2016.09.11 – Encomiende su alma al Señor
in SermonesEncomiende su alma al Señor
(Hechos 7:54-60)
Dios
Creó el alma y el cuerpo del hombre.
La existencia física del hombre es limitada
Pues cuando muere vuelve al polvo. (Génesis 3:19)
Sin embargo, aunque el cuerpo del hombre fallezca,
El alma no desaparece.
Por lo tanto,
No podemos tomar a la ligera
O sin cautela
La vida que será luego de la muerte física. (Hebreos 9:27-28)
El alma de los hombres que recibirán la salvación
Irá al paraíso luego de la muerte física
Y luego de la venida del Señor resucitará y se transformará en cuerpo, (1 Corintios 15:51-52)
Para por último ir al Reino de los Cielos
Pero el alma de los incrédulos
Están en espera
Del castigo eterno que se desplegará en ellos. (2 Tesalonicenses 1:8-9)
De esta manera
Mientras nuestro cuerpo esté vivo
Debemos encomendar nuestra alma a Jesucristo (Hechos 7:59)
Y hacer que sea guiada por la Palabra.
Las obras y palabras del Señor Jesús
Son el único camino y poder que llevan al Reino de los Cielos y la vida eterna. (Juan 6:68)
○ Para cumplir con el cargo y la tarea que el Señor nos ha encomendado
Debemos sacrificar nuestro cuerpo. (1 Corintios 15:58)
○ Tengamos una vida que conozca
El Espíritu del Señor que nos resucitará.
○ La salvación del alma
Es una autoridad especial de aquellos que encomienda su alma al sEñor
Por eso debemos entrenar un corazón de predicador.
※ Seamos una Iglesia que sea sensible para dar respuesta
A la Palabra
Que el Señor nos ha dado.
Hechos 7:54-60
54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.
57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él.
58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Resumen
¿A quién encomendará su espíritu que fue hecho eterno?
Dios creo el espíritu y el cuerpo. Para el hombre, quien es una criatura, el espíritu y la carne son inseparables. Sin embargo, el camino que el espíritu tiene que tomar ciertamente es diferente al camino que la carne tiene que tomar. Las personas del mundo están yendo por el camino de la carne. Como en realidad este mundo tiene las condiciones óptimas para ir en el camino de la carne, por lo tanto en este lugar, si se busca el beneficio para el espíritu, la carne tendrá que soportar diferente dificultades. Por consiguiente, no hay más opción que la vida del santo tenga conflictos entre el espíritu y la carne.
Mientras esté en esta tierra el hombre tiene un camino que tomar. Dependiendo de qué camino siga el hombre podrá ir al Reino de los Cielos o podrá ir al infierno. Vuelvo y repito, sin importar qué conflicto tenga una persona en este mundo, al recibir a Jesucristo tiene que ser libre de la muerte. Abandone este mundo que está corriendo hacia la destrucción y cambie su dirección hacia al Reino de los Cielos. No podemos dejar pasar la oportunidad de vida. Sin embargo, los incrédulos niegan la existencia del espíritu. Aunque el espíritu tiene que convertirse en dueño, desafortunadamente el cuerpo está haciendo el rol de dueño.
Aunque la vida de la carne es muy corta, los deseos de la carne tienen gran poder. Si la carne está atada a las sensaciones responde sensiblemente con los emociones. La carne obstaculiza con sus deseos el camino que el espíritu tiene que tomar, al morir no tomará ninguna responsabilidad del espíritu sino que instantáneamente se irá. Mientras que el espíritu no sea extinguido, tiene que abrir la puerta del siguiente mundo y tendrá que entrar. Por lo cual lo que necesita cuidado es el espíritu. La carne una vez que vuelve al polvo de la tierra ya no necesitará cuidado, el espíritu no es así.
Entonces, ¿a quién debemos encomendar nuestro espíritu? Somos personas que encomendamos nuestro espíritu a Jesús. Los espíritus que fueron encomendados a Jesús luego de perder la carne descansarán en el paraíso, y en el día en que Él vuelva de nuevo resucitarán y finalmente entrarán en el Reino de los Cielos. En cambio el espíritu de los incrédulos, luego de que la carne muera, estarán temblando de horror en el Hades, y al resucitar en el día del juicio serán arrojados en el infierno. Asimismo si entra en el Reino de los Cielos o si es arrojado al infierno, todo hombre resucitará y tendrá el cuerpo que no se corromperá por la eternidad.
La resurrección de los santos es revestirse del cuerpo espiritual por la palabra de Cristo
Jesús resucitó. Nosotros quienes nos hemos unido a Él también resucitaremos. Sin embargo, la resurrección que nosotros vamos a experimentar tiene una diferente naturaleza con la resurrección de Jesús. El origen del cuerpo que nosotros ahora tenemos es del polvo de la tierra. Sin embargo el origen del cuerpo de Jesús es la palabra de Dios. El cuerpo con el cual resucitó Jesús es el cuerpo que uso antes de que muriera. Él resucitó con el cuerpo en el cual fue apuñalado y latigado. En cambio nuestra resurrección no es volver a obtener el cuerpo que volvió al polvo de la tierra. Nuestra resurrección es revestirnos de la palabra de Dios por el cual el espíritu cambia a un cuerpo. Por lo tanto, no hay necesidad de guardar algún afecto hacia el cuerpo que usamos en esta tierra.
¿Qué ocurrirá en el caso de los santos que siguen viviendo en el momento que el Señor vuelva? Ellos experimentarán el cambio de su cuerpo a uno espiritual instantáneamente. Esto no significa que algo que no es santo cambie a ser algo santo. En 2 Pedro 3:10 dice, “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos.” Cuando el Señor vuelva, el cuerpo que viene del polvo de la tierra desaparecerá repentinamente, y al mismo instante el espíritu cambiará en un cuerpo, de esta manera según la perspectiva del hombre puede deducir que el cuerpo que tenía que corromperse no lo hizo sino que cambió.
Los incrédulos también experimentarán la resurrección. Luego de la primera resurrección que los santos tendrán y al pasar mil años es la resurrección de ellos la cual es recibir el castigo que fue preparado. Como sin el cuerpo el espíritu no puede sentir el castigo, no tendría ningún significado. Al tener el cuerpo podrán sentir, al sentir podrán sentir el dolor, y así el castigo tendrá significado. Luego de que los incrédulos reciben el cuerpo que no es extinguido por la eternidad serán arrojados al infierno. Esta es la segunda muerte.
Encomendemos nuestro espíritu a la palabra del Señor
Ahora en esta tierra los creyentes y los incrédulos coexisten entre sí. Los incrédulos no tratan de creer en el evangelio de salvación que los creyentes están llevando, y ni siquiera quieren escucharlo. Entre ellos algunos niegan en absoluto el mundo luego de la muerte. También algunas personas luego de la muerte encomiendan así mismos a su descendencia. Para esas personas su descendencia es el ser quien tiene la responsabilidad de su vida después de la muerte. En el caso de no tener hijos las personas adoptan para que sirvan a su espíritu. A diferencia de esas personas, nosotros somos personas que hemos encomendado nuestro espíritu a Jesús.
Esteban, quien es uno de los diáconos ordenados de la primera iglesia, al testificar sobre Cristo sufrió el martirio por parte de los judíos. Justo antes de su muerte vio al Señor en el trono e inmediatamente exclamó, “¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!” Aunque ahora esa confesión puede ser tomada como obvia, el hecho de que Esteban quien había vivido toda su vida en el judaísmo hablara de esa forma era algo sorprendente. Esteban al ser apedreado por la furiosa multitud oró por ellos diciendo, “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” El hecho de que él pudo obrar de esta manera es por la certeza de que él irá al Reino de los Cielos y que el Señor se encargará de su espíritu.
El Señor dijo, “De cierto te dijo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43). Esta palabra no es la palabra que está escrita en la Biblia, sino que es la promesa del Señor que nos da el día de hoy. El Señor también prometió, “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” (Juan 14:2-3). Al creer en esta promesa, debemos encomendar nuestro espíritu al Verbo que vino a esta tierra. Esto es porque Él es quien nos llevará a la casa del Padre en el futuro.
Practicar la palabra de Jesús es la forma en que encomendamos nuestro espíritu. Pero lo más importante es sostener el trabajo de Dios durante toda nuestra vida según como Él nos guíe. Vuelvo y repito, nosotros al conocer que la obra de la iglesia es el trabajo santo que Él nos ha dado debemos dar nuestra vida y sostenerlo. Hasta el día en que el tiempo del cuerpo sea cumplido tenemos que guardar nuestra fe en el cual encomendamos nuestro espíritu al Verbo que se hizo carne.
Aunque por medio de la obra de Cristo fuimos justificados, no somos santificados automáticamente por Él. El señor nos encomendó el trabajo del Cielo, a nosotros los justificados, para que al obrar seamos santificados. Por lo tanto, sin importar si es el trabajo más pequeño, pero si fue dado por el Señor y si es para la iglesia, tenemos que sostener eso con gratitud. Esto así, el día en el cual el Señor vuelva de nuevo, nosotros recibiremos el cuerpo espiritual y entraremos en abundancia en el reino eterno.
Pastor Lee Ki Taek
Centro de Misión Sungrak
Carta de Simuón
En el pasado, el poder salió similar al vapor emitido por una locomotora, ahora, esa vieja locomotora que raramente descansa, ha perseverado una y voz hasta el presente. Solía correr como una locomotora que expulsaba una nube de poder, pero ahora esta vieja locomotora de vapor apenas puede recuperar su aliento, aun así he perdurado todo este tiempo. Hubieron ocasiones en las cuales solo sentía llorar angustiadamente.
La única cosa de la cual he querido testificar por el último medio siglo es el “Panorama de la Voluntad de Dios”. Muchas personas han pasado por mi camino, pero como una lata de soda aplastada, no queda nada más. Profundamente me he dado cuenta que muy pocos son verdaderos discípulos de Dios. La mayoría de las personas solo han considerado mi mensaje como una herramienta para entregar sus sermones, pero no han recordado nada sobre “El Panorama de la Voluntad de Dios”. Cada planta y árbol tiene su propia raíz, y la raíz es más profunda y abundante que la parte que está sobre el nivel del suelo, pero ellos descartan esto. Por ende, yo he llorado mucho. Lamento que no haya nadie que pueda entregar “El Panorama de la Voluntad de Dios”.
Más que alivio para mi carne, he querido consuelo para mi alma. Esto es lo que deseo de Dios, también la verdad que Jesucristo escribió con Su sangre, verdad la cual el Espíritu Santo ama y obra. Sinceramente amo al anciano Sang-Ho Cho, mi amigo, mi eterno compañero de obra, el cual durante mi vida ha consolado mi carne y alma. Quiero conmemorar a mi inolvidable salvador, mientras siento que me acerco al tiempo de mi despedida, habiendo sido cortado y gastado por el tiempo el cual es como una sierra de corte afilada.
¡Anciano Cho! Verdaderamente usted es mi compañero de trabajo y apóstol de amor. ¿Quién más conoce el corazón de Simuón? Lo he gritado con todo mi corazón, pero lamento el hecho de que la verdad que procede de mi boca no es completamente reconocida, sino considerada como un sermón barato. Sin embargo, usted ha aceptado mi voluntad y fe, la cual están en lo más profundo de mí, y coopera con mi obra. ¡Anciano! ¿Qué debemos hacer? Proclamamos ser siervos del Señor, pero lo dudo. Derramo lágrimas cuando pienso en usted, y me siento alentado. Lo que quiero hacer es convencer a las personas sobre el Panorama de la Voluntad de Dios en sus almas.
Ya han transcurrido 37 años desde que visité Kuwait, donde usted habitaba en aquel entonces. Luego de visitar India, Sri Lanka, Nepal y Bangladesh, era casi un pordiosero al llegar a Kuwait. A partir de ese momento, siendo consolado en su profundo amor, me he convertido en quien soy hoy en día.
¡Anciano! Usted enseña el Panorama de la Voluntad de Dios como mi alter ego. Tenemos que enseñar aunque sea una persona tanto como somos capaces. Le agradezco por dedicar sus dos hijos a Dios, usted es verdaderamente mi compañero de trabajo. Por el bien del Reino de los Cielos, cuídese. Estoy orando por usted mediante mis lágrimas.
Columna de Adoración del Día del Señor
Pastor Ki-Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri