¿Quién es tu dios?

Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. (Éxodo 3:13-15)

Los israelitas habían estado en esclavitud en Egipto durante unos cuatrocientos años, y el sufrimiento se volvió insoportable. Dios escuchó su clamor y eligió a un hombre llamado Moisés para cumplir lo que Él les había prometido. Desde el momento en que Moisés nació, fue protegido y guiado por Dios no solo para sobrevivir, sino que incluso creció en el palacio del rey. Durante ese tiempo, recibió la educación más alta. No obstante, como tal formación no era suficiente para prepararlo, fue guiado nuevamente por Dios y fue sacado del palacio para vivir una vida completamente diferente como pastor durante cuarenta años. Durante los primeros cuarenta años de su vida, estuvo en la cima del conocimiento y el poder. Pero en los siguientes cuarenta años, aprendió humildad y mansedumbre.

Él era originalmente un hombre de temperamento fuerte, tanto que golpeó y mató a un hombre. Pero durante esos cuarenta años cambió tanto que Dios mismo dijo de Moisés que era muy manso, más que todos los hombres sobre la faz de la tierra. Y fue entonces cuando Dios comenzó a usarlo. Dios se le apareció para decirle que regresara a Egipto y comunicara a su pueblo la voluntad de Dios, porque ya era el momento de salir de allí. Sin embargo, el problema era que los israelitas ya habían olvidado hace tiempo la promesa de Dios, aunque Dios no la había olvidado. Solo la recordaban vagamente, y aun así, probablemente solo unos pocos. La mayoría la había olvidado. Algunos ni siquiera sabrían que existe Jehová (aunque el nombre Jehová aún no había sido revelado), quien hizo una promesa a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Solo los líderes del pueblo tal vez lo recordarían vagamente.

Por eso, cuando Moisés fue enviado al pueblo para decirles que un dios se le había aparecido para sacarlos, lo primero que se le vino a la mente fue que el pueblo le preguntaría qué dios lo había enviado. Porque este mundo está lleno de dioses, no hay solo uno. Aunque nosotros hoy sabemos que este Dios es el omnisciente y omnipotente, el único Dios verdadero, en aquellos tiempos cada tribu en cada nación adoraba a sus propios dioses, a diferencia de la sociedad moderna. Cada tribu tenía su propio dios. Por tanto, había incontables dioses. Así que el pueblo probablemente preguntaría a Moisés cuál de todos esos dioses lo había enviado. Ellos tampoco tenían la Biblia para conocer a Dios. Entonces, Moisés temía que si iba y les decía que salieran de Egipto, ellos le preguntarían sobre este dios y qué relación tenía con ellos. Así que Moisés preguntó a Dios: “¿Qué les responderé si me preguntan esto?”

Para nosotros hoy, esto puede parecer una pregunta extraña. Pero pensemos como un incrédulo que no tiene fe. Supongamos que somos incrédulos, y hagamos esta pregunta. Usted es un incrédulo, así que no tiene por qué creer en Dios, y nadie le está obligando a creer. Pero este dios se le aparece y dice que lo guiará a usted y a su pueblo. Entonces, mientras hay muchos otros dioses en el mundo, usted tiene que decidir si seguirá o no a este dios. Sin embargo, tiene que saber quién es este dios que quiere estar con usted, porque la gente le preguntará, y tendrá que darles una respuesta. Por eso Moisés preguntó a Dios.

Y a través del ángel de Jehová, Dios le respondió diciendo: “YO SOY EL QUE SOY”. Esta fue la primera respuesta que Dios dio. Yo soy el que soy. Decir: “YO SOY EL QUE SOY” es lo mismo que decir que es eterno. Solo el que es eterno puede existir por sí mismo, y solo el que es auto-existente puede ser eterno. Por eso la traducción china dice: “Yo soy el que soy, y el que es eterno”. El Dios auto-existente. Eso significa que Él es único, diferente de todos los otros dioses del mundo. Porque todos los dioses del mundo son creados, pero solo Él es auto-existente. Así que es probable que todos los otros dioses hayan sido creados por Él.

Entonces, este es el Dios que te ha enviado. ¿Quién es Él? El que se apareció a tu antepasado Abraham hace 400 años, y a Isaac y a Jacob. Él no reveló Su nombre a ninguno de ellos, sino que solo mostró que Él es el Dios Todopoderoso. Pero ahora reveló que es el Dios auto-existente que ha estado desde antes de la eternidad. Así que cuando Moisés fue allí, ahora tenía algo que decirles mientras trataba con ellos para persuadirlos. “¿Quieren salir?” “¿Por qué deberíamos salir?” “Un cierto dios les dice que salgan”. “¿Quién es ese dios?” “Es el dios auto-existente”. Por lo tanto, quien no quiera estar con el Dios auto-existente no tiene por qué salir. Nadie está siendo forzado. Si alguien quiere ser parte del pueblo de este dios auto-existente, puede venir. Así que se le está diciendo al pueblo que tome su propia decisión.

Por lo tanto, Dios nunca los sacó a la fuerza. Les dijo que, si querían estar con Él y salir de Egipto, debían untar sangre en los dinteles de las puertas de sus casas. Sin embargo, si no querían hacerlo, no tenían que hacerlo. Dios nunca obligó a nadie a hacer nada. Algunas personas dicen: “No puedo creer. Simplemente no puedo creer”. Entonces, Dios no obliga a esa persona a creer. Si dicen que no pueden, Dios dice: “Es tu decisión”. Así que, si la gente quiere seguir a este dios o a aquel otro, depende de ellos. Dios primero declara lo que hará si las personas eligen seguirlo. Para que lo sepan de antemano y puedan decidir si lo seguirán o no. Él no exige que lo sigan sin antes darles a conocer quién es.

Por ejemplo, hay muchos artículos en una tienda en un centro comercial. Usted sabe lo que quiere comprar, pero cuando está en la tienda, también desea comprar otra cosa. ¿Qué hace entonces? Su madre le dijo que comprara ese artículo en particular. Pero usted quiere comprar el otro. No hay necesidad de pensarlo mucho. Si eso es lo que desea comprar, cómprelo. Y aunque haya habido algo más que quería comprar, lo que realmente compre al final será suyo, no el otro artículo que estuvo considerando. Lo que elige pagar y comprar se convierte en suyo.

Así, Dios se reveló de tal manera que podamos conocerlo, hallarlo y escogerlo. Si no sabemos quién es Dios y simplemente acogemos a cualquier dios que se nos acerque, entonces no sabremos cuál de los incontables dioses del mundo podría venir a nosotros. Por eso debemos saber con certeza. Entonces, cuando estamos orando, no debemos clamar sin pensar: “¡Señor, Señor!”, sin siquiera saber quién es el Señor. Porque si oramos de esa manera, otro dios podría entrar en nosotros diciendo: “¿Fui yo a quien llamaste como tu señor?” Una vez eché fuera a un demonio en particular, y cuando le pregunté cuándo había entrado en la persona, el demonio dijo que había entrado cuando la persona estaba orando. Cuando oramos, debemos saber a quién estamos orando. Si decimos sin pensar: “¡Entra en mí! ¡Ven a mí!”, no sabemos qué podría entrar en nosotros. Por eso incluso los chamanes dicen: “¡Ah, él ha venido!” Dicen que algo o alguien vino sobre ellos. Pero, ¿quién es ese alguien? Debemos saber quién es ese dios. Tenemos que hacer una elección.

Un día, un hermano nos visitó entre semana, era uno hermano que venía al servicio de chino. Era martes y llovía ese día. Le pregunté: “¿Qué te trajo por aquí?”, y él respondió: “Él me dijo que viniera”. “¿Quién es él?” Y dijo que es alguien que siempre le habla, y que él siempre escucha esa voz. Entonces le pregunté: ¿desde cuándo está “él” contigo? Desde que era niño, ha estado hablando con esa voz. Pero por lo que me contaba, ese “alguien” era muy diferente del que yo conozco. Así que le expliqué. Le hablé del que yo conozco (Dios). Y luego le dije que teníamos que echar fuera a ese ser de él, pero él no quiso. Le pregunté por qué, y dijo: “Él es muy bueno conmigo”.

“¿Qué bien te hace?” pregunté. “Siempre me habla cuando estoy solo, y a veces, cuando hago lo que él me dice, las cosas salen bien. E incluso hoy, él me dijo que viniera aquí, y vine porque pensé que algo bueno pasaría”. Entonces le dije: “No sé cómo te dijo que vinieras aquí, pero lo voy a echar fuera”. Y cuando lo ordené, ese ser se manifestó. El demonio se manifestó y estaba frenético y fuera de sí. La persona se puso de pie, pero no fue porque el demonio hubiera salido. Estaba completamente fuera de sí. Era como si estuviera mentalmente enfermo. Normalmente, cuando se manifiesta un demonio, la persona recuerda lo que el demonio dijo. Pero esta persona no podía recordar. No sabía por qué estaba allí. No recordaba lo que había dicho hacía un momento.

Así que no podía recordar lo que pasó cuando se manifestó el demonio. Su personalidad y la del demonio estaban completamente entrelazadas. Así que mientras hablábamos, de repente se manifestaba el demonio y se volvía frenético. El demonio dijo que había entrado en él cuando aún era un bebé en el vientre de su madre. Antes de que el hombre naciera, el demonio ya había entrado en él y había vivido con él desde entonces. Así que era evidente que, aunque yo eche fuera al demonio de él, no podía separarse de él. Entonces le dije: “Tienes que elegir. El Dios que yo conozco, del que quiero hablarte, es el Dios auto-existente que es desde la eternidad, pero este ser que está contigo es un dios creado. Ahora, ¿cuál de los dos quieres elegir? El segundo será arrojado pronto al Abismo, pero el primero nos llevará al cielo. Tienes que decidir”. Pero ese hombre no pudo decidir. Al final, se fue así. Venía a nuestra iglesia a veces y a veces no. Al final, dejó de venir. No pudo decidirse.

Él conocía la diferencia entre el dios al que había estado sirviendo y el dios que yo le presenté. Y aun así, no pudo decidirse. Simplemente le gustaba cómo estaba. Con una persona así, no se puede hacer nada. Nosotros conocemos claramente al Dios que adoramos. ¿Cómo le expliqué yo a ese hombre quién es mi Dios? Dije muchas cosas, pero en resumen, dije que Dios es el Dios auto-existente desde antes de la eternidad. ¿Es esa una explicación perfecta? No, no lo es. Eso no significa que yo pueda darle la fe que lo salvará. Todas las personas que estaban bajo la Ley, bajo Moisés, tenían esta fe: que Dios es el Ser auto-existente. Pero no fueron salvas por esa fe. Incluso los musulmanes creen que Dios es auto-existente. ¿Pero son salvos? No, no pueden ser salvos solo por creer eso. Entonces, ¿qué es lo que debemos creer? ¿Quién es su Dios?

Supongamos que alguien le preguntara: “Parece que tienes una relación muy cercana con tu Dios. ¿Puedes decirme quién es tu Dios?” Entonces, ¿qué responderías? No hace falta decir mucho. (Dios que tiene sangre). Ah, Dios que tiene sangre. Sí, han aprendido mucho. Así es. Eso fue lo que el Obispo nos enseñó ayer. ¿Qué más? (Jesús). Sí, solo di el nombre. Jesús. ¿Cómo vamos a presentar a nuestro Dios? Su nombre es Jesús. Eso sería suficiente.

Leamos Gálatas 1. Gálatas 1:1. “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)”. ¿Quién es Dios? El dios que resucitó a Jesucristo de los muertos. Ese es nuestro dios. Dios que resucitó a Jesucristo de los muertos. ¿Por qué resucitó a Jesús de los muertos? El Padre de Jesús. Nuestro dios. Puede decir: “El Padre de Jesús es nuestro dios”. O puede decir: “el dios que resucitó a Jesús de los muertos”. Solo hay un dios que ha hecho eso. El dios que dio testimonio de Jesús, el dios que estuvo con Jesús, es el dios en quien creemos.

¿Quién es tu dios? Jesús. Pero si solo decimos Su nombre sin decir quién es, puede sonar bastante abstracto. Estamos viviendo en el mundo real, así que tenemos que ser más específicos. “¿Conoces al hombre Jesús? ¿No murió Él? Pero hay quienes testifican que resucitó. Tal vez tú no lo hayas visto, pero el dios en quien creemos es el dios que resucitó a Jesús de Nazaret de entre los muertos”. Eso fue lo que dijo Pablo. En los tiempos del Antiguo Testamento, no podían decir más que es el dios Todopoderoso. O decían: “Es el dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Pero ahora, podemos decirlo de forma concisa con solo unas pocas palabras. Porque Su identidad es clara para nosotros: dios que resucitó a Jesucristo de los muertos.

Por lo tanto, Él es el dios que también resucitará a cualquiera que esté unido con Jesús. Así que Él es quien nos salvó. El dios que estuvo con Jesús, también está con nosotros. Ahora la pregunta es, ¿quieres estar con este dios o no? El dios que resucitó a Jesús de los muertos también le dará vida. ¿Quiere tener una relación con ese dios o no? Si no quiere, no tiene por qué hacerlo. Si quiere, entonces bautícese, únase a Él y viva con Él. Reciba al Espíritu Santo. Eso es todo. ¿Qué quiere hacer? ¿Quiere seguirlo y salir de Egipto o no? Quien quiera salir, tendrá que poner sangre en su puerta; quien no quiera, se quedará. Nadie está obligado. Pueden quedarse y vivir con los dioses de Egipto. Pero en el día en que todos los dioses sean destruidos, perecerán junto con ellos.

De hecho, yo también lo pienso así. Nuestro Dios es verdaderamente bueno, pero cada uno tiene una idea diferente de lo que es bueno. Por eso, algunos podrían no pensar que nuestro Dios es bueno. Algunos incluso podrían decir que nuestro Dios es vil y cruel. Está bien. Porque yo igual quiero vivir con Él. ¿Por qué? Porque quiero vivir. Aunque digan que Él es malo, no importa. Aunque fuera tan malo que destruyera a todos los dioses, está bien. Yo quiero estar del lado del dios más fuerte. Solo así puedo vivir. El dios más poderoso; el dios todopoderoso; el dios que juzgará todas las cosas: yo quiero estar con Él. ¿Y usted qué haría? Debemos estar de Su lado. En realidad, Él no es un dios malo. Cuando leo la Biblia, veo que este dios Todopoderoso es en verdad el dios más humilde, no hay otro dios tan bueno como Él ni otro dios tan lleno de compasión como Él.

Si alguien aún no ha encontrado a este dios, ha leído la Biblia de forma equivocada y lo ha malinterpretado. Esos malentendidos deben ser corregidos rápidamente. Este dios es el dios Todopoderoso, el que juzgará todas las cosas. Sin embargo, en este mundo no hay dios tan humilde como Él, ni siquiera hay ser humano más humilde que Él. Verdaderamente Él es humilde. Es tan bondadoso, lleno de compasión y amor. ¿Quiere vivir con este dios o no? ¿Quiere salir de ahí o no? Sí, quiero salir. Así fue como el pueblo salió de Egipto en aquel tiempo. No se les había revelado todo esto, sino solamente diez milagros a través de los cuales llegaron a conocer el poder de este Dios. Pero nosotros ahora, lo conocemos, y no le adoramos por temor, sino porque le amamos.

Si alguien todavía tiene temor, es que aún no conoce a este dios. Hay que conocerle. Mi pueblo perece por falta de conocimiento. Sigamos adelante en conocer al Señor. Conozcámosle. Esforcémonos por conocer al Señor. Si no lo conoce y por eso lo malinterpreta, debe conocerlo y recibir la vida. Si no lo conoce, perecerá. La vida eterna es esta: que conozcan al Padre y a Jesucristo, a quien Él ha enviado. Jesucristo vino para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia. Así que necesitamos conocerle más. Cualquier malentendido que tengamos debe ser corregido para que le conozcamos mejor. Él vino al pueblo de Israel 430 años después, aun cuando todos se habían olvidado de Él. De igual manera, aunque nosotros lo olvidemos, Él nos recuerda y ciertamente cumplirá las promesas que ha hecho. Oremos y pidamos ayuda para conocer más profundamente a Dios.

Padre Dios, cuando no sabíamos qué dios había en este mundo y vivíamos con temor, Tú viniste a nosotros primero, nos encontraste y has estado con nosotros. Gracias, Dios. Ahora sabemos que verdaderamente eres todopoderoso, vivo desde antes de la eternidad, y lleno de amor, gracia y misericordia. Ya que hemos recibido tan grande gracia incluso cuando no te conocíamos, te damos gracias y te alabamos. Que ninguno de nosotros se aparte de Ti por malinterpretarte, Dios. En cambio, ayúdanos a conocerte más profundamente, a amarte más profundamente, y a dedicarnos aún más a Ti. Dios Todopoderoso, permanece con nosotros y danos poder y valentía. No tenemos el valor de hacer todas estas obras con nuestras propias fuerzas, pero Padre Dios, danos poder para que podamos llevar a cabo estas obras. Hemos orado en el nombre de Jesús. Amén.