2015.01.18 – El Señor lo hará
in SermonesEl Señor lo hará
(Juan 14:13-21)
Dios
Obra como un agricultor.
Él
Envió a su Hijo al mundo, le mandó qué hacer
Y consumó su voluntad. (Juan 6:39)
Jesús no obró según su voluntad,
Sino que en todo lo que hizo
Fue obediente a la voluntad del Padre. (Juan 4:34)
Si tenemos esta certeza obtenemos una fe poderosa.
Las obras de Dios son reales.
Por lo tanto,
Nuestra oración
Es escuchada por Dios y le glorifica
Antes de que Jesús la haga realidad; (Juan 14:13)
Sin embargo, aquello que no glorifica al Padre
No se realiza, (Mateo 6:9-10)
Esta es una promesa.
Si nuestra fe resuena,
Dios no nos deja como huérfanos,
Ni nos abandona.
El Señor Jesús realiza lo que pedimos. (Marcos 11:22-23)
○ En ningún momento
Podemos reprocharle algo a Dios.
Debemos entender la voluntad de Dios.
○ Dios amó a la humanidad,
Por esta razón envió a Jesucristo como Salvador.
Jesús obra únicamente según la voluntad del Padre.
○ Las promesas de Dios
Se cumplen sin falta.
El Espíritu Santo fue enviado como el Consolador de la Iglesia.
※ No olvidemos
La gloria que Dios debe recibir primeramente.
Glorificar a Dios es nuestra fe.
Juan 14:13-21
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
El Señor lo hará
(Juan 14:13-21)
La vida del hombre luego del pecado de Adán
Toda persona debe trabajar para comer. Esta es una condición que Dios le otorgó al hombre en su sabiduría. Como trabajar es difícil, muchas personas consideran comer sin trabajar como motivo de alegría. Sin embargo, por más que sea difícil trabajar, este es la tarea que se le encargó al hombre. Para el hombre, este mundo es un lugar para trabajar.
Dios no se agrada al ver que las criaturas no realizan o son negligentes para realizar sus tareas. Este es un gran pecado delante de Dios. En el principio hubo dos motivos por el cual vino el juicio de Dios, la caída del ángel y la caída del hombre. Satanás no guardó su dignidad, dejó su posición, por esta razón fue encerrado en prisiones eternas para el juicio del gran día (Judas 6). Esto mismo le pasó al hombre. Dios le mandó a Adán guardar el jardín de Edén, pero por caer en la tentación del diablo, Adán dejó su posición. Adán fue expulsado del Edén y desde entonces el hombre debe comer de la tierra con dolor.
Esta situación continuó en los tiempos de la Ley. Dios le mandó al pueblo de Israel trabajar durante 6 días y en el día de reposo no hacerlo (Éxodo 35:2). El día de reposo existe porque existe el mandamiento de trabajar durante los otros seis días. Dios mandó a trabajar durante los seis días, porque no quiere desechar al hombre. En vez de ver el trabajo como un castigo, hay que verlo como la forma en que Dios quiere restaurar en santidad al hombre.
La nueva tarea dada a través de Jesucristo
La venida de Jesucristo al mundo le deparó un destino completamente diferente al hombre. Dios no perdonó al diablo, pero perdonó al hombre. El hombre tenía la tarea de obedecerle a Dios, pero dejó su posición y por esta razón vino la maldición. Sin embargo, Dios envió a su Hijo para redimir todos los pecados del hombre. Además, nos otorgó una nueva posición, una que es adicional a las labores que tenemos en este mundo.
Esta tarea es guardar los mandamientos del Señor (Juan 14:21). Hay dos fundamentos para servir al Señor. Una vida de servicio en la Iglesia y la ofrenda.
Una vida de servicio es rendirle a Dios el cuerpo como sacrificio vivo. No debemos seguir el modelo del mundo, sino que debemos renovar el corazón y comprender cuál es la voluntad agradable y perfecta de Dios (Romanos 12:1-2). No debemos ser tercos, sino que debemos ver el punto de vista de Dios y utilizar los talentos conforme a la medida de la fe (Romanos 12:4-6). Cada uno debe esforzarse y amar a los otros miembros del cuerpo (1 Pedro 4:8-10). Cada miembro debe cumplir su tarea para el crecimiento de la Iglesia (Efesios 4:16).
La ofrenda debe ser preparada de antemano. Cada uno debe dar la ofrenda sin tacañería y de corazón. Dios se complace con el dador alegre y hace que tenga gracia y fruto en abundancia por aquello que sembró. La ofrenda no es únicamente para suplir las necesidades de los santos, sino que es para glorificar a Dios a través de la fe y el agradecimiento.
Originalmente no podíamos llamar el interés de Dios, no podíamos salir delante de Él; pero ahora tenemos una nueva oportunidad e identidad. Por lo tanto, ahora, no podemos despreciar esta nueva oportunidad, sino que a través de la fe debemos apropiarnos de lo que nos da Dios.
Pida la ayuda de Dios
Algunas personas piensan que si trabajan diligentemente para el Señor vivirán bien en esta tierra. Sin embargo, la verdad es que las personas que trabajan para el Señor también se enfrentan a problemas y dificultades. Esto es porque la capacidad del hombre es limitada, pero las personas que guardan los mandamientos del Señor tienen el derecho de recibir su ayuda (Juan 14:21).
Los que tienen este derecho piden lo que necesitan en el nombre de Jesús. Sin la ayuda de Dios, no podemos sobreponernos a los retos de este mundo, no podemos vencer, sino que desfallecemos. Hay muchos elementos que nos obstaculizan. Además, los espíritus inmundos buscan hacernos caer. Incluso, cuando estamos descansando, ellos no lo hacen. Cuando estamos durmiendo y estamos indefensos, ellos pueden enfermarnos. Por esta razón, necesitamos la ayuda y la protección del Señor. (Salmos 127:2)
Dios obra de día y de noche, sin descanso (Salmos 121:1-6). Él está dispuesto a ayudarnos. Sin embargo, si no pedimos, Dios no nos ayuda. No porque seamos espirituales todos los problemas son solucionados automáticamente. No sabemos qué tipos de obstáculos tenemos al frente. Por esta razón, debemos buscar la ayuda de Dios.
La obra que sin duda debe tener la victoria
Sin la ayuda de Dios no podemos vivir, por esta razón debemos tener una victoriosa vida de obediencia. Debemos ser tan diligentes como para hacer que Dios no dude si debe ayudarnos.
Debemos entrar por la puerta del arrepentimiento y recibir el perdón de los pecados. Tenemos la oportunidad de arrepentirnos, algo que Satanás no puede hacer. Ahora, debemos mostrar un testimonio certero acerca de nuestra vida de fe. Los que no hacen esto no tienen la oportunidad de pedirle a Dios y no pueden esperar su ayuda.
Aunque vivir en este mundo puede ser fatigante, debemos guardar la posición que recibimos por medio de Jesucristo y cumplir nuestras tareas. Somos coherederos con Jesús de la gloria, debemos esforzarnos por el presente para estar listos para el futuro. No debemos olvidar dos cosas en las cuales debemos tener la victoria al ser cristianos, ser obedientes a Dios y buscar su ayuda. Debemos hacer que el Padre Dios sea glorificado.
Carta de Simuón
No sé cuando daré mi último sermón. Sin embargo, éste será el final de una vida como predicador de Dios, luego de haber sido llamado como siervo. En ese momento no seré capaz de dar otro mensaje en este mundo, por lo tanto el último sermón será el final, el mensaje inmortal. Para el último mensaje debo poner mi espíritu, cuerpo, fuerza, corazón y voluntad. Debo ser el sonido de la sangre ofrecida a nuestro Padre Dios.
Dios escogió a un gusano sin valor como yo para seguir este largo camino del pastor. Fui lleno de poder, señales y prodigios, porque Dios derramó ilimitadamente al Espíritu Santo sobre mí. Los paralíticos se levantaban para caminar, los leprosos fueron sanados, los muertos se levantaron, los sordos y los ciegos abrieron sus oídos y ojos, muchos enfermos fueron sanados e innumerables demonios fueron echados fuera.
Este poder era absolutamente necesario en mi vida diaria. Dios derramó gran bendición sobre mí, perdón sin fin, paz y bendiciones materiales. Me permitió una vida larga y tener a un excelente hijo a través de quien tengo nietos inteligentes. ¿Cómo puedo describir todas las bendiciones con palabras? Faltan las palabras para poder expresar el gran amor que he recibido del Padre Dios.
El amor duele. Es un espíritu que respira hasta el último momento luego de que el cuerpo se seca y mi corazón es consumido. Amo al Padre porque Él me ama. Sin embargo, ¿le amo simultáneamente con el pecado? Porque mi carne todavía existe continúo teniendo la debilidad que lucha en contra de mi espíritu.
Amo a Dios en el espíritu. Aunque la expresión de mi amor parecen palabras vacían, incluso mi carne no puede negar este amor que existe con el sonido de mi respirar. Sin amor, no existo. Si no hay amor en mi espíritu, entonces la fe no puede existir.
El amor que Dios me ha dado es el bien de mi espíritu. Amar a Dios significa poseer la fe y tener fe significa tener amor.
Doy lo mejor durante mis sermones mientras me dirijo hasta mi último momento, porque creo que en cualquier momento daré mi último mensaje. Hay momentos en los cuales quiero llorar durante el mensaje; sin embargo, me abstengo de hacerlo. Quiero llorar porque es mi canción de amor.
¡Oh, mi alma! He sido amado en el mundo, pero también he recibido gran persecución. Fui odiado, especialmente por mis compañeros de ministerio.
No estoy seguro por qué me odian tanto, pero soy inmensamente odiado por aquellos que dicen amarme. Trato de hablar palabras verdaderas, pero no lo parecen. Prefiero sacudirlo todo antes de dejar este mundo. Si esto es difícil, entonces se lo daré al Señor. Le confío mi espíritu para que pueda estar preparado para mi último sermón.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung