Servicio del Día del Señor del 1 de diciembre del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

“Nunca he tenido la intención de ir a la iglesia. Honestamente, en muchas ocasiones he visto que los cristianos actúan con más inmoralidad. Aunque he pensado: ‘¿Será que intento ir a la iglesia?’, en ese instante pienso: ‘¿Por qué me relacionaría con esa clase de personas?’ Pero esa persona es diferente. Él es verdadero. Cuando me dijo que fuéramos a la iglesia, por primera vez, me hizo pensar que sí quiero ir a la iglesia.” Esta confesión nos muestra el profundo impacto que puede traer la vida de un cristiano buen, justo y verdadero en las personas a su alrededor. Esto no simplemente es una llave que abre la puerta a la evangelización, sino que esto en sí misma es la vida que agrada a Dios.

“¿Cómo podré agradar a Dios?” Desde el día que nos convertimos en cristianos, escuchamos la Palabra de la Verdad para encontrar la respuesta de esta pregunta. Pero no debemos tratar la verdad meramente como un conocimiento. El conocimiento de la verdad tiene que transformarse en la habilidad que juzga cómo serán vistas nuestras acciones por Dios. En el caso de que un cristiano no posea tal habilidad, es porque que no ha aprendido lo suficiente de la verdad o nunca ha dado prioridad al hecho de escuchar la Palabra desde el principio. En tales personas, la obra del Espíritu Santo de transformar a los creyentes se verá limitada.

El Espíritu Santo cambia a los creyentes y hace que produzcan el fruto de la luz en sus vidas. Sin embargo, Dios respeta nuestra voluntad y no desea forzar nuestras acciones, más bien, desea que usemos nuestra voluntad. Por eso Dios nos ha dado el conocimiento de la verdad. Espera que ese conocimiento se convierta en el fundamento de las acciones santas que deben manifestarse en nuestra vida. Esas acciones no se manifiestan automáticamente a través del conocimiento. Debemos recibir el conocimiento, usarlo como el estándar de nuestras decisiones y actuar acorde a ello. Debemos comprobar continuamente si nuestras acciones son agradables o no para el Señor y persistir hasta el día en que Él vuelva. En este proceso, obtenemos la habilidad para juzgar nuestro estado.

Si los creyentes limitan sus acciones y manifiestan su cambio, será evidente que la obra del Espíritu Santo es activa en sus vidas. Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza: cada uno de estos frutos del Espíritu Santo se refleja como un resultado moral. Pero si un creyente continúa haciendo la maldad en lugar de tener estos frutos, es porque la obra del Espíritu Santo se ha detenido en su vida. Este es el resultado de su persistente rechazo y desprecio hacia la verdad que Dios le ha hablado continuamente a través de la iglesia.

El mundo constantemente crea confusión para evitar que los creyentes reciban la verdad. Haciendo que consideren lo malo como bueno y lo bueno malo; convierten la luz tinieblas y las tinieblas luz, y ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo (Is 5:20). Esta es la razón por el cual necesitamos la luz de Cristo. A través del conocimiento de la verdad, debemos aprender lo que agrada a Dios y permitir que esto guíe nuestras acciones. Si esto continúa durante toda nuestra vida, seremos transformados en personas que producen el fruto de la luz. Al final de este cambio, con la guía de Dios nos gozaremos con el Señor mientras descubrimos que estamos en la gloria del cielo.