Servicio del Día del Señor del 13 de abril del 2025
Justos y rectos obedecer a los padres
(Efesios 6:1)
Pastor Sung Hyun Kim
La consciencia y el sentido del deber que Dios nos ha dado no son simplemente virtudes que circulan en el mundo. En ellos se reflejan el carácter mismo de Dios. “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” (Ef 6:1). Este versículo nos muestra que obedecer a los padres no es solo una norma de cortesía moral, sino es algo que Dios declarado como justo. Muchas personas tienen opiniones diversas sobre lo que es justo o recto. Sin embargo, nuestro estándar está en Dios. Aquello que consideramos justo es porque Dios mismo lo ha determinado como tal. El mandamiento de obedecer a los padres representa el orden del reino de Dios, y es la voluntad que agrada a Dios.
Algunos dicen que la obediencia y la honra hacia los padres son simplemente exigencias del mundo, y que, al no tratarse de un asunto espiritual, los cristianos no deben preocuparse demasiado por ello. Pero esto es un gran malentendido. Dios no divide nuestras vidas en lo espiritual y lo secular. Entre las cosas que las personas consideran “naturalmente rectas”, muchas de ellas han sido consideradas rectas por Dios desde el principio. Hablando más directamente, el origen de muchas de las cosas que las personas juzgan como justas según la consciencia es, en realidad, aquello que Dios ha considerado como justo, es decir, la justicia de Dios.
Sin embargo, hay quienes, alegando estar haciendo la obra del Señor, ignoran la consciencia y el deber que incluso el mundo reconoce como rectas. Ellos creen estar siguiendo la voluntad de Dios, pero su consciencia sabe bien cuáles son sus intenciones. Son amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres e ingratos (2 Tim 3:2). No obstante, se engañan a sí mismos con lógicas fabricadas y excusas aparentemente razonables. Sin embargo, Dios no se deja engañar por ellos. Aunque pronuncien palabras que parezcan buenas, Dios ve claramente la falsedad de sus intenciones.
La acción de menospreciar lo que es justo también ocurre dentro de la comunidad de la iglesia. Hay quienes destruyen los principios morales y éticos universales, arrastrando a otros a hacer lo mismo. Estos individuos saben bien que cuanto mayor sea el número de participantes, menos grave parecerá la acción. Sin embargo, Dios no considera justo lo que recibe la aprobación de la mayoría. Este tipo de comportamiento, que justifica lo injustificable y hace tropezar a muchos ignorando la consciencia y el orden, es algo que Dios aborrece. Y, aunque usen palabras bellas, Dios conoce sus motivos torcidos y ciertamente los juzgará.
Debemos mantenernos firmes sobre la justicia de Dios. Dios es justo, Su camino es recto, y Sus mandamientos iluminan nuestro corazón. El autor de Salmos confiesa: “Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, Y aborrecí todo camino de mentira.” (Sal 119:128). Esta confesión debe ser ahora también la nuestra. Solo así podemos participar en el majestuoso plan de Dios. El mandamiento de obedecer a los padres nos fue dado precisamente para esto. Respetemos el sentido de deber y la consciencia fundamentados en la voluntad de Dios. Caminemos en el camino justo y recto, para que nuestras vidas y la iglesia puedan agradar a Dios.


