Servicio del Día del Señor del 8 de octubre del 2023

Pastor Sung Hyun Kim

La sangre de Cristo hizo que los gentiles que estaban lejos pudieran acercarse a Dios. Desde la perspectiva de los judíos, esto pareciera como si sus esfuerzos fueran en vano, ya que habían soportado muchas dificultades mientras sostenían la misión que Dios les había encargado en los últimos 1,500 años. Sin embargo, Dios prometió a su antepasado, Abraham, que todas las naciones serían bendecidas a través de ellos. Para cumplir la voluntad de Dios, los judíos tuvieron que poder a un lado todos sus méritos y reconciliarse con los gentiles en Cristo. El deseo de Dios, que le complace, es que los judíos y gentiles sean reconciliados y se acerquen a Dios.

Los diversos conflictos en la humanidad expresan la disputa entre los judíos y gentiles, incluso persisten hoy en día. En ocasiones la paz es un asunto de discusión, la cual es un fenómeno temporal que viene del equilibrio de poder, en cambio, de la paz fundamental. La paz verdadera solo puede ser hallada donde Cristo es el dueño, esto se debe a que Él derrumbó el muro del pecado que es la causa de la destrucción de la paz. Jesús no nos introdujo simplemente al concepto de la paz, sino que Él mismo es la paz. Por lo tanto, solo aquel que pertenece en Él puede completar verdaderamente la paz.

El Señor ha abolido con Su carne la enemistad, es decir, los mandamientos de la Ley que contiene las ordenanzas. Esto significa que el Señor ha pagado el precio del pecado que la Ley demandaba, no que abolió la ética que contiene la Ley en sí. Al derribar el muro que obstaculizaba el camino de la paz a través de Su sacrificio, hace que podamos caminar en el camino de la paz al revestirnos de Su gracia. Él no obstaculiza el camino, en cambio, el Señor dijo que ni una jota ni una tilde pasarán de la Ley hasta que todo se haya cumplido. Adicionalmente, enfatiza que debemos amarnos los unos a los otros para completar los requerimientos de la Ley.

Si verdaderamente amamos a Dios, debemos abandonar la actitud de menospreciar y hostilidad hacia los demás. Cuando nos amamos los unos a los otros en Cristo, Dios nos reconocerá como aquellos que han salido del pecado. Aquella persona que ha salido del pecado lucha en sobrepasar el egoísmo. La fuerza de la persona que juzga todas las cosas según su perspectiva egocéntrica y usa artimañas para quitar de los demás no puede traer paz. Si hemos sido redimidos del pecado verdaderamente, lucharemos para vencer los deseos de la carne para cumplir con el mandamiento del Señor de amarnos los unos a los otros.

Lo que nosotros, como iglesia, demos hacer es manifestar la naturaleza de Dios y Su hermoso ministerio. Él desea que todas las personas del mundo sean felices desde el principio. Dios no se acercó simplemente con meras ideas abstractas o teorías. Toda la obra que el Hijo de Dios hizo en la carne es gracia para nosotros. ¿Quién podrá decir que estas obras no son espirituales? Esto es igual hoy en día. Las obras espirituales no se refieren a asuntos conceptuales. Nosotros tenemos la responsabilidad de manifestar el amor de Dios con obras y en verdad, no solo en palabras o lengua. Abandonemos nuestro egocentrismo y seamos una iglesia que tenga la reconciliación a través del mérito del Señor. Hagamos que toda la iglesia sea una y resplandezca la luz de Dios al mundo.