Servicio del Día del Señor del 6 de julio del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

“¿Acaso la sangre de Jesús no lo resolvió todo? Ya no es necesario obsesionarse con el pecado. Sinceramente, por más que hagamos, ¿cuánto más justos podríamos llegar a ser? Eso es legalismo. El Señor ya nos ha hecho justos, así que solo tenemos que creerlo. Además, yo nunca he cometido un pecado tan grave en mi vida, pero que sigan insistiendo en que obedezca, que me arrepienta, que sufra por ello, la verdad, me causa más carga. El arrepentimiento es algo para los principiantes en la fe, y eso de vivir toda la vida cargando con las heridas tampoco me parece razonable. Además, después de haber recibido al Espíritu Santo, he vivido con más fidelidad que cualquier otra persona. Siempre asisto al primer culto del Día del Señor y llevo ya décadas sirviendo en la iglesia. ¿No es suficiente con eso?

Una persona que tiene este tipo de pensamiento es alguien que ya ha sido herido en el pecho por la lanza del diablo. Su corazón ya no puede mantener la fidelidad, y su voluntad ha perdido la orientación de obedecer a Dios. El lugar del arrepentimiento le parece lejano, y distorsiona la Palabra para justificarse a sí mismo. Además, ha recibido una herida profunda en el vientre. Sus emociones están distorsionadas, sus sentimientos contradicen la verdad, y aunque comete pecados, no sabe lo que es angustiarse o entristecerse por ello. No ama lo que debe amar, ni odia lo que debe odiar; no se entristece cuando debería hacerlo, ni se duele cuando es necesario. Se ha acostumbrado tanto al pecado que su consciencia ya casi no reacciona.

Para defendernos de este ataque del diablo, debemos vestirnos de la coraza de la justicia. No es una coraza hecha de cuero ni de metal, sino una coraza compuesta de justicia. ¿Dice tener un cargo alto en la iglesia? ¿Ha enseñado a muchas personas? Si esas cosas son la justicia con la que muestra sus propios logros y méritos, entonces no podrá protegerse de los ataques del diablo. Algunos dicen: “Es cierto. La justicia propia no sirve de nada. Nosotros debemos vestirnos con la justicia que Jesús nos ha imputado al hacerse pecado por nosotros.” Sin embargo, aunque la justicia imputada por Dios nos ha librado del castigo del pecado, no nos aísla de los ataques del diablo.

Entonces, ¿con qué justicia debemos revestirnos? Es la justicia que se practica al obedecer la Palabra de Dios. Aun siendo creyentes, no podemos decir que ya hemos alcanzado esta justicia, sino que debemos esforzarnos continuamente hasta el día en que nos encontremos con el Señor para obtenerla. ¡La justicia que se hace al obedecer la palabra de Dios! ¡La justicia de una obediencia integral, que aplica la Palabra a la vida! Esta justicia solo puede ser practicada por aquellos que han recibido la justicia imputada por Cristo, pero lamentablemente, muchos han abusado de esa justicia imputada. Dicen: “Todos mis pecados han sido perdonados por la sangre de Cristo, incluso los del pasado, los del presente y los del futuro. Así que, haga lo que haga, ya no cuenta como pecado.”

Cuando estalla una guerra, no se sabe cuándo ni dónde caerán los misiles. Los ataques del diablo son aún más impredecibles. Por eso, la coraza de la justicia no debe usarse solo en situaciones especiales, sino que debe llevarse puesta siempre, en todo lugar y en cualquier circunstancia. No debemos perder, en ningún momento, la actitud y el corazón dispuestos a vivir conforme a la Palabra. Si vivimos de esta manera, no tenemos por qué temer, aunque el diablo nos ataque en secreto. Incluso sin que nos demos cuenta, la coraza de la justicia nos protegerá de los ataques del diablo, que intenta distorsionar nuestra voluntad y nuestras emociones para cortar nuestra relación con Dios.