2016.02.28 – Prepárese

Resumen

Tenemos que esforzarnos por el galardón

Dios es quien recompensa. Aunque la gracia sea recibida sin obra alguna como un regalo, el galardón es la recompensa de nuestro esfuerzo. Tenemos que creer que Dios no solo da la gracia sino que también da el galardón. Si no tenemos esta fe no vamos a poder complacer a Dios (Hebreos 11:6). Jesús pudo complacer a Dios porque su mirada estaba en el galardón (Mateo 3:17).

Hoy en día muchas personas, aunque dicen que tienen la vida de fe, la verdad es que están entregando todas sus fuerzas a la ética y moral. Este es el aspecto común entre todas las religiones. La justicia del hombre, aunque pueda ser aceptada por otras personas, no podrá recibir la aceptación de Dios. Dios al ver al mundo no encuentra a nadie que sea justo. Por consiguiente, Dios envió a un justo al mundo. Ese es Jesucristo. Él vino al mundo a morir a cambio de nosotros y por sus obras somos salvos. Es un hecho de que nosotros no recibimos la salvación por nuestro esfuerzo, sino que es el regalo que Dios nos entregó. Por eso, esto se le llama gracia. El hecho de que venimos a la iglesia cada Día del Señor y rendimos culto no es porque no hemos cometido pecados alguno durante la semana, sino porque nos hemos revestido de la gracia.

De esta manera, al obedecer la palabra de Dios uno recibe el galardón. Muchos de los cristianos oran de costumbre a Dios pidiendo la bendición. Ellos piensan que con el hecho de solo orar podrán obtener la bendición. Sin embargo, la bendición es un tipo de recompensa. Antes de pedir la bendición, tenemos que examinarnos y ver si en realidad hemos hecho una obra delante de Dios que valga para recibir el galardón.

El que una persona haya ganado una medalla de oro en los Olímpicos, demuestra el gran esfuerzo y sacrificio, más que cualquier otra persona. Aunque un niño desde pequeño sea talentoso en el deporte, con solo su talento no podrá convertirse en el mejor en esa área. Entre los niños talentosos que se reúnen y entrenan todo los días, solo el mejor será escogido como el representante del colegio. Si él se esfuerza aún más podrá ser escogido como el representante de la ciudad. Si de aquí se esfuerza mucho más podrá ser escogido como el representante de la nación, y salir en la competencia internacional. Y aquí sin detenerse, si se esfuerza aún más podrá llegar a ganar una medalla en la competencia internacional. Esto mismo aplica cuando uno es usados por Dios. No es el hecho de que uno tenga un talento sobresaliente que Dios nos usa, sino que por medio de diferentes esfuerzos y sacrificios somos preparados para tener las condiciones aptas para ser usado por Dios.

Tenemos que obedecer para obtener el galardón

Dios nos ordena la bendición. El mandamiento de cumplir con el Día del Señor es también una de las bendiciones que Dios nos está ordenando. Dios recuerda a los que cumplen el Día del Señor (Números 10:10). Por lo tanto, el que quiere atraer la atención de Dios cumplirá con el Día del Señor. Algunas personas para triunfar en las cosas del mundo ignoran el Día del Señor. Entonces, ¿cómo pueden atraer la atención de Dios? Si algún día este tipo de personas piden la bendición a Dios, ¿será que Dios los va a aceptar?

Para recibir la bendición de Dios, tenemos que poder obedecer el mandamiento que Dios le dio a Abraham de sacrificar a su hijo que obtuvo a los cien años. También Isaac para obedecer a Dios dio el diezmo. Jacob en Peniel oró con todas sus fuerzas y recibió la bendición que viene de Dios. Dios al introducirse no dijo, “Dios de todas las personas”, sino que dijo, “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. Esto es porque solo las personas que obedecen a Dios como Abraham, Isaac, y Jacob, recibirán la bendición. Si hay una persona que se queja de Dios por no darle la bendición, entonces, primero tienen que volver a mirarse así mismos y ver si tiene el derecho de recibir la bendición.

Nuestra familia tiene que ser una familia que Dios use. Debemos tener el deseo de que nosotros, obviamente, y nuestra descendencia sea usada por Dios. Una persona piensa que el más inteligente entre sus hijos tiene que hacer el trabajo del mundo y entre los que no lo son deben ser entregados a Dios. Esto es un pensamiento incorrecto. Se debe entregar a Dios lo mejor.

Dios confía a alguien la bendición y por medio de ello hace que la obra de Dios se cumpla. Sin embargo, las personas que pueden sostener la bendición por su propia voluntad, son pocas. Aunque Moisés quien hubiera podido tener toda la gloria como Faraón en Egipto, escogió recibir el sufrimiento que viene por Cristo (Hebreos 11:24-26). Cuando Dios viene a tocar la puerta para buscar a nuestra familia, nosotros, sin negar debemos abrir la puerta (Apocalipsis 3:20). Cuando el ángel se manifestó a María y le hizo saber acerca de concepción del Hijo de Dios, María respondió diciendo, “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” (Lucas 1:30-38). Cuando Dios nos quiere dar la bendición, nosotros debemos entregar nuestro ser y familia a Dios.

Prepárese por el galardón

Alguien aunque dice que desea que sus nietos sean usados por Dios, no tiene ninguna preparación alguna sobre esto. Esto no tiene ninguna diferencia a decir que quiere recibir la recompensa, pero no se esfuerza en obtenerlo. Si queremos sostener la obra de Dios hay muchas cosas que se tienen que aprender. Nadie puede conocer cuando Dios llamará al que quiere usar. Por lo tanto, tenemos que guiar y ayudar a nuestros hijos para que generalmente se preparen de ante mano.

Al pedir a Dios, “Dame la bendición”, es lo mismo que decir, “Dame la recompensa”. Debemos volver a mirarnos a nosotros mismos y ver si en verdad tenemos el derecho de recibir la recompensa. No debemos convertirnos en personas que Dios quiere usar pero como no tienen el derecho de hacerlo, no son usados. Nosotros debemos ver con los ojos de Dios, para prepararnos de ante mano, a nosotros mismos, a nuestra familia y nuestra futura generación.

Hoy en día, se dice que es la generación de los cien años. La preparación de uno mismo para ser usado por Dios, ya no es solo porción para los jóvenes. También, una persona con edad avanzada repentinamente puede ser llamado por Dios y ser usado. Por lo tanto, sin importar si su edad es mucha o poca tenemos que prepararnos. Sin importar si tiene ventaja o no en la economía tenemos que prepararnos.

Dios quiere confiarnos su bendición. El problema está en que si nosotros tenemos el derecho de recibir la bendición. El que verdaderamente ama a Dios se prepararía con todo su corazón, alma, y mente para convertirse en alguien que sea apropiado para el uso de Dios. No solo nosotros mismos tenemos que prepararnos sino que también nuestra familia y descendientes, todos, sean trabajadores que complacen el corazón de Dios.