Servicio del Día del Señor del 29 de junio del 2025
Ceñidos vuestros lomos con la verdad
(Efesios 6:13-14)
Pastor Sung Hyun Kim
“¿Por qué Dios no hace nada?”Hay personas que se hacen esta pregunta mientras atraviesan dificultades en la vida.“¿De verdad existe la voluntad de Dios? ¿Será cierto lo que dice la Biblia? ¿Se cumplirán realmente las promesas de Dios?”Estas preguntas expresan una duda sobre la fidelidad y la benevolencia de Dios, y eso en sí mismo significa que ya ha caído en la tentación del diablo. ¿Puede acaso alguien que duda de la bondad de Dios confiar verdaderamente en Él? En lugar de depender de Dios, intentará resolver sus problemas por sus propios medios. Pero actuar así es debilitar por sí mismo la base de su victoria. Porque entonces la bendición de Dios ya no puede llegar a él, y el diablo podrá controlarlo fácilmente.
¿Qué sucede cuando se debilita la confianza en Dios? Se desvanece la esperanza del cielo. Y como resultado, se debilita la motivación para servir a la iglesia. Al no tener la Palabra en su interior, se vuelve sensible a la opinión de los demás, y al intentar mantener una máscara piadosa, comienza a actuar constantemente de manera falsa. Para justificar estas actitudes, el orgullo se manifiesta con mayor claridad y al no poseer nada que venga del cielo, se tiende a resaltar las cosas del mundo. Y en el afán de no quedar por debajo de los demás, se cae en el materialismo, y en el intento de sobresalir al menos por conocimiento, se busca constantemente adquirir nuevos conocimientos. Al final, incluso la voluntad y el corazón para amar son completamente arrebatados por el enemigo.
Cuando un creyente tiene este tipo de actitudes significa que el ataque del diablo ha tenido éxito. En tales situaciones, la mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta de que han sido atacadas por el diablo. Muchos creyentes han puesto el propósito de su fe en tener una vida cómoda. Por eso, no logran identificarse con las advertencias sobre los tiempos malos que vivimos en la actualidad y no quieren escuchar las exhortaciones que llaman a mirar de frente la realidad espiritual. Pero eso es precisamente lo que el diablo desea. Esas personas no pueden resistir los ataques del diablo. Y su final es claro: terminarán apartándose del evangelio, o apenas mantendrán el nombre de creyentes, o terminarán causando dificultades a la iglesia por seguir sus propios deseos.
Esta es la razón por la cual debemos vestirnos de toda la armadura que Dios nos da. Para resistir hasta el final los ataques del diablo, es necesario llevar puestas diversas piezas de protección. Y lo primero que debemos hacer es ceñir nuestros lomos con la verdad. Si esto no está preparado, no podemos pensar en lo siguiente. ‘Ceñir nuestros lomos con la verdad’ no significa simplemente conocer la Palabra de la verdad. La ‘verdad’ mencionada aquí se refiere a la sinceridad. También puede expresarse como rectitud, fidelidad e integridad; en simples palabras, se trata de ser buenos. Lo que la verdad de Dios exige de nosotros es un corazón y una actitud sinceros.
Nosotros no poseemos sinceridad por naturaleza. Sin embargo, si confiamos plenamente en Dios, podremos esperar el reino de los cielos que Él nos ha prometido, sin importar las circunstancias. Aun en medio del sufrimiento, podremos aceptar que Dios está con nosotros, y cuando no entendamos todo, seremos capaces de obedecer Su Palabra. Dios cumple todo lo que ha dicho. Incluso si lo que ha prometido pudiera causarle algún perjuicio, Él lo cumple. Dios no puede mentir. Quien confía en un Dios así se acerca a la sinceridad. Sirve a Dios con esperanza y gozo, y cuanto más lo hace, más sincero se vuelve. Ciñámonos primero nuestros lomos con la sinceridad y acerquémonos a Dios.


