2014.11.09 – Santificado sea el nombre de Dios
in SermonesSantificado sea el nombre de Dios
(Malaquías 1:6-14)
Dios
Es real.
Él
Habló de sí mismo (Juan 1:14)
Se manifestó a través del Hijo,
Nos redimió por Su sangre (Juan 3:16)
Y nos constituyó justos. (Juan 6:53-55)
Por tener fe en esto podemos presentarnos delante de Dios,
Esto es justicia. (Romanos 1:16-17)
No tomemos el nombre de Dios en vano. (Éxodo 20:7)
La fe es obedecer (Santiago 2:26)
Y glorificar a Dios.
El hombre deshonra a Dios
Con su egoísmo
Y por su pereza
Se aparta de Dios,
Grande es la decepción de Dios. (Malaquías 1:13)
Sin embargo,
Una vida de fe no decepciona a Dios.
Vivamos por la fe
Porque aquel que nos dio a Jesús también nos dio al Espíritu Santo.
○ No deshonremos el nombre de Dios.
Quien recibe su nombre es constituido hijo
Y justo.
○ Mostremos nuestra fe.
Aunque confesemos tener fe,
La fe sin obras está muerta.
○ Aunque no sea aparente,
Los que deshonran a Dios
Ya han sido desechados.
※ Acerquémonos a Dios
Y huyamos del diablo.
Sirvamos a Dios de acuerdo a su voluntad.
Malaquías 1:6-14
6 El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?
7 En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.
8 Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.
9 Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.
10 ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda.
11 Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.
12 Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable.
13 Habéis además dicho: !Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.
14 Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.
Santificado sea el nombre de Dios
(Malaquías 1:6-14)
La fe y Jesucristo
Dios es real. Nuestra fe no es una idea abstracta o un concepto. Creemos en Dios, porque Él se reveló a nosotros. Dios no es visible o audible para el hombre, pero podemos conocerle al tener fe en Su enviado, Jesucristo, y a través de Él tenemos la firme certeza de que Dios está vivo.
Los idólatras y los místicos confían en seres que ellos mismos desconocen. Por el contrario, nadie puede negar la existencia histórica de Jesucristo. No sólo esto, Jesús es la consumación de las profecías. Jesucristo no es alguien que apareció de la nada. Él estaba con el Padre antes de la eternidad, hace dos mil años entró en la historia de la humanidad, murió en la cruz, resucitó, ascendió al Cielo, y hasta el día de hoy actúa en nosotros a través del Espíritu Santo. Cuando Él venga nuevamente será el final del universo y todos sus santos se irán con Él.
Dios considera nuestra fe en Jesucristo como justa y por eso la sella . El testimonio de que hemos sido justificados da cuenta de que en nuestro interior está la sangre. Así como en los tiempos del Antiguo Testamento las personas derramaron sangre animal para santificarse, nuestro espíritu es justificado por la sangre de Jesucristo (Hebreos 9:13)
La fe y el nombre de Dios
Dios envió su Espíritu Santo a aquellos que fueron justificados. El Espíritu Santo vino a través del nombre de Jesús (Juan 14:26). El nombre de Jesús es el nombre de Dios. ¿Qué es la fe? Es creer en Dios. ¿Qué es la humildad? Es postrarse delante del nombre de Dios (Filipenses 2:10-11). Los seres que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, deben doblar sus rodillas ante el nombre de Jesús para poder presentarse ante Dios y darle la gloria.
La gente desprecia el nombre de Jesús, pero no comprenden que este es un gran pecado. En medio de los diez mandamiento, el que violaba el segundo mandamiento, “no tendrás dioses ajenos delante de mí”, tenía el pecado hasta la tercera y cuarta generación. Sin embargo, el pecado de tomar el nombre de Dios en vano no tiene perdón (Éxodo 20:4-7). Entre los pecados, el más grande de ellos es tomar el nombre de Dios en vano.
Jesús dijo: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” (Juan 14:14). La gente malinterpreta estas palabras y se engañan pensando que únicamente al añadir la frase “oro en el nombre de Jesús” obtendrán la respuesta a sus oraciones. Pedir en el nombre de Jesús significa pedir postrándose delante de ese nombre. El pecador, el enfermo, el que busca el evangelio, el que tiene algún deseo, debe postrarse ante el nombre de Jesús (Filipenses 2:6-11).
Los cristianos rinden adoración y alabanza en las iglesias llamando el nombre de Jesús; pero lo más importante es que se postren ante el nombre de Jesús en todo momento. Dios nos llama justos, por esta razón, debemos vivir postrados ante el nombre de Jesús y estar en paz con Dios (Romanos 5:1). Quienes honran el nombre de Jesús son amados por Dios y Él se manifiesta a ellos (Juan 14:21).
Dar gracias por lo que dio y por lo que dará
Cuando Dios llamó al pueblo de Israel al desierto le dijo a Faraón, “Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.” Además le dijo al pueblo “Salgan al desierto y adórenme, allí me adorarán, y me celebrarán fiesta”.
No hay un tiempo especial para darle gracias al Señor, en todo momento debemos hacerlo. En todas las circunstancias que enfrentamos en nuestras vidas cotidianas podemos encontrar motivos para estar agradecidos. Incluso en las situaciones más adversas, aquellos que tienen la voluntad para adorar al Señor encuentran un motivo para estar agradecidos. Ya sea en tiempo de gozo o de dificultad, no olvidan en ningún momento estar agradecidos. Sin embargo, aunque para estar agradecido no hay un tiempo establecido, sí hay un tiempo para las fiestas. El día de acción de gracias debe ser celebrado por los israelitas y los cristianos, y esta oportunidad sólo se encuentra una vez al año.
¿Cuál es el significado del día de acción de gracias? Es dar gracias por lo que recibimos y por lo que recibiremos. Aunque en nuestras vidas nos enfrentamos a innumerables situaciones de sufrimiento y dolor, tenemos la oportunidad de comer, de vivir, de tener una familia. ¿No es acaso esto un motivo para estar agradecido?
Dios es el que da la bendición (Deuteronomio 28:1-5). Ananías y Safira dudaron de esto a pesar de entregar sus bienes (Hechos 5:1-11). No debemos dudar de Dios, sino postrarnos delante de Él. Dios es aquel que da vida a los muertos, y llama las cosas que no son como si fuesen. (Romanos 4:17). Debemos creer en sus promesas. Debemos creer en su nombre. No podemos permitir que su nombre sea ofendido.
Los sacerdotes que honran el nombre de Dios
Malaquías 1:6 dice, “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” Entre las doce tribus de Israel, la única tribu que podía recibir el sacerdocio era la tribu de Leví, y entre ellos sólo algunos podían lograrlo. Esto es una parábola de cómo entre la humanidad, únicamente aquellos que están en Cristo reciben el sacerdocio, y en este caso todos lo reciben (Hebreos 2:9).
Malaquías 1:8-9 dice, “Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.”
Debemos creer en el nombre de Jesús y postrarnos delante de él. Si queremos que nuestra familia y nosotros recibamos la vida eterna debemos ser humildes ante el nombre de Dios. No podemos tomar como molesto o irritante el nombre de Dios. Así como nuestro Señor derramó su sangre para salvarnos, debemos resistir hasta la sangre, combatiendo contra el pecado. (Hebreos 12:4)
Debemos convertirnos en santos de primera clase. En el día de la venida del Señor debemos participar de la primera resurrección y ser sacerdotes que reciban la corona para así reinar con Él.
No seamos hombres que reciban el juicio de los ángeles, sino personas que juzguen a los ángeles (1 Corintios 6:3). No seamos personas juzgadas por las personas de Nínive, sino personas que sean capaces de juzgar a los que no se arrepienten (Lucas 11:32). Sólo los que se postran delante del nombre de Jesús pueden obtener esa autoridad.
Carta de Simuón
La gente no debe escribir, predicar o pastorear por vanagloria. En todo lo que hacemos hay una intensa batalla, la Biblia la llama la buena batalla de la fe. Sin embargo, si una persona se jacta, pierde la inspiración espiritual y lo único que queda de ella es su carne, y como ya sabemos, la carne no puede recibir como herencia el reino de Dios. Por esta razón, al escribir o al predicar debemos obtener la victoria en contra de la vanagloria para así tener un buen resultado. Sin esta batalla no hay un buen resultado.
Hace algunos días estaban naciendo los brotes de primavera, pero sin darme cuenta, el follaje de otoño profetizaba la venida del invierno. Nunca había sentido el tiempo y las estaciones pasar tan rápido. Todavía tengo mucho por hacer, pero mi cuerpo está cansado y sin fuerzas, por esto se contrista mi interior.
Evitar el trabajo difícil no permite progresar y hacer lo que todos pueden hacer no logra grandes cosas. Incluso, si es para labrar la tierra y es algo que nadie quiere hacer, hay que luchar y dar el máximo. A los siervos del Señor sólo les queda negar la gloria de su carne y ser fieles hasta el final. Cada uno debe guardar su espíritu así como las hojas se aferran a los árboles ante el fuerte viento de otoño, pero aquel que por un momento de necedad lo suelta todo tiene como resultado la desgracia.
Durante mi vida, mi corazón ha estado quebrantado, sufriendo constantemente como el interior de un árbol podrido por dentro. Traté de enseñarle a los espíritus perdidos y esperé a que se convirtieran en testigos de Jesús; sin embargo, he sido lastimado por aquellos que no pudieron permanecer hasta el final. ¿Cómo puedo describir este dolor con palabras? Nadie me puede consolar. Debo llevar más fruto, porque el Señor los está esperando, debo prepararme para que en el día de la cosecha del Señor haya abundancia.
Algunos escriben textos tratando de defender a la Iglesia o a mí. Sin embargo, al leer sus escritos parece que hubieran escuchado mis sermones una sola vez o leído un par de páginas de mis libros. Estoy decepcionado de ellos, esperando que ya no escriban más, porque sus libros no son ayuda sino tropiezo.
Si leyeran detenidamente mis escritos o escucharán atentamente mis predicaciones tendrían mi corazón, pero no es así. Me decepciona cuando pretenden ser académicos, como si ellos fueran el estándar. Espero que al menos los bereanos entiendan esto de corazón y se conviertan en líderes de “volver a la Palabra” Espero que los bereanos sean frutos maduros.
¡Ah! Luego de esta batalla, pronto el Señor me llamará. Por ser testigo de Jesús no me avergüenzo de Emanuel.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung