Servicio del Día del Señor del 6 de octubre del 2024
La fragante ofrenda y sacrificio de Cristo
(Efesios 5:2)
Pastor Sung Hyun Kim
El amor de Cristo no es para sí mismo, sino es un amor que se abandona a sí mismo. Esto no significa que haya sido despojado contra Su voluntad. Este es un amor donde decide por sí mismo abandona Su derecho. Él nos ama, no porque haya una razón para que recibamos ese amor. Tampoco es porque podrá obtener algún beneficio por amarnos. Aunque exista la posibilidad de que no podrá recibir nuestro amor a cambio, Él nos ama. Esto no fue porque Él sea atado a Su naturaleza buena, sin tener más opción que hacerlo. Su amor es Su decisión.
Lo que el Señor realizo en la cruz es la ofrenda y sacrifico con olor fragante entregado ante Dios. De generación a generación, el pueblo de Israel entregó sacrificios a Dios, la cual incluyen la ofrenda de holocausto, ofrenda de grano y ofrenda de paz como sacrificios de acción de gracias. Cuando entregaban la ofrenda, el sacrificio que se quemaba en el altar dicen que fue olor grato delante de Dios. Sin embargo, cuando entregaban la ofrenda por el pecado y ofrenda por la culpa, la cual son relacionas con el sacrificio, no decía que eran olor grato. Esto es porque hace referencia al sacrificio de Cristo, quien tomo el pecado de la humanidad. Dios no podía deleitarse en el hecho de que Cristo haya cargado con el pecado. Sin embargo, Jesús resucito de la muerte, y a través de esto, se convirtió en Aquel que conquisto el pecado. Finalmente, Su nombre fue enaltecido, y Su acto de amor se convirtió en olor fragante que lleno no solo todo el mundo sino también el cielo.
La gracia de Dios que hemos recibido es la bendición que nos da la horrible muerte de Cristo. La felicidad que disfrutamos diariamente, la consideración de Dios, Su ayuda que nos permite vivir hoy y enfrentar el mañana, la libertad y paz que damos por sentado, nuestra relación reconciliada con Dios, e incluso la oportunidad de volvernos a levantarnos al caer, todo esto se nos fue dado porque Cristo se entregó a sí mismo como ofrenda y sacrificio. Nosotros, quienes hemos recibido tal amor sacrificial, ahora caminemos en Su amor. Vivamos en la fe que cree en el Hijo de Dios, quien nos amó hasta el punto de dar Su cuerpo por nosotros. Glorifiquemos al Señor con amor incondicional y seamos olor fragante ante el Padre.