Servicio del Día del Señor del 22 de octubre del 2023

Pastor Sung Hyun Kim

«Seré diligente en mi vida de fe para acumular mi crédito espiritual. Así, cuando este delante del Señor podré recibir una gloria aún mayor. Durante mi tiempo en la tierra, daré mi mejor desempeñaré para ese día. En el caso de que, si en ese día no reciba tan gran recompensa como espero hacerlo, por lo menos podré entrar en el reino de los cielos. De todas maneras, para recibir un mayor elogio debo emprender una obra aún más grande en el futuro. No puedo dejar este mundo simplemente sirviendo a los demás. El Señor me va a ayudar con este propósito».

Si un cristiano tiene este tipo de pensamientos, es una persona que todavía no conoce cuál es su identidad. Incluso hoy en día los cristianos son parte del templo que se continúa edificado. Este templo es la casa donde Dios mora. El completar esta casa es la obra que Dios realiza a través de Cristo, y el cumplir con esta obra es el llamado en el que toda la iglesia tiene que cooperar. Lo fundamental para nosotros no es acumular nuestros propios méritos, sino que cada miembro que forma el cuerpo de Cristo sostenga el deber que le fue encomendado con sinceridad y fidelidad.

Al edificar un templo se necesitan muchas piedras. Cuando las piedras son unidas forman un edificio, y cuando los edificios son conectados se convierten en un templo. Para que este proceso pueda desarrollarse sin problema, la forma original de las piedras tiene que ser desechadas y ser refinadas constantemente. Cuando las piedras refinadas encajan entre sí y al final al ubicar la cabeza del ángulo, el templo es completado haciendo que toda la obra sea cumplida. De la misma manera, nosotros debemos crecer constantemente en Cristo hasta llegar a la medida de Su plenitud. Por lo tanto, cada uno de nosotros no debemos ser piedras que se jacten de sí mismas, sino tener harmonía con otras piedras y cumplir con nuestro rol para asegurar la edificación del edificio.

Desafortunadamente, el motivo de muchos cristianos al llevar sus vidas de fe es egocéntrica. El interés de aquellas personas no está en la victoria de la iglesia, que es el cuerpo del Señor, sino está en el cumplimiento de sus propios propósitos. Sin embargo, la victoria verdadera de los cristianos está en ser usados por el Señor. Sin importar como seamos usados, el beneficio de ser usados por Él debería ir al Señor, y no a aquellos que son usados. Si abandonarnos a nosotros mismos es beneficioso para el Señor, entonces esto para nosotros es la verdadera victoria.

Dios establece la piedra que desecharon los edificadores como la cabeza del ángulo, estableciéndolo en lo más alto del edificio. Lo que Dios desea de nosotros es la fidelidad, no el resplandor. Nosotros que hemos recibido la oportunidad de Dios no debemos buscar convertirnos en figuras importantes, sino cumplir nuestro rol con lo mejor que tenemos para que la iglesia tenga éxito. Debemos evitar convertirnos en individuos que buscan beneficiarse a sí mismos, mientras claman hacer la obra de Dios. El Señor ya ha tomado responsabilidad de nuestra salvación, por lo tanto, no debemos temer, sino que ser tallado y refinados. A través de este proceso, edifiquemos la morada donde Dios pueda morar sin ninguna deficiencia. Sigamos la verdad en amor, creciendo en todo en el Señor que es nuestra cabeza del ángulo.