Servicio del Día del Señor del 10 de septiembre del 2023
Somos levantados juntamente con Cristo
(Efesios 2:5-7)
Pastor Sung Hyun Kim
Nosotros, quienes habíamos muerto en el delito y el pecado, llegamos a tener vida en Cristo. Dios nos hace vivir al estar en Cristo, y no independientemente de Él. No existe ninguno que pueda encontrar en sí mismo la razón de la salvación, o sea capaz de ser salvo por su propia fuerza. Nuestra salvación está incluida en la victoria de Jesucristo. Por lo tanto, el propósito de nuestra vida en la tierra no es la auto perfección, sino someternos completamente ante Él, reconociendo que le pertenecemos a Cristo, quien es nuestro dueño.
Algunas personas dicen, “Cuando mi situación mejoré me entregaré a la vida de fe.” Incluso otros dicen, “Aceptaré a Jesucristo justo antes de que muera.” Sin duda, creer al final es mejor que no creer en lo absoluto, pero esto es lo mismo que arruinar su propio futuro. Esto es porque ha estado lejos de la voluntad de Dios en todos esos momentos de su vida presente. Si esta persona desde antes hubiera salido del viejo poder y se hubiera entregado ante el Señor, el futuro eterno hubiera sido determinado a partir de ese día.
La decisión de que si uno entrará o no al cielo ya ha sido determinado mientras estamos en esta tierra. Cuando Dios resucito a Cristo, nosotros ya hemos vivido junto con Él. Cuando levantó a Cristo, nosotros también ya hemos sido levantados y cuando Dios sentó a Cristo en el trono, nosotros también junto con Él ya nos hemos sentado. Por supuesto, que existe una condición previa para que seamos enaltecidos de esta manera, la cual es ser aquella persona que ha muerto con Cristo. ¡Aquellos que ha muerto de pecado y viven en la nueva vida! ¡Esta es la identidad de los cristianos!
Todos los cristianos deben tener un cambio espiritual. Debemos establecer la determinación de separarnos del pecado y manifiesta esto a través del cambio en nuestras acciones. Aunque para el hombre le sea imposible evitar completamente el no realizar el mal, no debemos permitir que el mal nos domine. En cambio, debemos darle la espalda al poder del pecado y estar dispuestos a proteger la justicia de Dios según la voluntad del Señor para limpiarnos, incluso si esto signifique que seamos perjudicados. Debemos tener una fuerte determinación para declarar, “Yo he muerto en el pecado. No voy a cometer malas obras. No lastimaré mi iglesia. Seré aquel que vive a través de la justicia.”
La iglesia tiene el deber de manifestar exitosamente este cambio. La resurrección y ascensión de Cristo no son simplemente Sus experiencias. A través de estos eventos, el orden que gobierna todo el universo ha cambiado. La era del poder antiguo, donde el hombre engañaba para cumplir su propia voluntad, ha terminado. Ahora, la naturaleza del universo es completamente diferente del pasado. En el pasado, nosotros estábamos bajo el príncipe de la potestad del aire, pero ahora disfrutamos la victoria del verdadero Dios y el reino de Cristo, quien es humilde. Testifiquemos lo correcto que es este reino a través de nuestras vidas. Sometámonos a Cristo hasta el final, como individuos que han muerto del poder antiguo. Manifestemos en los siglos venideros la abundante riqueza de la gracia de Dios que se nos fue dada en Cristo.