Dios está con nosotros
Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras,
toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.(Génesis 17:8)
Dios le dio una promesa a Abraham, diciéndole que le daría tierra, descendencia y que Él sería su Dios. Como mencioné ayer, cuando Dios dijo que sería su Dios, significaba que sería su Rey y su Pastor, aquel que da su vida para salvar de lobos y osos a las ovejas que el Padre le ha encomendado. Sin embargo, hay una condición previa para ello. El pastor no deja a las ovejas pastando en el campo por sí solas. El pastor siempre permanece con sus ovejas. Por eso, un pastor vive como un peregrino, viajando con sus ovejas durante muchos meses; nunca las abandona.
Así pues, ser un rey significa estar siempre con su pueblo, sin separarse jamás. Si un rey vive lejos de su pueblo, eso es un dominio colonial. El Imperio Británico gobernó Hong Kong, aunque su monarca no viviera entre el pueblo. Eso es explotación; una colonia. Pero un rey debe comprender las necesidades y las condiciones de su pueblo. Por eso, cuando llegan las elecciones en Corea del Sur, los candidatos hacen cosas que normalmente no harían con el fin de ser elegidos como presidente. Van por los mercados, comen comida callejera y experimentan lo que la gente común hace. Pero eso solo dura un tiempo corto. Una vez que llegan a ser presidentes, no es fácil que sigan haciendo lo mismo.
Sin embargo, Dios dijo: “Habitaré entre vosotros, pero no solo eso, sino que también andaré entre vosotros”. Dijo que caminaría entre ellos y tendría su morada con ellos. Eso es lo que hace a un rey. Cuando Dios dijo: “Seré vuestro Rey, vuestro Dios”, siempre va acompañado con una escritura en particular. Si buscamos en Levítico 26:12, leamos juntos: “Y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo”. Aquí primero dice: “Y andaré entre vosotros”. Él estará entre su pueblo; caminará entre ellos, los observará y verá qué dificultades tienen. En el versículo 11, dice: “Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará”. Pondrá su morada entre ellos. No está diciendo que tendrá su morada en un lugar privilegiado mientras que el de ellos estará lejos, apartado. La morada de Dios estará entre las moradas de su pueblo. Así que, si ellos enfrentan dificultades, Dios pasará por ellas con ellos; si el sol brilla sobre ellos, también brillará sobre Dios. Dios atravesará todas sus dificultades con ellos, por lo tanto, podrá ayudarlos.
Jesucristo no es alguien que simplemente se compadece de nuestros problemas; Él ha pasado por todas nuestras aflicciones y sufrimientos, por lo tanto, puede ayudarnos. Algunas personas piensan que Dios nos anima desde el cielo sin haber experimentado las dificultades que enfrentamos. Sin embargo, Dios vino primero a este mundo, pasó por pruebas y sufrimientos más duros que los que cualquiera de nosotros enfrentará jamás, y fue victorioso. Por esta razón, Él puede decirnos con plena autoridad que resistamos y perseveremos hasta el fin. Tiene todo el derecho de decirlo. ¿Por qué? Porque Él lo hizo primero. Cuando nos dice: “Resistid hasta la sangre, pelead contra el pecado”, no podemos responderle: “Pero Tú ni siquiera tienes sangre para derramar”. De hecho, Él ya derramó Su sangre y recorrió ese camino, por eso puede decirnos esto. Así que no podemos decirle: “Pero Tú eres Dios y no tienes carne, así que no entiendes nuestras circunstancias”.
Leamos también Éxodo 29:45. Leamos todos juntos: “Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios.” Una vez más, vemos aquí que Dios dice que será su Dios, pero antes de eso dice que habitará entre los hijos de Israel. En otras palabras, Su morada estará entre ellos. La razón por la cual Dios les ordenó construir un tabernáculo para que Él pudiera habitar entre ellos. Éxodo 25:8. Leamos: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.” Como vemos, la razón por la que construyeron el tabernáculo fue para que Dios habitara entre ellos. Ahora leamos Ezequiel 37:27. Leamos juntos: “Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” Versículo 28: “Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.” La condición previa para que Dios fuera su Dios era que Su morada estuviera entre ellos. Así que Él habita con ellos.
En los tiempos del Antiguo Testamento, en el desierto, construyeron el tabernáculo de Dios en medio de sus tiendas y habitaron juntos. Y el pueblo creía que Dios estaba con ellos al ver el tabernáculo. Más adelante, llegaron a comprender que lo más importante dentro del tabernáculo era el arca del pacto. Sin embargo, perdieron el arca del pacto y todo fue destruido, de modo que Dios ya no estaba con ellos. Entonces, el pueblo decide en reconstruir el templo más sólidamente con piedras en Jerusalén, pensando que Dios seguramente estaría con ellos, pero incluso eso fue destruido más tarde. Cuando lo restauraron nuevamente, convencidos de que Dios definitivamente estaría con ellos, Jesús vino y dijo: “Destruidlo”. Así que fueron impactados enormemente. No fue cualquier persona quien dijo esto, sino alguien a quien muchos en Israel admiraban y seguían en ese tiempo. Por eso, quedaron atónitos al escucharlo decir: “Destruid este templo”, porque creían que Dios debía estar con ellos y ser su Rey. Pero Jesús se refería a Su cuerpo como el templo. Y ahora nos ha permitido ser miembros de Su cuerpo para que nosotros también seamos templos suyos.
Ahora, cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros, no es como cuando el ángel venía al templo en los tiempos del Antiguo Testamento. En cambio, el Espíritu de Dios – el Espíritu Santo – viene en el nombre de Dios a nosotros, que hemos llegado a ser miembros del cuerpo de Jesús; Él está verdaderamente con nosotros. Por lo tanto, la promesa de que Dios estará con nosotros por la eternidad se ha cumplido en nosotros. Si alguien ha recibido el Espíritu Santo en el nombre de Jesús, independientemente de lo que suceda con sus sentimientos después, la promesa de Dios ha sido cumplida. El nombre de Dios está con él, y las palabras de Dios que dicen: “Mi morada estará en medio de ellos” y “Estaré con ellos para siempre” finalmente se han cumplido. Así se ha realizado Emanuel.
Por esta razón, ahora podemos decir con certeza que Dios está verdaderamente con nosotros por el Espíritu Santo. Es algo extraordinario. En el libro de Apocalipsis, cuando la Nueva Jerusalén descendía, Juan quedó tan conmovido que exclamó: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos”. De esta manera, nuestro Dios ahora está dentro de nosotros y nos promete diciendo: “Nunca te dejaré” y que “el hombre no puede separar esto”. Ahora que Dios está en nosotros, nos convertimos en una bendición, tal como Dios prometió a Abraham; además, la autoridad del nombre de Dios está con nosotros y la bendición de Dios está en nosotros. Pero solo poseeremos esto según la medida en que lo reconozcamos y lo confesemos. Cuanto más lo reconozco, menos pueden atacarnos los espíritus inmundos, y podemos expulsarlos. Que Dios more en nosotros no ocurrió de repente de la noche a la mañana, sino que fue algo que Dios prometió desde hace mucho tiempo y que ahora se ha cumplido en nosotros. Y cuando lo comprendemos, nuestros corazones serán llenos de gratitud y gozo. Gracias, Dios, por estar conmigo. Ahora que estamos unidos para compartir el mismo destino – el destino de Dios ha llegado a ser el nuestro – que esto se cumpla plenamente. ¡Oremos!
Padre Dios, te damos gracias porque Tú habitas con nosotros para siempre. Que Tu naturaleza sea revelada en nosotros, que Tu autoridad se manifieste en nosotros y que Tu poder se haga visible en nosotros. Ayúdanos que Tú interés se convierta en nuestro interés. Hemos orado en el nombre de Jesús. Amén.
Prédica del Pastor Ki Taek Lee
Director del Centro Misión Sungrak

