Servicio del Día del Señor del 12 de enero del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos reunidos en el aposento alto de Marcos el día de Pentecostés, sus corazones se llenaron de gozo. Este gozo era uno que nunca antes habían experimentado. “¡Ah, todas las promesas de Jesús se están cumpliendo! ¡Dios realmente está con nosotros! ¡Más adelante, al igual que Jesús, nosotros también iremos a la casa del Padre! ¡Realmente pertenecemos al cielo! ¡Lo que hacemos por el Señor tiene un impacto grandioso! ¡Dios escucha todas nuestras oraciones y las responde! ¡Él realmente nos ama! ¡Aunque somos débiles, el Señor mismo producirá fruto en nuestras vidas!”

Los discípulos que fueron llenos del Espíritu Santo lloraban, reían, oraban, alababan y danzaban juntos en aquel lugar. Al observar su comportamiento, algunos lo asociaron con los rituales religiosos de los gentiles inmersos en la cultura helenística de la época. Aquellos gentiles solían reunirse en templos para danzar frenéticamente, participar en actos sexuales desordenados, buscando éxtasis a través de estados de trance. Para alcanzar dicho estado, el consumo de alcohol era un elemento indispensable. Por eso, para quienes estaban acostumbrados a tales prácticas, los discípulos llenos del Espíritu Santo en el aposento alto parecían estar ebrios de vino nuevo.

Hay ciertas similitudes entre una persona embriagada con alcohol y una persona llena del Espíritu Santo. Ambos se entregan completamente a algo y manifiestan un fervor en particular. Sin embargo, en realidad son completamente diferentes. Una persona embriagada se somete al poder del alcohol, mientras que una persona llena del Espíritu Santo se entrega al poder del Espíritu Santo. La embriaguez lleva a la disolución, pero la llenura del Espíritu Santo hace que la persona se asemeje a Cristo. El embriagado anda por el camino de tinieblas y necedad, mientras que quien está lleno del Espíritu Santo camina en el camino de luz y sabiduría. El Señor habla a través de Pablo y dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef 5:18).

¿Por qué las personas beben alcohol? En simples palabras, buscan una sensación de felicidad. Sin embargo, esa felicidad es pasajera, y cuando pasa el efecto del alcohol, la sensación de vacío vuelve con más fuerza. El hecho de usar el poder del alcohol para olvidar monetariamente la tristeza o los problemas que enfrentan no elimina la causa de ese dolor y dificultad. Al contrario, suele generar muchos más problemas. Lo que necesitamos no es un gozo momentáneo, sino el gozo eterno. El Señor nos prometió enviar al Espíritu Santo y dijo: “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” (Jn 16:22).

Caminar por el nuevo camino que Cristo nos ha dado en medio de la guerra espiritual, asemejarnos a Cristo en un mundo lleno de mentiras y reflejar el amor verdadero de Dios en un lugar donde no hay verdad, no es algo que podamos lograr con solo nuestras fuerzas. No poseemos mansedumbre ni humildad; somos egoístas y egocéntricos. Por lo tanto, para recorrer este camino hasta el final, necesitamos estar llenos del Espíritu Santo y que el gozo que Él da llene nuestro ser. No vivamos más como insensatos, sino recibamos la guía del Espíritu Santo. No nos conformemos con un gozo falso, sino disfrutemos del gozo eterno. Confiemos en las promesas del Señor confirmadas por el Espíritu Santo y vivamos como personas sabias.