Servicio del Día del Señor del 12 de mayo del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

Aun siendo pecadores, hemos recibido la salvación. No recibimos salvación a través de nuestros méritos. Esto nos indica que nuestra salvación no acepta nuestras acciones como correctas. Nuestras palabras, acciones y pensamientos no pueden ser libre de las costumbres del mundo, y, por otra parte, los valores y pensamientos de cada persona son toralmente diferentes. En el caso de que, si hacemos la obra del Señor en tal estado, será poco probable que tengamos el fruto que el Señor espera de nosotros. Así que, esta es la razón por el cual es necesario que seamos intervenidos, vituperados y enseñados en la iglesia.

Sin embargo, las personas no gustan cuando alguien les dice como hacer las cosas. A lo contrario, si alguien defiende la posición de uno y apoya sus deseos, ciertamente lo disfrutará. En ese caso, ¿qué pasará si los miembros de la iglesia pudieran elegir a su obispo? ¿Será que el obispo elegido podrá decir las palabras que los miembros de la iglesia no quieran escuchar? ¿Será que él podrá reprender a la congregación cuando estén siendo llevados por enseñanzas falsas? Y ¿será que esta congregación que fue alimentada en ese entorno llegar al reino de los cielos sanos y salvos? Afortunadamente, Dios no permitió que los miembros de la iglesia eligieran a su obispo.

El obispo de la iglesia es el regalo que Dios da a la iglesia. Aunque Dios da a cada persona que ha salvado el vigor y poder como regalo, Él también da un regalo especialmente a la iglesia. En la carta a la iglesia en Éfeso, Pablo dijo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.” Entre ellos, luego de que la era de los apóstoles y los profetas ha llegado a su fin, la forma más elevada del liderazgo paso a ser la del pastor. El rol más significativo de ellos es enseñar la palabra para que los creyentes puedan ser corridos a ser nuevas personas, por la cual lleva a designar específicamente los pastores como ‘pastor, es decir, maestro’.

En el Nuevo Testamento, un pastor era llamado como anciano u obispo. Hoy en día, principalmente usamos la palabra ‘pastor’ para referirnos al obispo de la iglesia, pero en el Nuevo Testamento la palabra ‘anciano’ se usaba con más frecuencia. Por ejemplo, en la carta que Pablo escribe a Timoteo, dice: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.” Para entender estas escrituras, debemos tener cuidado de no confundir esto con el anciano que se usa principalmente en la Iglesia Presbiteriana. No se debe asumir que la responsabilidad de gobernar la iglesia, decidir sus políticas, enseñar la palabra y ocasionalmente reprender y refutar a los miembros de la iglesia, son designados de manera equitativa tanto a los ancianos, que hoy son nombrados, como a los pastores.

El obispo es un regalo especial que Dios ha dado a la iglesia. Si Cristo no hubiera venido en los lugares más bajos y no hubiera muerto, y si no hubiera resucitado y subido en los cielos más altos, este regalo no puede venir a nosotros. Además, sin el deseo ferviente de Dios de unificar todas las cosas en Cristo, nosotros no hubiéramos recibido tal regalo. No neguemos este precioso regalo y no apunten a un obispo con sus manos, esto es una acción que se opone directamente a Dios. Apreciemos el regalo que Dios nos ha dado. Agradezcamos a Dios quien nos ha otorgado este regalo que necesitamos y glorifiquémosle.