2018.01.07 – Su pecado es perdonado
in SermonesSu pecado es perdonado
(Mateo 9:1-8)
Dios
Es perfecto.
Él
Envió el Verbo
Para que aquellos que creen en Él sean perfectos. (Romanos 12:1-2)
La Ley y los profetas salen para encontrarse con Jesús,
Pero no son la Palabra.
Jesucristo
Es el Logos de Dios. (Juan 1:1)
Las palabras de Jesús
Son las palabras de Dios (Juan 12:48-50)
Por lo tanto deben ser creídas y obedecidas.
Si Jesús dijo “los pecados son perdonados”, es porque son perdonados.
Si Jesús ordena
Es mandamiento de Dios.
Si Jesús dice “toma tu lecho”
Debemos obedecer.
Dudar
Es no creer en la palabra de Dios
Y quien no recibe la Palabra de Dios no tiene vida.
Quien no obedece la palabra de Jesús no tiene poder. (Lucas 1:37)
◌ Por el Espíritu Santo entendemos esa Palabra
Somos perdonados de los pecados.
Jesús nos redimió.
◌ Si Jesús dijo que somos sanos
Debemos obedecer y levantarnos.
Creer en Jesús es obedecer.
◌ Jesús derramó su sangre para salvarnos
Y fue azotado por nuestras enfermedades.
Jesús es nuestra salvación.
※ La Ley trae muerte y pecado
Pero Jesús trae vida y libertad.
Jesús es la Verdad y la vida.
Mateo 9:1-8
1Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.
2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.
7 Entonces él se levantó y se fue a su casa.
8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Resumen
Dios es perfecto. Por lo cual su salvación es eterna y perfecta. Aunque muchas personas tienen su vida de fe no tienen la certeza de que han recibido la salvación. Esto es porque no han tenido el entendimiento correcto sobre la salvación.
El espíritu del hombre murió con la caída de Adán, por lo cual no tienen más opción que recibir el castigo eterno en el infierno. Dios, para salvar el espíritu muerto de la humanidad, envía a Su hijo. El pecado de Adán que llevo a la muerte espiritual es llamado el pecado original. El pecado original no es un pecado que aún Dios todopoderoso puede solucionar con solo perdonar. Para solucionar el pecado original, ciertamente tiene que pagar el precio de ello. El Hijo de Dios al morir en la cruz pagó la deuda de la humanidad.
Como el último Adán, Jesús, murió para redimir el pecado del primer Adán, por lo que el espíritu del primer Adán pudo vivir. Así mismo, por medio del bautismo experimentamos en la fe que nuestro espíritu que estaba muerto ahora vive. Por medio de la acción de ser sumergido y ser levantado en el agua, experimentamos que hemos enterrado el viejo ser que murió por el pecado original y levantados junto con la resurrección de Jesucristo siendo seres nuevos. El hecho de que nuestro espíritu ha vivido no es algo abstracto sino una verdad. Esto es testificado por el Espíritu Santo.
No ha habido ningún caso en el cual el Espíritu Santo haya morado en una persona que esté debajo de la Ley. La Ley, que es la ley de la carne, aunque puede santificar la carne, no puede salvar el espíritu del hombre. Las personas debajo de la ley tenían que cumplir con el día de redención una vez al año. En ese día el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo con la sangre del sacrificio y la derramaba en el propiciatorio para redimir el pecado de todo el pueblo. Esto era una parábola del que tenia que venir, y nosotros hemos visto esa realidad. Jesucristo murió en la cruz, resucitó, y fue alzado al Cielo. Por medio del bautismo somos personas que hemos experimentado la sangre preciosa de Jesús. En otras palabras, somos personas con espíritu vivo. Nosotros no debemos dudar de esta verdad que el Espíritu Santo testifica.
A pesar de esto la razón por la cual las personas se confunden, es por el hecho de que aun las personas que han vivificado su espíritu sigue pecando. Aunque jura de que no cometerá algún pecado repetidamente sigue cometiéndolo, por lo cual la persona cae en el remordimiento. En estas situaciones comúnmente dicen: “He vuelto a crucificar a Jesús en la cruz.”, aunque esto no es verdad. El sufrimiento de Jesús en la cruz es algo que no se repetirá. De la misma manera, si uno recibe el bautismo una sola vez no hay la necesidad de volverlo a tomarla. Aunque pequemos con la naturaleza de la carne, la verdad de que nuestro espíritu ha sido vivificado no cambia. Lo que ahora nosotros necesitamos no es la redención sino el perdón del Señor.
No importa si queramos o no, una y otra vez vamos a pecar. El Señor toma el menospreciar a una persona con palabras leves, como un pecado grave (Mateo 5:22). No solo eso, sino como dijo el Señor: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya a adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28), Dios juzga hasta el corazón del hombre. El hombre peca con el corazón y también con sus acciones. El primero se le llama el pecado de los pensamientos, y el segundo el pecado de la conducta.
Al cometer el pecado con nuestro corazón o con la carne lo que necesitamos es el perdón del Señor. Aunque cometemos el mismo pecado repetidamente no debemos dudar en recibir el perdón. El Señor nos dijo que perdonáramos a una persona que cometió un pecado con nosotros setenta vez siete (Mateo 18:22). También en la oración que nos enseño diciendo: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (Mateo 6:12). El Señor no solo desea que nosotros perdonemos hasta el final, sino que nosotros recibamos el perdón del Señor continuamente.
La razón por la cual Jesús aun sin volver a derramar la sangre nos puede perdonar sin ningún limite, es porque es su poder. Había una vez un paralítico en cama que vino delante de Jesús. El Señor le dijo: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.” Los escribas al ver esto pensaron: “Este blasfema. El único que puede perdonar el pecado es Dios, ¿cómo puede este perdonar los pecados?” De esto Jesús dijo: “¿Qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (Mateo 9:1-8).
Aunque el Señor le hubiera dicho al paralítico que se levantara y andará, si él no hubiera recibido el perdón del pecado no hubiera podido levantarse y caminar. Por lo contrario, sin importar que tan grave hubiera sido la enfermedad, si hubiera recibido el perdón de pecados hubiera podido levantarse y andar. Cuando una persona obtiene una enfermedad por cometer el pecado, para poder ser sano primero tiene que recibir el perdón de ese pecado. El pecado y la enfermedad son uno. Si recibe el perdón de pecado tendrá la sanidad.
Algunas personas dice: “De ahora en adelante me esforzaré en la vida en la iglesia. Mi enfermedad seré sanada cuando de mi reverencia por varios años.” Estos pensamientos no son pensamientos que salen de una fe sana. Recuerde que el paralítico al escuchar la palabra de Jesús se levanto, tomó su camilla, y caminó. El recibir el perdón de pecados no es algo que necesite mucho tiempo. Esto es lo mismo con la sanidad. Acumular la disciplina y el entregar la reverencia para resolver los problemas es algo que ya los incrédulos han hecho. Si un cristiano tiene este tipo de pensamiento, no ha podido desechar los hábitos religiosos.
Personalmente he dirigido muchos avivamientos, y he sido testigo de muchos casos en el cual la persona que han escuchado por primera vez el evangelio, en ese mismo día recibe la sanidad. Los creyentes que sigue en la enfermedad y no son sanados es porque no creen en la autoridad de Dios. Cualquier persona que desea tener la sanidad de la enfermedad ante todo tiene que tener esta fe: “El Señor perdono mis pecados”.
Jesús al decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados.”, no se refería al pecado original. El pecado original fue redimido cuando Jesús fue colgado en la cruz, pero antes de esto no hubo nadie que recibiera la redención. Sin embargo, también en la Ley podemos encontrar que hubo el perdón de pecados, y por medio de esto también recibieron la sanidad. La carne es quien recibió este tipo de ayuda mientras que el espíritu seguía muerto.
El hecho de que Jesús aunque todavía no había muerto en la cruz dice: “Tus pecados te son perdonados.”, es porque uso su poder. La razón por la cual los escribas pensaron que Jesús blasfemaba era porque había violado el poder de Dios, y ver a las personas al su alrededor dando gloria a Dios por ver en Jesús este poder. Mateo 9:8 dice sobre esto: “Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.”
Aun las personas que han recibido la salvación puede obtener una enfermedad por medio de su pecado. También la palabra que el Señor dijo a otras personas: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.” (Juan 5:14), respaldan esto. Cuando la enfermedad viene por la debilidad que uno tiene, lo primero que tenemos que hacer es recibir el perdón. No hay la necesidad de dudar del poder del Señor. 1 Juan 2:1 dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”
El Señor no solo con derramar la sangre en la cruz nos redime de nuestro pecado original, sino hasta tiene el poder de personar el pecado del pensamiento y de la conducta de cada uno. Esto es lo mismo con el poder que el presidente tiene de amnistía a un criminal. Aunque es obvio que un criminal que recibe el veredicto de ser culpable tenga que recibir el castigo, el presidente tiene el poder de hasta de librar a ese criminal que recibió la pena de muerte.
Hay algunas personas que se quejan diciendo: “Esa persona tiene muchos pecados, ¿cómo puede ser que en la iglesia sea usado de esa forma?” Con el pensamiento humano cualquier pecador tiene que pagar el castigo que se merece. Sin embargo, el otorgar el perdón hasta a estas personas es el poder del Señor, quien está sentado en el trono de la diestra de Dios. El Señor perdona cuanto quiere a los que ha salvado, y los levanta haciéndolos lleno del Espíritu Santo.
Nosotros siempre tenemos que recibir el perdón de pecados. Esto no significa que uno tenga que volver a arrepentirse y recibir el bautismo en el nombre de Jesucristo, sino que cada día tiene que ser santificado. Esto así, el cuerpo puede ser saludable, y el espíritu continuamente puede ir bien. El Señor teniendo el poder para perdonar los pecados, cuando Él dice que somos limpios así lo seremos, y si nos dice: “Tus pecados te son perdonados.”, entonces nuestros pecados son perdonados.
Desafortunadamente, todavía hay personas que aunque tiene la fe no son libre del pensamiento: “Como tengo muchos pecados no será fácil que reciba el perdón.” Estas personas están tomando su propio pecado como algo más grande que el poder del Señor de perdonar. No menosprecie el poder del Señor. Recuerden que también el ladrón quien fue crucificado recibió el perdón del Señor y entro en el paraíso.
Aunque una persona mejore su personalidad o es disciplinado, si el Señor no le dice: “Tus pecados te son perdonados.”, esa persona no puede ser limpio. El Señor desea usar su poder para poder perdonarnos. Él, quien hasta derramo su sangre para redimirnos, ¿por qué dejaría a un lado el pecado que puede perdonar con su poder? En el momento en que el Señor usa su poder para perdonar, nosotros podemos recibir la sanidad y ser libres de la maldición. Por lo tanto, ¡no sostengan más la enfermedad y la maldición, sino acepten el poder del Señor!
Aunque la Ley nos juzgue diciendo: “Eres un pecador.”, y el diablo nos murmura diciendo: “Alguien como tú debes ser destruido.”, nunca sean engañados con sus palabras. El poder del Señor es mucho más grande que la Ley, y más fuerte que el engaño del diablo. ¡Crea en el poder del Señor y sea santo! Así es como puede ganar la enfermedad, la maldición y toda destrucción.
Carta de Simuón
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Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Traduccion de la sintesis: Da Un Chung
Traducción del resumen: Eun Sol Jang
Interpretación: Eun Sol Jang