2014.11.02 – Beba la sangre de Dios
in SermonesBeba la sangre de Dios
(Filipenses 2:1-11)
Dios
Es el único Dios verdadero.
Él
Le dio vida a toda la humanidad, (Juan 10:10)
Y para preservar su vida le dio el Verbo.
El Verbo es la vida eterna (Juan 6:53-55)
Y limpia el pecado del hombre. (Juan 15:3)
La Biblia
Trata acerca de la sangre de Dios. (Levíticos 17:11)
Los que estaban bajo la Ley creyeron en la sangre animal,
Pero los cristianos no creen en la sangre humana,
Sino en la sangre de Dios, y beben de ella.
Por esta razón
Si queremos vivir, debemos creer que Jesús es el Hijo de Dios, (Mateo 16:16)
No un hijo de los hombres. (Juan 20:30-31)
Aunque los judíos no sabían a quien estaban matando,
Ellos mataron al Hijo de Dios.
Por lo tanto,
Debemos conocer a Jesús
Para poder beber de su sangre.
El Espíritu Santo nos da la certeza acerca de la sangre de Jesús. (Hebreos 9:14)
○ No hemos bebido de la sangre humana,
Sino de la sangre de Dios,
Y por ella somos limpios.
○ No somos
De los que toman de la sangre animal.
Recibimos la vida eterna por beber la sangre de Dios.
○ Debemos conocer a Jesús.
Jesús
Es la voluntad de Dios, tengamos confianza en Él.
※ No somos religiosos
Somos santos hijos y herederos de Dios
Que han bebido la sangre de Dios.
Filipenses 2:1-11
1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,
2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Beba la sangre de Dios
Filipenses 2:1-11
Pastor Ki Dong Kim
Los que beben la sangre de Dios
Dios es el único Dios verdadero. En los cielos y en la tierra hay muchos seres espirituales, pero ninguno de ellos tiene sangre, Dios es el único ser espiritual que tiene sangre. Él envió al Hijo unigénito que estaba en su seno para derramar su sangre.
Dios envió a Jesús para darnos vida eterna (Juan 3:16). Si queremos recibir la vida eterna, debemos conocer a Jesús, el enviado de Dios (Juan 17:3). La gente tambalea y deja su vida de fe porque desconocen a Jesús. Hay mentirosos que dicen ser el Cristo, pero si conocemos la Biblia no caemos en su engaño. Esto no significa que debamos recitar la Biblia de memoria, sino que debemos conocer la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios.
Jesús no era un judío, sino el Hijo de Dios, y Dios mismo dio testimonio de Él (Mateo 3:17). Los cristianos son aquellos que han bebido la sangre de Jesús, no la de un judío, sino la de Dios. El hombre que no tiene esta sangre tiene que como destino la destrucción, por esta razón Dios envió a Jesucristo.
No perdonar los pecados de los otros es despreciar la sangre del Señor
Si hemos bebido la sangre de Jesús es normal que nuestro corazón esté lleno de gozo. Sin embargo, algunas personas comienzan una vida de fe devota, pero luego de un tiempo pierden su gozo. Uno de los más grandes males que oprimen al hombre es la depresión, la cual está íntimamente relacionada con el suicidio. Lamentablemente, los cristianos se dejan influenciar por el mundo, y pierden el gozo porque no confían en las obras de la sangre.
Este hecho también lo podemos ver reflejado al ver que las personas no perdonan al prójimo. Dios perdona y olvida los pecados de los que se arrepienten. Sin embargo, algunos sólo buscan reprochar los pecados del otro, esto es despreciar a Dios y anteponer la justicia propia. A pesar de que la sangre de Dios está llena de su justicia, ellos están llenos de su propia justicia. Sin embargo, no podemos ignorar que cuando un cristiano se arrepiente, Jesucristo intercede como abogado delante del Padre (1 Juan 2:1).
Los que realmente han recibido el perdón de los pecados por la sangre reciben la gracia con agradecimiento y anuncian la noticia del perdón de los pecados. A pesar de esto, hay muchas personas dentro de la Iglesia que sólo buscan echar en cara los pecados del otro. Si es así, ¿podemos decir que estas personas tienen fe? Jesucristo derramó su sangre para limpiar los pecados del hombre. Entonces, ¿Es correcto que las personas que recibieron la gracia critiquen a los otros?.
La Biblia enseña que el espíritu que reconoce que Jesucristo vino en carne le pertenece a Dios, mientras el que lo niega es anticristo (1 Juan 4:3). Debemos examinarnos para saber a qué espíritu pertenecemos. No perdonar y recordar los pecados de los otros es negar la obra de la sangre preciosa, esto es pecar deliberadamente y acarrear juicio para sí. El que confiesa creer en el poder de la preciosa sangre, pero no perdona el pecado, juicio come y bebe para sí, y para ellos ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio (Hebreos 10:26-27). Quien reconoce que en su interior está la sangre de Jesús tiene gozo y reconoce que esa misma sangre tiene el poder para obrar en los otros.
Bebiendo de la copa del Señor dignamente
Al tomar de la copa durante la Santa Cena conmemoramos la sangre que limpió nuestro pecado, y los que participamos de ella debemos proclamar que la sangre de Jesús limpia los pecados (1 Corintios 11:25-26). No se puede beber de la copa indignamente, si hemos bebido de ella es necesario reconocer el poder de la sangre. Beber de la copa y tomar del pan sin reconocer el poder de la sangre es hacerse culpable de la sangre del Señor, y es seguir al espíritu de anticristo (1 Corintios 11:27-28).
El objetivo de no dejar de congregarse y participar vehementemente del día del Señor es partir el pan. La razón por la cual tomamos del pan y bebemos de la copa es anunciar las obras del cuerpo molido y la sangre derramada del Señor. Tomar del pan y beber de la copa sin reconocer la obra de la carne y la sangre de Jesús es comer y beber juicio para sí (1 Corintios 11:29-30).
1 Corintios 11:30 dice, “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”. En la iglesia hay muchas personas derrotadas, deprimidas, enfermas y otras se encontraron con la muerte. El versículo 31 dice, “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados”. Los que creen en Jesús han evitado el juicio, pero algunos que confiesan creer en Jesús, beben y toman juicio para sí, esto es pecar deliberadamente. El versículo 32 dice, “mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” Hay muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen, ellos han sido castigados por el Señor. Es necesario que cada uno se evalúe para ver si está siendo castigado. El árbol que no da fruto no puede despreciar la advertencia del labrador (Juan 15:2).
Salvemos a los espíritus con el corazón de una madre
Salvar el espíritu del prójimo es nuestra misión. No hacerlo es no tener amor. Jesús mandó a amar al prójimo, y esto, con amor maternal. Aunque la Iglesia de Éfeso recibió muchos cumplidos por parte del Señor, Él les llamó la atención por haber dejado el primer amor (Apocalipsis 2:4). Pero, ¿qué es el primer amor?. Nacimos por el dolor de parto de nuestras madres. Somos personas que nacemos sin ninguna habilidad. Aunque teníamos dolor no podíamos decirlo, tampoco podíamos decir que teníamos hambre o frío. Pudimos convertirnos en lo que somos por el amor de nuestras madres. El amor maternal fue nuestra primera experiencia al nacer, fue el primer conocimiento que adquirimos, fue el primer amor. Aunque la iglesia de Éfeso era admirable en muchas cosas, fue reprendida por el Señor por dejar el amor maternal
Reprochar el pecado de los otros es no tener amor maternal. Aunque su hijo se equivoque, la madre no insulta o reprocha a su hijo delante de los otros; por el contrario, trata de protegerlo. Aunque una persona conozca los pecados del otro, no debe tratar de destruirlo, sino de acogerlo y ayudarle.
No podemos juzgar a los otros de acuerdo a nuestros estándares. No podemos negar las obras de aquel que derramó sus sangre y vino encarnado por nosotros. Debemos creen en el poder de la sangre. No debemos criticar o juzgar a los otros. Debemos aprender a llorar con los hermanos. No debemos dejarnos engañar por el diablo, él es aquel que desea hacer desaparecer las obras del amor maternal (Génesis 3:14). Dios nos tomó como campo para sembrar su semilla, debemos dar fruto al cien. Esta es la misión de los santos que han bebido la sangre del Señor.
Carta de Simuón
Entre el lenguaje que usan los cristianos hay una frase que no es correcta. Escuchamos frecuentemente la frase, “persona de buena fe”. Escuchamos decir, “él tiene buena fe” o “ese diácono es un hombre de buena fe”. Sin embargo, para ser honestos, en la Biblia nunca encontramos las frases “buena fe” o “mala fe”. La palabra “bueno” es un adjetivo, pero la fe no tiene ninguna relación con ese adjetivo.
El Señor usó las frases “¿crees?”, “si tuviereis fe”, o por el contrario, “hombre de poca fe”, “que tu fe no falte”, etc.. El Señor no hablo de buena o mala fe, Él nos enseñó que hay fe o no la hay. Los que tienen fe reciben la salvación, pero aquellos que no la tienen no pueden recibirla. Decir que los que tienen buena fe reciben la salvación y los que tienen mala fe no la pueden recibir es incorrecto. Incluso, es fácil caer en el error de, “como tengo buena fe mis oraciones tendrán respuesta”, o “como tengo mala fe no podré recibir la respuesta a mis oraciones”.
Dios dijo que para el que cree todo le es posible y que obtendrá la salvación. Por lo tanto, sólo hay dos opciones, tener fe o no tenerla. Por lo tanto, quienes tienen fe no tienen temor, pero los que no tienen fe tienen temor; quienes tienen fe son obedientes, mientras los que no tienen fe están llenos de dudas y son desobedientes; la fe produce buen fruto, pero la falta de fe, mal fruto.
Luego de entender la verdad me pregunté inmediatamente, “¿tengo fe o no tengo fe?”. Cuando no tenía fe no había nada para mí, pero al tener fe empecé a recibir la respuesta de Dios. Quien tiene fe puede caminar sobre las aguas, pero al que no tiene fe sólo le queda hundirse en medio de ellas. Quien tiene fe ama más al Señor, pero quien no tiene fe refleja su falta de amor por Él.
¡Ah! No hay otra forma. Nadie se puede presentar delante de Dios sin fe, pero el que sale con fe se encuentra con Dios. Comprendo que se acerca el momento en que el Señor hará una señal y me llamará. Por esta razón, todo lo hago a través de la fe, hablo, vivo y sirvo a la Iglesia únicamente por la fe. No debo hacer nada que sea perjudicial para mi espíritu.
¡Señor! Te doy gracias, porque no sólo salvaste a este vil pecador, sino que enviaste al Espíritu Santo y a través de Él me permites salir delante de ti. Tengo gozo, porque tengo fe.
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung