2016.08.14 – El Cristo que vino en la carne
in SermonesEl Cristo que vino en la carne
(1 Juan 4:1-12)
Dios
Es espíritu
Pero se encontró con la humanidad a través del Hijo.
El Hijo de Dios, para salvarnos,
Vino en carne a este mundo y derramó su sangre. (Hebreos 10:19-20)
Él, por el amor del Padre,
Corrió del Padre hacia nosotros
Siendo la Verdad.
Nuestra fe, más que cualquier otra autoridad del Cielo o la Tierra,
Recibe una garantía mucho mayor (1 Juan 5:4-5)
Y tiene un valor mucho mayor que cualquier cosa de este mundo.
La razón de esto
Se encuentra en la verdad de que Cristo nos entregó el amor de Dios
Al venir en carne.
Al tener una vida de amor fraterno, (1 Juan 4:11-12)
Debemos confesar el amor que recibimos de Dios,
Al hacerlo
Podemos completar el amor de Dios.
Esta obra es la señal de fe primordial
Que debe ser manifestada por los que tienen la gracia,
Es obedecer el mandamiento de Cristo. (1 Juan 3:23)
○ Al amar la Iglesia,
Debemos confesar
El amor que recibimos del Señor.
○ Por la venida del Señor en carne
Debemos ser una Iglesia viva
Donde se manifiesten los dones.
○ Seamos una iglesia que manifieste el amor de Dios
A través del amor
Y produzcamos fruto de evangelización.
※ Al entender la gracia del Señor debemos ser humildes,
Tener un corazón lleno de agradecimiento
Y servicio a los santos.
1 Juan 4:1-12
1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
11 Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.
12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.
Resumen
El valor del amor es demostrado por medio de la acción
Dios es justo. En todo el cielo y la tierra el único que es justo es Dios. El hecho de que Dios es justo, está en la característica de que su corazón, su palabra y sus acciones tienen concordancia. Esta es la característica que cualquier ser aparte de Dios no tiene. Por eso, las personas no pueden confiar entre sí. En cualquier centro comercial si un cliente dice, “Deme el producto primero y luego le pagaré.” Es obvio que no le darán el producto. Esto es lo mismo aunque las palabras fueron dichas con sinceridad. Es porque no hay ninguna razón para confiar en el corazón del hombre. Incluso las palabras de los padres de: “Yo te amo”, hacia los hijos es algo que no es ciento por ciento confiable. Los padres pueden decir estas palabras porque tienen un deber moral o la obligación de satisfacer los deseos de sus hijos. Si las palabras “te amo” no son seguidas por una acción que las pueda probar, entonces ese amor es algo en lo que no se puede confiar.
En el amor se incluye el corazón de amar y la acción de amar. Aunque el corazón es muy importante, si no se demuestra lo que está en el corazón por medio de las acciones no tiene ningún valor. En la sociedad, las relaciones de confianza se basan en la ley, también en la ley se determinan las fallas, todo esto se basa únicamente en las acciones que ocurrieron en la realidad, no tiene ningún valor lo que está dentro del corazón. Cuando Adán y Eva desobedecieron la ley de Dios los dos tuvieron el pretexto de que la responsabilidad estaba en el otro, pero ese pretexto no afectó de ninguna forma la sentencia de Dios. Esto es porque en la sentencia en vez de tomar en cuenta la intención del corazón, se toma la acción que ocurrió en la realidad.
Si amamos a Dios tenemos que amar con acciones, pero el problema es la verdad de que el corazón, las palabras, y las acciones del hombre son diferentes. Como es fácil que esta naturaleza de los hombres sea usada por el diablo, hay muchas ocasiones en la cual sin importar que gran determinación haya tenido la persona, las acciones hechas son completamente opuestas. Sin embargo, como Dios es un ser justo las palabras, “Yo los amo” son confiables incondicionalmente porque es la verdad. Los hombres, quienes son injustos, aunque en sus corazones duden y no acepten el amor de Dios, la palabra de Dios que nos ama legalmente es absoluta.
Sin importar cuanto Dios nos hubiese amado, si Él solo hubiera tenido ese amor en su corazón, no hubiéramos podido ser libres del pecado y la muerte, no hubiéramos podido recibir la redención del castigo de la ley y el espíritu que estaba muerto no habría podido vivir. Una acción de amor sería necesaria para que el pecado de la humanidad fuese tomado, Dios tenía que derramar personalmente su sangre y morir. Pero, como Dios es espíritu y no tiene cuerpo, no puede derramar la sangre y no puede morir, por ende el castigo eterno estaba delante de la humanidad. Sin embargo, Dios para salvar a la humanidad vino personalmente a esta tierra, derramó su sangre y murió. Manifestando así su acción de amor.
El Señor para poner su amor en acción vino en carne
Dios mostró su amor con su acción, que fue revestirse con la carne y venir a esta tierra. Dios no solo se sienta en el trono y da ordenes. La palabra que es llena del amor se revistió de la forma de siervo, personalmente vino a lo más bajo de la tierra y al recibir el sufrimiento y la muerte nos compartió su sangre y carne. No solo el Señor viene personalmente para darnos amor, sino que por medio de nosotros Dios hace que creamos en la verdad de que Dios nos ama. El hombre que naturalmente es de corazón y palabras que no son confiables, y los hombre que tampoco creen en la Palabra de Dios, se les fue derramada la naturaleza justa en la cual el corazón, la palabra, y las acciones concuerdan, la cual hace que experimenten la justicia de Dios.
Para que ninguno pueda negar el amor de Dios, el Señor hace más de dos mil años hasta el día de hoy vino a esta tierra legalmente. Si el Señor no hubiera venido legalmente, hasta el punto de que ninguna creatura pudiera negarlo, el diablo habría seducido para que dudaran y no creyeran en el amor de Dios. Sin embargo, el Señor vino a esta tierra en carne, derramó su sangre por seis horas en el Calvario delante de muchas personas y murió. Esto es un hecho que fue hecho público y oficial. Como todo el cielo y la tierra observó este hecho ninguno puede borrar este caso. Nadie puede negar el amor verdadero de Dios, y nadie puede esconderlo. Nadie puede decir que este hecho no fue oficial por la ilusión que el espíritu de Dios hizo en las personas sin ser carne.
Según la palabra, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16), Dios vino a esta tierra como carne y murió. Nosotros al creer en esta verdad podemos guardar el amor de Dios dentro de nosotros. Dios no sólo nos quiere dar la sabiduría de que “Dios nos ama”. Cuando nuestro corazón y espíritu tienen el amor de Dios, el Espíritu Santo viene a nosotros y confirma que somos seres que Dios ama y nos sella. El que confiesa la verdad de que Jesucristo vino en carne es quien pertenece a Dios (1 Juan 4:2). Para que nadie pueda quitar nuestra fe el Señor vino a esta tierra de forma legal. Por lo tanto, nosotros en cualquier seducción y engaño del diablo tenemos que creer la verdad de que el Hijo de Dios, Jesucristo, vino en carne para salvarnos.
Al amarnos unos a otros permanecemos en el amor de Dios
Antes de que muriera el Señor dijo a sus discípulos, “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.” (Juan 15:12), dándoles el nuevo mandamiento. El nuevo mandamiento esta reemplazando el antiguo mandamiento que es la ley, por lo cual todo los cristianos tienen que practicarlo. Si nos amamos unos a otros permaneceremos en el amor de Dios (Juan 15:9-10). Y si nos amamos unos a otros Dios permanecerá en nosotros, entonces su amor se perfeccionara en nosotros (1 Juan 4:11-12). Somos la iglesia del Señor, somos el cuerpo del Señor. Como los miembros del cuerpo cooperan entre ellos sistemáticamente, siendo miembros de la iglesia, tenemos que ayudarnos entre nosotros. Si son personas que por medio de la venida de Jesucristo en la carne recibieron el amor de Dios tienen que amarse.
Los resultados de amarnos unos a otros, primero es el hecho de que Dios permanece dentro de nosotros, y segundo es que el amor de Dios dentro de nosotros es perfeccionado. Aunque Dios al venir a esta tierra como carne y derramando su sangre perfecciona cien por ciento ese amor, la voluntad de Dios de que los seres que conocen el amor de Dios se amen entre ellos, y al ser realizado es perfeccionado. Los seres que fueron justificados por Dios tienen que tener confianza en ellos mismo y amar con las palabras, amar con el corazón y amar con las acciones como lo hizo el Señor.
Si permanecemos en el amor del Señor las dificultades, los sufrimientos y engaños del mundo no serán difíciles sino que seremos llenos de la alegría. Cuando estemos en este estado podremos evangelizar. La persona que pertenece a Dios, tiene que tener la apariencia de la persona que por medio de la sangre de Jesucristo pertenece al Cielo. El ordenar las sillas en el lugar de oración cuando no somos vistos es tener el aspecto de una persona que pertenece a Dios. Dios recuerda hasta estos pequeños aspectos. Amémonos unos a otros para que permanezcamos en Dios, y para que el amor de Dios sea perfeccionado dentro de nosotros.
Pastor Lee Ki Taek
Centro de Misión Sungrak
Carta de Simuón
Este año, hemos terminado nuestro campamento de verano en el Centro Sungrak de Mongsampo. Mientras que ahí aprendimos y encontramos lo que Dios desea de nosotros. Si somos cambiados de esta forma, Dios nos bendecirá grandemente, y experimentaremos grandes cambios y señales milagrosas en nuestra carne y alma. Entonces, si alguno de ustedes no participó del campamento, sin importar en cualquier situación en la que esté, le exhorto vehementemente a comprar el CD y lo escuchen.
Durante la primera y segunda sesión hubo seis sermones distintos. Como estos sermones fueron en serie, aquellos que participaron de la primera sesión deben comprarlos y escuchar los sermones de la segunda sesión, y viceversa. Si es posible, sería mejor escuchar la primera y la segunda sesión secuencialmente.
A través de estas sesiones debemos buscar cambiar nuestras almas. Sin abusar o maltratar su alma, cada uno de ustedes debe cambiar su manera de pensar. Mirar atrás y reflexionar acerca de sí mismo. ¿Está su alma seca y marchitada? ¿Puede usted orar y tener comunión con Dios solo a través de la inspiración recibida al venir a la iglesia ocasionalmente?
Ahora tengo ochenta años de edad, ya soy de avanzada edad. No estoy seguro de si podré entregar un sermón de tal forma nuevamente o no. Ni tampoco estoy seguro si este sermón de campamento de verano será el último o no. Por ende, debemos estar despiertos y devotos, y sacar provecho de cada oportunidad para no estar avergonzados cuando nuestro Señor Jesús regrese nuevamente.
Yo, el obispo mayor, no siempre seré joven ni durare para siempre. Soy tan solo un mensajero. Mediante estas sesiones también he realizado mi obra como mensajero de Dios. De ahora en adelante, cada uno de ustedes debe ser mensajero de Dios y estar a cargo de entregar grandes mensajes.
Cuan grandioso sería si usted y su familia son utilizados por Dios. Sin embargo, si alguno de ustedes tiene miedo a ser utilizado por Dios, no abriendo su boca, e ignorando Su gracia, entonces no podrá entrar al paraíso, el cual Dios preparó, y no podrá entrar a la mejor casa de Dios, nuestro Padre. Aunque el Señor en repetidas ocasiones nos advirtió y pidió, si usted ignora la voz del Señor, ¿quién se hará cargo de su alma?
¡Mis amados bereanos! Tengo esperanza que ustedes se convertirán en personas especiales. Deseo de todo corazón que se conviertan en las personas especiales que son selladas como el pueblo de Dios. Permitan que ustedes y sus familias sean preparadas cada día para ser el recipiente de oro que Dios usa. ¡Por favor!
Columna de Adoración del Día del Señor
Pastor Ki-Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri