento de amarnos uno a otros tenemos que hacer que la iglesia triunfe. También la persona que está luchando para vencer la enfermedad, la persona que desea que su familia vaya bien, primero tiene que esforzarse para que la iglesia este bien. Esto es porque si el Señor triunfa dentro de nosotros cuidara de nuestra vida.
Somos el cuerpo del Señor. Por lo tanto, tenemos que hacer que el Señor nos use cuanto Él desee. Tenemos que entregarnos a nosotros mismos para la iglesia. Primero, el culto en sí tiene que hacer que el Señor more dentro de nosotros y ser un momento en el cual Él obre. El tiempo de la predica tiene que ser el tiempo en el cual Dios hable. Esto no es posible con el solo esfuerzo del pastor. Esto es posible solo cuando toda la iglesia es una y desee la sangre y carne de Dios. Juntos bebamos de la sangre del Señor, comamos la carne del Señor y creemos el cuerpo perfecto del Señor.
Carta de Simuón
Muchos rumores revelados por parte de los partidos políticos están causando confusión en el mundo. Aunque el líder de un país debe ser respetado, los líderes de Corea ya han perdido respeto. Completamente olvidaron que al criticar las faltas y debilidades de otros la gente del país que también apoyan esos líderes son avergonzados junto con ellos.
Dios ya proclamó que la humanidad es injusta. La crucifixión es el espejo que revela la realidad de la humanidad, que condenó a una persona sin pecado como si lo fuera para luego llevarlo a matar. Si yo entrara en la política el día de hoy sería asesinado. No soy una persona justa, una botella vacía que no tiene nada de que enaltecerse, un hombre miserable. Aunque he revelado todas mis debilidades a través de mis ensayos, tengo que confesar que tengo otros cosas que son vergonzosas además de las antes reveladas. Ante Jesús no tengo derecho de declarar que soy justo. Por ende solo confieso, “Soy un pecador”. Soy un pecador muerto, que se defiende a sí mismo con excusas. Con esta confesión mi corazón está en paz y feliz.
La razón por la cual soy tan veraz es porque dependo de los méritos de Jesús y mi testimonio es basado en Su justicia. Así que antes de que una persona pretenda hacerme sentir avergonzado, confieso que soy una persona que no tiene nada de que estar orgullosa para así vivir el resto de mi vida en humildad. Visto desde la perspectiva secular mi actitud me haría sufrir perdida, pero a pesar de esto quiero disfrutar de la libertad que yace en el Señor.
Soy un pecador con muchas faltas. Sin embargo, quiero estar orgulloso de los méritos de Jesucristo y la justicia de Su resurrección. Así que al ser un experto en el conocimiento de Jesús, pro-activamente testificaré sobre Jesucristo ante cualquier tipo de persona y bajo cualquier circunstancia, esta es la forma en la que vivo y la gran obra que estoy realizando.
Quiero recibir el amor del Señor y las bendiciones de Dios. Mi carne está completamente gastada, incluso ahora he perdido el sentido del gusto. Cualquier cosa que como, no la estoy disfrutando, solo como para sobrevivir. Pero ahora, conozco el placer y el sabor de vivir por el Señor, y me doy cuenta que la carne no es nada y no puede amedrentarme en lo absoluto. Recientemente estoy predicando, pero lo estoy haciendo a riesgo de mi propia vida. Estoy corriendo con la esperanza que mora profundo en mi corazón, de la cual habló Jesús.
No soy una persona que ame la carne, y estoy dispuesto a amar mi alma y hacerme a mí mismo lleno de la Palabra del Señor, Su sangre, y el Espíritu Santo que Él ha enviado. El Señor expande sus brazos en el trono más alto para recibir mi alma …
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri