2016.09.18 – El Evangelio sin desesperanza
in SermonesEl Evangelio sin desesperanza
(Lucas 7:11-17)
Dios
Es la fuente de la felicidad eterna.
Dios comparte su felicidad
Con todos los que están en Él. (Génesis 22:18)
Él envió a su Hijo al mundo
Para que por Él
Puedan obtener la felicidad. (1 Juan 4:9)
Sin embargo el mundo está rodeado por una sombra de infelicidad
En donde la desesperanza y el desespero siempre están presentes,
Por eso la humanidad está cansada.
Jesucristo
Tuvo misericordia de este mundo,
Lo reparó
Y sembró allí la alegría de Dios.
El Señor que se encontró con la viuda de Naín
Es nuestro Señor. (Lucas 7:16)
El Señor que envió al Espíritu Santo (1 Corintios 3:16)
No solo nos salvó
De la infelicidad
Sino que nos permite participar de la alegría eterna en su reino. (Juan 14:2-3)
En el Evangelio no hay desesperanza.
○Recordemos
Que la forma de obstaculizar la desesperanza
Se encuentra en nuestros hechos.
○ Para vencer la desesperanza y el desespero
Debemos arrepentirnos para así reparar el alma
Y nuestro corazón y obras.
Recordemos
Que la felicidad de Dios
Se encuentra en la autoridad del que la anuncia.
※ El Evangelio
Es el poder del Dios de misericorida
Que puede detener la desesperanza y el desespero.
Lucas 7:11-17
11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.
12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.
13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.
16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.
17 Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.
Resumen
Las personas que cayeron en el pantano de la desesperanza
Para el cristiano que cree en Jesús y recibe la salvación es normal vivir la vida de fe con todas las fuerzas y el corazón. Pero, hoy en día hay dos grupos de cristianos dentro de la iglesia. El grupo que invierte toda su vida en la vida de fe y el grupo que tan solo satisfacen la mínima condición necesaria poder entrar al Reino de los Cielo. En realidad todos ellos cuando fueron evangelizados por primera vez y vinieron a la iglesia tuvieron la sorprendente experiencia espiritual de ser libres del pecado y fueron conmovidos en sus corazones de gran manera. Sin embargo, muchos entre esas personas no pudieron sostener el hecho que fueron conmovidos en ese día, o se olvidan de esto por completo.
Aunque las personas tienen experiencias espirituales una de las razones por la cual no pueden continuar con ellas es porque están exhaustas de las opresiones de la vida. En el mundo no hay ninguno que no haya caído en desesperación. En circunstancias donde las riquezas dominan al cuerpo y el corazón del hombre es lastimado fácilmente, las personas quienes están fatigados de la opresión de la vida, aunque en el pasado hayan recibido una gran bendición, en su mayoría no podrán pensar en esforzarse por la obra espiritual. Especialmente en países como Corea en donde la sociedad pone gran importancia en las riquezas y en las apariencias, o en los países en desarrollo donde las personas son acosadas por la pobreza y violencia, la posibilidad de esto es mayor. Por ser acosados por la vida en el mundo no tienen la libertad de prestar atención a lo espiritual.
En esos momentos la iglesia tiene que ser el lugar en donde las personas venzan la fuerza de la desesperanza, donde toda semilla de desgracia sea desraizada, y donde la felicidad de Dios se completa. Muchas personas tienen heridas en el corazón por los problemas, y son acosados por el temor de no saber cuando volverán a sufrir este tipo de heridas. Incluso, hasta las personas que exteriormente pueden verse como si no tuviera ningún problema, puede darse el caso de que estén a punto de desfallecer por una herida que no conocemos. El decirles a estas personas, “El mundo normalmente es un lugar de aflicciones por lo cual tiene que aguantar” podría aparentar como si se estuvieran cubriendo las heridas. Pero cuando las misiones de esta manera toman a la ligera las heridas de los demás y tratan de cubrirlas forzadamente, será más difícil para las personas que están fatigadas del sufrimiento en poner un pie en la iglesia.
Jesús, el que trae gozo en medio de la desesperanza
En la ciudad de Naín había una viuda. Ella quien había perdido a su esposo y mientras continuaba viviendo una vida difícil como viuda le vino otra desgracia. El único hijo que tenía falleció. Ella tuvo que experimentar dos veces el evento más difícil de soportar en este mundo. Para ella su hijo no solo era la razón para vivir, sino que era la razón de vida por la cual ella podría sobrevivir. En esa época el apoyo económico provenía de la familia (primordialmente él hombre), y el hecho de que una viuda se subsistiera por sí sola era realmente triste.
La viuda de Naín simplemente estaba en la desesperanza. Pero ella en el camino para enterrar el ataúd de su hijo, encontró a Jesús. Jesús le dijo a la viuda la cual estaba llena de tristeza, “No llores.”, luego ordenó al hijo muerto diciendo, “Joven, a ti te digo, levántate.” El joven quien había muerto se levantó, y las personas que presenciaron esta escena impactante dieron gloria a Dios. Si se hubiera dado el caso de que la viuda de Naín no hubiese tenido el encuentro con Jesús, ella hubiera vivido una vida verdaderamente miserable. Sin embargo, ella en el camino oscuro de la desesperanza encontró a Jesús, y por medio de este obtuvo la esperanza y el gozo.
El Señor quien ayudo a la viuda de la ciudad de Naín ahora mismo también nos está ayudando. Él es quien conoce nuestras necesidades, y nos desea ayudar. Mientras Él está preparando nuestras moradas en el cielo, nosotros quienes hemos sido dejados en esta tierra tendremos encuentros con todo tipo de situaciones desesperantes. En esos momentos no debemos tomar esa desesperación como algo normal, sino que debemos pedir la ayuda del Señor. El Señor mismo, quien ha escogido a los que cayeron en la desesperanza y caminan por ese camino, ósea nosotros, calmará nuestra desesperanza.
Evangelio, el mandamiento del Señor que detiene la desesperanza
El evangelio es el mandamiento del Señor para detener la desesperanza. Para las personas del mundo la desesperanza es como una ley que no se puede desobedecer. Muchas personas al experimentar una desgracia ya sea pequeña o grande su ánimo decae. Antes de que la desgracia viene las personas ya tienen la postura para apartarse a un lado. Sin embargo, nosotros somos personas que viven por el mandamiento del Señor, que puede calmar en un instante la gran ola que el mundo nos manda. El Señor quien rompió con la ley de la desesperanza y nos salva, nos llevará al Cielo. Por lo tanto, nosotros tenemos que acostumbrarnos a bloquear con la ayuda de Dios al pasar por el camino de la desgracia y desesperanza.
Para esto, fundamentalmente tenemos que tener “la fuerza del gozo de Dios” dentro de nosotros. Esto, no se refiere a cubrir por un instante las heridas y desesperanza de nuestro corazón buscando la paz psicológica.
El primer paso para manifestar la fuerza del gozo de Dios es el respeto y la solidaridad entre los miembros que están dentro de Cristo. Cuando este tipo de esfuerzo es continuo la herida que aún está en el corazón de las personas cicatrizará, y poco a poco más personas abrirán su corazón a las otras personas. Por medio de esto, si una relación sincera entre los santos es hecha, se manifestara fuertemente la ayuda de Dios de detener la desesperanza, y los que han experimentado esto podrán entender la forma de como sobrepasar el temor de la desesperanza.
Seamos la iglesia que vence la desesperanza con el evangelio de Jesús
Nosotros tenemos que formar una iglesia que venza la desesperanza con el evangelio de Jesús. Para esto, primero siempre tenemos que estar conscientes de que el Espíritu Santo mora en nosotros y no debemos olvidar honrar y temer al Espíritu Santo. Siempre tenemos que estar conscientes de los ojos del Espíritu Santo que observa nuestro corazón y acciones. Si nos percatamos aún un poco que el Espíritu Santo va a obrar, no debemos ignorarlo.
Segundo, debemos descubrir diariamente la ayuda de Dios y siempre agradecer y testificar sobre ello. El hecho de que nosotros estamos viviendo sin ningún problema y en paz es testimonio de que Dios está bloqueando todas las desgracias que vienen a nosotros. Por lo tanto, tenemos que recordar la verdad de que Él siempre nos está ayudando, y dar gracias sobre esto. Muchas personas tratan la ayuda de Dios como si fuera una coincidencia. Sin embargo, nosotros tenemos que buscar la ayuda de Dios que está en medio de nuestra vida y dar gracias a Dios sin parar. Si recibimos la ayuda de Dios y no somos agradecidos, esto es no creer en la ayuda de Dios, y esto no tiene nada de diferente que rechazar la ayuda de Dios.
Tercero, tenemos que experimentar los milagros de Dios constantemente. El vivir experimentando el milagro de Dios es la vida del cristiano. El experimentar la obra que Dios está haciendo y compartir sobre estas obras con los santos es algo que no debe parar.
Cuarto, los santos entre sí tienen que consolar sus corazones. Las palabras de dar aliento no pueden parar. En la iglesia no solo los problemas del espíritu tiene que ser sanados sino que también el corazón con las heridas que fueron acumuladas al vivir en este mundo. Las palabras de respeto y solidaridad entre las personas y también el solo hecho de entender el dolor puede ser de gran fuerza.
El evangelio no es solo para escuchar. El evangelio por medio de nosotros hace que nos revistamos de la ayuda de Dios para asegurar el triunfo. Para obtener el triunfo todos los miembros de la iglesia juntos tienen que sacrificar y luchar. Todos tenemos que levantarnos y servir a la iglesia del Señor, y luchar contra las artimañas del enemigo que destruyen a la iglesia. Dios desea extender su felicidad en nosotros. Nosotros tenemos que dar la bienvenida a esta que es la obra de Dios. Tenemos que hacer que Dios obre dentro de nosotros.
Pastor Lee Ki Taek
Centro de Misión Sungrak
Carta de Simuón
No soy una persona famosa. No tengo ningún deseo de ser famoso ni tampoco lo he intentado. Después que descubrí la verdad, la vida se convirtió en mucho más que eso. Solo tengo el pensamiento de ser una pequeña semilla de mostaza, siendo de beneficio para toda obra como una buena semilla. Una vez sembrada, una semilla germina, crece gradualmente, y una vez desarrollada puede utilizarse y ser placentera para el Señor, mi esperanza.
No tengo suficiente tiempo para escribir ni tampoco suficiente poder. Hace algunos años, recibí una contusión. Cuando ocurrió el incidente, afortunadamente habían personas junto a mí, así que pude evitar un mayor daño, pero frecuentemente tropiezo porque no tengo suficiente poder en la parte baja de mi cuerpo como efecto secundario de la caída. Todo el día me siento soñoliento y con falta de coordinación. Necesito obtener más poder físico porque tengo mucha obra por realizar, pero apenas tengo mejoría. La carne de una persona es tan débil y trivial, pero neciamente todavía no he reconocido esto.
Lo que quiero por ahora es dar cierre a mi trabajo hasta que Dios me tome de este mundo. Deseo finalizar la obra como una buena semilla de mostaza. Solo quiero concentrarme en los deseos de mi espíritu, rechazando mis deseos físicos. Dios vive, al igual que Jesús, por ende quiero realizar la voluntad de aquel que vive por siempre, por medio de su Espíritu.
Porque siempre entrego la Palabra de Dios, hay fe en el mensaje que es estregado mediante mi boca. Entrego las palabras, no de un ser muerto, no siendo consumidos en sus enseñanzas, sino las del Dios que vive. Le doy gracias a Dios porque aunque han transcurridos miles de años desde que Sus palabras fueron reveladas. Incluso ahora, estoy entregando las palabras del que vive por medio del Espíritu Santo.
Si no hablo por medio del Espíritu Santo, no puedo entregar las palabras del que vive eternamente. Aunque las palabras fueran dichas hace miles de años, el Espíritu Santo me da las palabras en mi boca, haciéndome hablarlas, entonces así soy capaz de testificar a las palabras de aquel que vive por siempre mediante el Espíritu Santo. Ahora Jesucristo vive a la diestra de Dios, y testifico mediante mis labios las palabras vivas que Él habla; esto significa que Dios vive y continua hablando, y el Espíritu Santo me enseña las palabras, y luego yo entrego las palabras. Esto es, yo entrego las palabras que viven por siempre.
Por lo tanto, palabras dichas sin el Espíritu Santo, aunque algunas puedan parecer sabias, son muertas. Cuando se hablan las palabras de grandes santos del pasado, como murieron hace mucho tiempo, si yo entrego sus palabras, esas palabras también están muertas. Sin embargo, siempre solo entrego las palabras del Espíritu Santo; lo que entrego son las palabras de aquel que vive por siempre. Por esto es por lo que verdaderamente estoy agradecido.
Columna de Adoración del Día Del Señor
Pastor Ki-Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri