Servicio del Día del Señor del 28 de enero del 2024

Dios obra con poder abundante en nosotros

Pastor Sung Hyun Kim

“¿El poder de Dios tiene un límite?” “Dios nos ayuda en las cosas importantes, pero de seguro es indiferente a las cosas menores.” “¿Será que Dios tiene la intención genuina de ayudarnos?” El tener este tipo de dudas es extremadamente peligroso. Esto es porque Dios poderoso, quien nos salvó del pecado, nos guía al reino de los cielos cada momento de nuestras vidas. Pero si dudamos de tal Dios, ciertamente nos desviaremos de Su guía.

Las personas caen en estas dudas porque tiene la suposición de que Dios es Aquel que tiene que hacer todas las cosas que pidan. Dios no es una máquina que nos asiste. En el caso de que, si sienten que no están recibiendo la ayuda de Dios, no busquen la razón en Dios sino reflexione primero si tiene una actitud apta de un verdadero cristiano. Pero esto no significa que deba tener pensamientos como: ‘¿Será que es porque no he hecho lo suficiente por Dios? ¿Será que debo tener un cargo más grande en la iglesia?’ Estos pensamientos surgen de los deseos de la carne. También podrán pensar: ‘¿Será que es por la falta de pasión? ¿Será que tengo que dormir menos y trabajar más duro?’ Esto tampoco es el punto. El origen del problema es por no tener un corazón de arrepentimiento (Rom 2:5).

Dios está dispuesto a ayudarnos más grande y fundamentalmente de lo que pedimos. Pablo menciona a tal Dios como, “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Ef 3:20). Dios no solo hace todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, sino que incluso va más allá de las cosas que ni siquiera hemos pensado o pedido. ¡Dios es Aquel que constantemente nos ama, nos ayuda y desea darnos Su poder en abundancia! Al aceptar a tal Dios y expresar nuestra gratitud por Su gracia, no solo debemos proteger nuestro espíritu, sino también a los espíritus que están en nuestro alrededor para que no sean contaminados con pensamientos sucios.

El poder que ahora obra en nosotros es el mismo poder que se describió hace dos mil años atrás: “Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales.” (Ef 1:19-22). El Apóstol Pablo testificó con certeza que este poder también opera en la vida de los creyentes, basándose en su propia experiencia. E hizo todo lo posible para que este poder no fuera limitado por él.

Si nos encontramos en el estado donde no podemos disfrutando el privilegio de recibir la ayuda de Dios, no es porque Dios no esté dispuesto a ayudarnos. Existe la posibilidad de que hayamos excedido el proceso necesario para crecer como creyentes. Si deseamos recibir la ayuda de Dios, debemos tener un corazón de arrepentimiento. Incluso si clamamos en alta voz Su nombre, Su poder puede ser limitado si nuestros corazones no se han entregado a Dios completamente. Por lo tanto, tenemos que arrepentirnos y nuestra personalidad tiene que cambiar. Para lograr esto, primero debemos fortalecer nuestro hombre interior y dedicándonos completamente a Dios. No dudemos del poder de Dios, sino alabemos Su poder.