Servicio del Día del Señor del 9 de julio del 2023

Pastor Sung Hyun Kim

Efesios 1:7 dice: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” Frecuentemente, usamos la palabra ‘salvación’ para describir que hemos sido salvos, pero esta palabra no es suficiente para explicar completamente la realidad de lo que el Señor ha hecho. Él nos ha liberado de la esclavitud del pecado, y para lograrlo, derramó Su sangre y ofreció Su vida. A través de esto, el Señor no solo remueve el pecado en nosotros, sino que también nos liberó de la esclavitud del pecado en la que estábamos. La palabra más adecuada para explicar esta gran gracia que hemos recibido es ‘redención’.

La palabra ‘redención’ contiene el significado de ‘liberar a los esclavos’. Durante la época romana, existía el acto de pagar un precio y comparar la libertad de un esclavo. La redención de Jesús se asemeja a eso. El hombre vivía como esclavo del pecado, siendo conducido por él, y finalmente tenía que enfrentar el castigo que el pecado trae consigo. Sin embargo, Jesús pagó el precio de nuestros pecados con Su sangre, por lo que nos liberó de la responsabilidad, la condenación, la esclavitud y el castigo causado por el pecado. En el Nuevo Testamento, la palabra ‘redención’ no siempre incluía el significado de liberar a los esclavos. Por lo tanto, Efesios 1:7 enfatiza la naturaleza de la redención al destacar que viene a través de la sangre de Cristo.

El resultado de la redención es el ’perdón de los pecados’. El gran impacto que experimenta una persona que anhelaba sinceramente la salvación al encontrarse con el Señor proviene del perdón de pecados. En griego, la palabra ‘perdón’ tiene el significado de ‘enviar lejos’, lo cual se relaciona con la práctica del Día de la Expiación, donde los israelitas transferían sus pecados a un cordero y lo enviaban al desierto para que el cordero que llevaba los pecados no pudiera volver. Del mismo modo, Jesús, como el Cordero de Dios, envió nuestros pecados lejos. Como resultado, nos permitió recibir el perdón y ya no estamos obligados a servir como esclavos del pecado. Por lo tanto, debemos esforzarnos para no ser arrastrados nuevamente por el pecado.

El impacto de ser perdonados del pecado es mayor cuanto más fuerte sea el anhelo que tengamos por la salvación. Por lo tanto, para tener ese anhelo por la salvación se deben cumplir tres puntos importantes. Primero, debemos tener un claro entendimiento de nuestra naturaleza pecaminosa. Segundo, necesitamos reconocer lo vano que es la vida en el mundo y experimentar desesperanza, en cambio, de conformarnos con los caminos del mundo. Tercero, debemos tener la esperanza de reconciliarnos con Dios y temer el castigo del infierno. Sin estos elementos, una persona no tendrá más opción que carecer del deseo por la salvación, y el perdón que esa persona ha recibido no tendrá un impacto significativo en su vida. En consecuencia, este tipo de fe no tendrá la fuerza para sobrepasar la naturaleza caída del hombre que constantemente niega lo que ha recibido.

Hemos recibido la redención a través de la sangre de Cristo, no porque tenemos el derecho de recibirlo, sino es por la abundancia de la gracia de Cristo. Nuestra redención es según las riquezas de Su gracia, y a través de ella, hemos recibido el perdón de pecados. La Biblia nos advierte que el pecado más grande es traicionar la gracia de la redención. Ahora, nuestra tarea es expresar gratitud por la gracia de Cristo y el amor de Dios que lo envió. Ya no debemos volver a ser esclavos del pecado, para que la gracia de la redención de Cristo no sea en vano en nosotros. Seamos siervos de la justicia sostenidos de la mano de Dios al responder a Su amor, quien envió a Su Hijo por nosotros.