Servicio del Día del Señor del 2 de julio del 2023
Nos hace hijos de Dios
(Efesios 1:4-6)
Pastor Sung Hyun Kim
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.”
Dios nos ha escogido desde antes de la fundación del mundo, con el propósito de hacernos santos y sin mancha. Para nosotros, que somos sucios y llenos de defectos, esto suena muy irrealista. Sin embargo, Dios ya ha asegurado nuestra posición legal como personas santas y sin mancha, y espera que avancemos hacia el cambio. Nuestra transformación completa puede ser difícil, pero Dios espera que entendamos el propósito por el cual nos escoge y que respondamos de corazón.
Nosotros originalmente éramos hijos de la desobediencia e hijos de ira. Aun así, Dios nos hizo sus hijos y nos dio incluso a su Hijo verdadero para lograrlo. Nos privilegió al adoptar a aquellos que no eran sus hijos para que pudiéramos disfrutar de los beneficios reservados únicamente para su Hijo verdadero. Ahora, teniendo en cuenta este gran privilegio, ¿qué debemos hacer? No debemos ignorar las responsabilidades que conllevan este derecho. Ante todo, debemos reflejar la dignidad y el carácter que el verdadero Hijo de Dios nos ha mostrado. Debemos esforzarnos con todas las fuerzas para amar, a fin de que se cumpla la voluntad del Señor que desea que seamos santos y si mancha.
Dios simplemente no nos deja como siervos, sino que nos hace sus hijos para que pudiéramos disfrutar de la gloria del cielo. Esto nos muestra cuanto Dios nos estima. Lo que Dios espera de nosotros al proveer esta gran gracia no es algo grande. Dios desea que respondamos a Su gracia adecuadamente, le alabemos y demos gloria. Al escogernos y hacer de nosotros la iglesia, Dios se complace en ver cómo todo se perfecciona de manera hermosa.
Si entendemos la gracia de Dios, tendríamos interés en Su propósito y nos entregaríamos por completo a ello. Aunque el resto del mundo pueda ser indiferente al reino de Dios, nosotros debemos ser aquellos que se preocupan por la obra de Dios. Incluso si nadie más se preocupa por la iglesia que está en declive, debemos ofrecernos voluntariamente para salvarla. Aunque en el interior seguimos llenos de la naturaleza pecaminosa, reconozcamos humildemente nuestra vergonzosa realidad y avancemos audazmente ante el Señor que nos ayuda, para que cuando Él regrese, nos encuentre como personas santas y sin mancha.