Servicio del Día del Señor del 24 de noviembre del 2024
La verdad como fruto de la luz
(Efesios 5:9)
Pastor Sung Hyun Kim
¿Es esto cierto? ¿Será que la verdad realmente puede separarse de lo verdadero? En el mundo, las personas a menudo definen la verdad como un principio que no cambia y lo tratan como un concepto diferente a lo verdadero. Sin embargo, en la Biblia, la verdad y lo verdadero son inseparables; la verdad conlleva el significado de lo que es verdadero. Si la verdad no conduce a lo verdadero o no se opone a la maldad, desde un principio no es la verdad. Si la verdad, en lugar de producir lo bien, permite que la maldad se desarrolle, ignorándola o no enfrentándola, ¿qué sentido tiene enseñar la verdad con tanta pasión?
La veracidad de Dios es inmutable. Esta es la razón por la que los israelitas encuentran consuelo y depender en Dios. Aun cuando tratamos de vivir verdaderamente, en ocasiones somos perjudicados y experimentamos injusticias, pero no perdemos la esperanza porque sabemos que el Dios verdadero compensará todas las cosas. El Señor es tan verdadero que es llamado “Fiel y Verdadero”. Él desea que también seamos verdaderos como Él lo es. Especialmente, dice que los que le adoren lo hagan en espíritu y verdad, enfatizando que debemos adorarle verdaderamente con todo corazón.
No hay ninguna persona que no mienta. Sin embargo, hay una diferencia entre quien miente por su debilidad inesperadamente y quien lo hace deliberadamente para cometer un delito. La mentira es una de las características representativas que surgieron después de la caída de la humanidad. Por lo tanto, si usted forma parte de la obra de restauración que comenzó en Cristo, debe odiar la mentira y disciplinarse a así mismo para vencer esa tentación. Aquellos que se esfuerzan para ser verdaderos y aquellos que ni siquiera intentan hacerlo enfrentarán resultados completamente diferentes en el día del juicio. Esforcémonos en la bondad, la justicia y la verdad. Este es nuestro deber como quienes nos identificamos como el cuerpo de Cristo y el requisito mínimo para preservar la iglesia. Hagamos que el fruto de la redención logrado en la cruz fluya a través de nosotros.