Servicio del Día del Señor del 6 de agosto del 2023
La señal de la iglesia, la fe y el amor
(Efesios 1:15-18)
Pastor Sung Hyun Kim
El Apóstol Pablo tuvo alivio al escuchar la noticia de la iglesia en Efesio. Esto es por la fe y el amor que ellos demostraron. La fe de ellos fue más allá de aceptar a Jesús simplemente como su Salvador; ellos lo aceptaron como su Señor. Sin embargo, mucha gente hoy en día dice creer en Jesús, pero tienden a considerarlo simplemente como un medio para recibir la salvación, sin aceptar Su soberanía en sus vidas. El aceptar Su soberanía tiene como base la voluntad de estar sobre Su autoridad. La persona que cree genuinamente en la salvación de Jesús le será lógico aceptarlo como su Señor, reconociendo Su autoridad. De esta manera, aquellos que le sirven como su Señor recibirán la salvación a través de su fe.
El hecho de que el Espíritu Santo mora en nosotros significa que estamos bajo la soberanía de Jesús. Son pocas las personas que acepten Su soberanía en el primer momento que crean en Jesús. Sin embargo, el entendimiento de la soberanía de Jesús tiene que profundizarse cada vez más en nuestra vida de fe. Incluso si el tiempo pasa, el primer amor de la persona que solo acepta a Jesús como su Salvador eventualmente se apagará. Jesús es quien nos ordena y Él es digno de nuestra sumisión.
Otra razón por el cual, Pablo agradeció a Dios por la iglesia de Efesio es por su amor indiscriminado hacia los santos creyentes. Este tipo de amor solo proviene de Dios, no puede ser hallado en las personas. En ocasiones decimos a otros, “Lo amo en Cristo,” o “Lo amo espiritualmente.” En realidad, estas expresiones son frívolas que carecen de un corazón genuino y voluntad de amar a los santos creyentes. Estas expresiones no pueden ser consideradas como una manifestación verdadera de amor que viene de la sinceridad y sacrificio. Cuando una persona dice: “Solo amo a Dios,” puede indicar una actitud contradictoria que menosprecia el mandamiento de amar a los santos creyentes.
El amar a los santos creyentes en sí, es testificar la redención de gracia que hemos recibido, y evidencia que demuestra que hemos recibido la gracia. La actitud de rechazar el amor a otros viene de la naturaleza del hombre que le gusta recibir y disgusta dar. De esta manera, aquellos que se niegan a amar serán expuestos como aquellos que son indignos de la gracia que claman haber creído. Ellos podrían ser revelados como aquellos que no creyeron en el amor de la redención que han recibido o quienes no entendieron que es la redención que han recibido desde un comienzo.
El amor es el poder que preservar la iglesia. Aunque el mandamiento de amar a los santos creyentes no es una coacción, si aceptamos la soberanía del Señor, debemos tener la determinación de cumplirla. Nuestra fe y nuestro amor están conectadas directamente con la redención de Cristo. La fe y el amor son dos cosas que deben coexistir, sin esto, en la iglesia habrá constante conflicto y división. Al aceptar la soberanía de Cristo y obedecer el mandamiento de amor, hagamos que el diablo no se infiltre en nosotros. La fe sin amor no tiene la fuerza para protegerse en los tiempos de crisis. Estemos firmes en la fe de creer en el Señor Jesús y en el amor hacia los santos creyentes. Hagamos que nuestra iglesia sea llena de la expectativa de Cristo.