Servicio del Día del Señor del 17 de agosto del 2025
La oración por el pastor
(Efesios 6:19-22)
Pastor Sung Hyun Kim
“¿Orar por el pastor? No sé… ¿Acaso servirá de algo la oración de alguien como yo? Nuestro pastor es una persona fuerte.” ¿Se ha encontrado pensando de esta manera? Si es así, puede que su pastor esté luchando solo, sin ningún tipo de apoyo, en esta intensa guerra espiritual. La iglesia realiza la obra de proclamar la gracia de Dios, salvar las almas y protegerlas. Esta es precisamente la obra que más detesta Satanás, por lo que abundan los obstáculos. Pero si dentro de la iglesia solo el pastor se interesa por esta tarea, el resultado es más que evidente. Debemos recordar que el llamado de Dios no es solo para el pastor, sino también para los santos de la iglesia.
Pablo, aun estando encadenado, pidió oración a los santos. Sorprendentemente, la petición que hizo no fue por su bienestar personal. Aunque podría haber dicho: “Oren para que pueda ser liberado de aquí”, no lo hizo. En cambio, pidió: “Oren para que se me conceda la palabra, a fin de que, al abrir mi boca, anuncie con valentía el misterio del evangelio.” Pablo no fijó su mirada en sus circunstancias, sino únicamente en la expansión de la Palabra. Para él, lo importante no era su persona, sino la obra del evangelio. Y quienes debían llevar a cabo esta obra no era solo Pablo, sino todos los santos que han sido revestidos de la gracia del evangelio.
El pastor es un blanco directo de los ataques de Satanás. Él sabe muy bien que, si hiere al pastor, las ovejas se dispersarán. Por eso procura desanimar a los pastores, hacerlos caer en la autosatisfacción o empujarlos a ministrar con motivos egoístas. Si estas artimañas tienen éxito, la obra del pastor de perfeccionar a los santos no podrá realizarse adecuadamente. Por el contrario, si la iglesia se mantiene firme, es porque la fuerza que Dios concede la sostiene, y eso, a su vez, es fruto de que los santos han unido sus fuerzas en oración por su pastor. A través del respaldo de la oración de los santos, el pastor puede resistir y sobrellevar las dificultades con mayor fortaleza que antes.
Pablo se llamó a sí mismo “embajador en cadenas”. Incluso al estar en una situación donde no tenía libertad, no olvidó que era un representante autorizado del Rey de Reyes para proclamar el evangelio. Lo que él pedía no era comodidad para sí mismo, sino el poder para anunciar con valentía la palabra que le había sido encomendada. Su petición de oración equivalía a este clamor: “Luchen conmigo; ustedes no son ajenos a esta obra.” La expansión del evangelio no era un asunto personal suyo, sino una batalla espiritual en la que todos los santos debían participar y apoyar. En esta lucha, donde el reino de Dios y el reino de Satanás se enfrentan, los santos no pueden permanecer neutrales.
Si los santos no oran por la iglesia y por su pastor, y solo se enfocan en sus propios problemas o en los de su familia, es como rechazar el favor más amplio que Dios mismo está extendiendo. Dios ha establecido al pastor para perfeccionar a los santos, nutrirlos con la Palabra y transmitir bendición. Por lo tanto, la oración por el pastor no es solo una oración por una persona, sino que, en realidad, es una oración por uno mismo, una oración por toda la iglesia y una oración por el reino de Dios. Oremos, entonces, con todo fervor por el pastor. Reconozcamos la voluntad de Dios, quien nos ha llamado a un mismo camino, y respondamos a ese llamado con misericordia y fidelidad.


