2014.10.05 – La vida está en la sangre
in SermonesLa vida está en la sangre
(Hebreos 9:11-22)
Dios
Es único.
Él
Se manifestó al mundo
E hizo promesas eternas con aquellos que creen en Él. (Hechos 1:4)
El hombre
Fue creado a imagen y semejanza de Dios, (Génesis 1:26)
Y entre la creaturas, sólo el hombre tuvo la oportunidad de la vida eterna, (Génesis 2:16-17)
Pero por su desobediencia su espíritu murió.
Sin embargo, Dios envió al unigénito que estaba en su seno, a Jesús, (Juan 1:18)
Para que se convirtiera en el Salvador del hombre. (Juan 20:30-31)
Jesucristo es el Verbo que fue hecho sangre. (Juan 1:14)
La Verdad de Dios es Evangelio para nosotros. (Juan 1:17)
Dios tiene sangre y en su sangre hay vida. (Levíticos 17:11)
Toda carne tiene sangre,
Y vive porque en ella hay vida.
A través de esta revelación natural
Podemos conocer el carácter divino de Dios. (Romanos 1:20)
Aunque la paga del pecado es la muerte, (Romanos 6:23)
La sangre tiene la vida que salva de la muerte.
El Espíritu Santo da testimonio de esta verdad. (Juan 16:13-14)
○ Por el Espíritu santo entendemos y creemos en la Verdad.
Nuestra fe está en la preciosa sangre de la cual da testimonio el Espíritu Santo
Debemos convertirnos en creyentes por la obediencia al Espíritu Santo.
○ Nuestro espíritu no fue comprado con sangre animal,
Sino que fue redimido por la sangre de Jesucristo,
Y por lo tanto vivimos por la vida que hay en esa sangre.
○ Nuestra fe es real,
Es una experiencia definitiva.
Debemos recibir la gracia de Jesucristo.
※ Los hombres de Jesús,
Son hombres de la sangre de Jesús,
Son hombres que han nacido de nuevo por el Espíritu Santo y la sangre.
Hebreos 9:11-22
11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.
18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.
19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,
20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.
21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
La vida está en la sangre
(Hebreos 9:11-22)
Pastor Ki Dong Kim
El Dios único
Dios es único. La base de nuestra fe está en conocer que Dios es único. En el mundo hay muchos dioses (o seres espirituales); sin embargo, ninguno de ellos tiene cuerpo ni sangre. Por el contrario, Dios envió a su Hijo, quien estaba en Su seno desde antes de la eternidad, para que se hiciera carne como Hijo de Hombre, derramara su sangre y gustara la muerte, y posteriormente lo levantó de entre lo muertos y lo exaltó hasta el Cielo. Además, envió al Espíritu Santo, quien procede de Su seno, para que los creyentes den testimonio de Jesús. Por lo tanto, Dios es el único dios que tiene sangre.
De la misma forma, podemos decir que Dios es único porque es aseidad. Exceptuando a Dios, todos los dioses son creaturas. Únicamente Dios existe por sí mismo, y lo hace por toda la eternidad.
La fe que recibimos del Dios único
La fe que tenemos la hemos recibido por parte del Dios único. Algunos manifiestan haber llegado a la Iglesia por sí mismos, sin la evangelización de nadie; pero la realidad es que no hay nadie que haya venido a la Iglesia por sí mismo. Ya sea que alguien le evangelizó previamente, pasó al lado de una iglesia en la que se estaba rindiendo el servicio de adoración, escuchó las alabanzas de los santos o un amigo lo invitó, todas las personas reciben varias oportunidades para venir a la Iglesia. (Romanos 10:14-15).
A diferencia de las asambleas que se realizan en el mundo, la Iglesia no es una organización de la cual participan varios voluntarios con un propósito en común. La palabra Iglesia (en griego, ekklesia) nos habla de tres cosas: llamados, congregados y escogidos. Dios llamó, las personas que escuchan su llamado se congregan en obediencia y los que se congregan son escogidos de Dios. Por lo tanto, la Iglesia debe moverse según la Palabra de Dios, no por la dirección de los pensamientos o los sentimientos del hombre.
Algunas personas comienzan evangelizando diligentemente, pero luego de un tiempo, caen en tentación y dejan de hacerlo. Esto se debe a que su entusiasmo nació de sus emociones; sin embargo, la evangelización no puede depender de los sentimiento, sino únicamente de la obediencia al mandamiento del señor. Nuestra fe no sale del hombre, sino del Dios único. En otras palabras, al buscar la raíz de la fe debemos encontrar al único Dios.
Los que beben la sangre del Señor
Somos cristianos, somos renacidos por la sangre de Dios y el Espíritu Santo. Nos reunimos el día del Señor y compartimos la Santa Cena para conmemorar que hemos bebido la sangre del Dios único. Los que beben la sangre de Dios tienen vida, el poder de la resurrección y la promesa de la vida eterna. Cada vez que bebemos de la copa debemos recordar esta verdad. No tiene sentido participar de la copa si no se conmemora esta verdad, y tampoco lo tiene participar de la copa y conmemorar la verdad si no se está anunciado la venida del Señor. Si reconocemos que esa sangre está en nosotros debemos hacer resonar la voz del Señor.
1 Corintios 11:24-26 dice, “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.” Originalmente, éramos pecadores y no teníamos otro destino más que el infierno; pero tuvimos la oportunidad de beber la sangre de Jesús, y fue ella la que lavó nuestros pecados. Ahora tenemos el deber de dar testimonio de la sangre de Jesús.
Hagamos resonar la voz de la sangre del Señor
1 Corintios 11:27-32 dice, “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.”
Aquellos que beben la sangre de Jesús deben anunciar la gracia que recibieron. Quienes no hacen esto se hacen culpables del cuerpo de Jesús y están bebiendo y comiendo juicio para sí. Entre ellos hay muchos enfermos, debilitados y muchos duermen, y esto es porque luego de beber la sangre de Jesús no hicieron lo que debían de hacer. Debemos escoger entre evangelizar y tener una vida victoriosa, o participar de la Santa Cena como si fuera un acto religioso, evitar la evangelización y recibir el castigo del Señor.
No es extraño que la gente del mundo no reconozca el valor del Evangelio; sin embargo, nuestra tarea es anunciar el Evangelio sin desanimarnos, incluso si nadie desea escucharnos. Jesús dijo, “Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.” (Lucas 11:8). A pesar de la persecución, los insultos o el desprecio que podamos recibir, algún día veremos el fruto.
Aunque Abel fue cruelmente asesinado, Dios no escuchó su clamor ante la muerte, sino la voz de su sangre. Si la sangre de Jesucristo está en nuestro interior, de nosotros debe emanar el testimonio de la voz de Jesús. No escojamos el camino del enfermo, el debilitado y el dormido, sino que seamos personas que hacen resonar la voz de la sangre de Jesús. Dios debe escuchar por parte de nosotros la voz de la sangre de Jesús.
Si decidimos anunciar la voz de la sangre de Jesús, debemos tomar acción inmediatamente. Dios mandó a que se le consagrara el primogénito de cualquier hombre o animal (Génesis 13:2), y a que se le presentaran las primicias de los primeros frutos de la tierra (Éxodo 23:19). No podemos procrastinar la obra que Dios mandó. Con la parábola de las cinco vírgenes insensatas que no estaban preparadas, Jesús enfatizó que hay un tiempo preparado.
Las personas que beben la sangre de Cristo deben dar testimonio de ella. No podemos ser personas que reciban el juicio del Señor, sino que debemos anunciar la voz del Señor. No utilicemos sólo nuestros labios para decir que amamos al Señor, esforcémonos para avivar a la Iglesia, que es el cuerpo del Señor.
Carta de Simuón
Me siento aliviado y alegre de saber que toda mi vida he dicho la verdad. Durante mi vida he escuchado muchas mentiras, me han engañado muchas veces y me han lastimado. Sin embargo, agradezco poder dar testimonio de la Verdad y saber que la Verdad reside en lo profundo de mi corazón.
Cuando comencé mi vida de fe creí que la Biblia era la Palabra de Dios, incluso sin saber el porqué era la Palabra de Dios. La consideraba santa, porque la Iglesia la consideraba como las Sagradas Escrituras, y especialmente porque en ella estaba registrado todo lo concerniente a Jesucristo. Sin embargo, luego de conocer la Verdad, entendí que no se puede negar la realidad de que la Biblia es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios sale de la boca de Dios, por esta razón no puede despreciarse ni una mínima parte de ella, sino que debe ser recibida y aceptada completamente.
La Biblia no es un libro donde están escritas las palabras que están impresas en el corazón del hombre; por el contrario, en ella está la Palabra que entregaron los ángeles de Dios, la Palabra de Dios que el Espíritu Santo personalmente enseñó a nuestro espíritu, la Palabra de Dios expresada a través de los labios de Jesucristo, y la Palabra de Dios anunciada por el Hijo, quien fue enviado a este mundo y fue obediente hasta la muerte. Entonces, ¿cómo podría no considerarla santa y espiritual?
Aunque lo deseen, las personas no pueden ser espirituales, porque ignoran y menosprecian la Palabra que sale de los labios de Dios. Mi anhelo es ser espiritual, pero entendí que para lograrlo hay que ser inmensamente humilde ante el conjunto obrar de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Mis palabras están llenas de orgullo y carecen de honestidad, pero la Palabra de Dios y las obras del Espíritu Santo son la Verdad certera.
El único que siendo hombre nunca mintió es Jesús. Él no puede engañarse a sí mismo y sus palabras son sin tacha, el Espíritu Santo da testimonio de ello. El Espíritu Santo da verdadero testimonio a través de sus dones.
¿Puedo ser más feliz? Si con mis sucios labios hablo mis palabras, estas no son palabras sinceras, sino mentiras. Mis labios no han logrado nada. Me complace saber que sólo cuando mis labios son usados por el Espíritu Santo y hablo sus palabras, entonces hablo con honestidad. Mi anhelo está en que nunca me envanezca, sino que en todo momento pueda expresar palabras sinceras. Luego de dejar el mundo, quiero que reconozcan que mis palabras eran ciertas, y que tanto mi descendencia como los miembros que me prosiguen sean guiadas por la Palabra de Dios y hablen con la verdad. Oro para poder hablar palabras verdaderas, así enfrento al diablo que quiere utilizar mis labios para hablar mentiras.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung