Servicio del Día del Señor del 13 de octubre del 2024
Ni siquiera debemos mencionar la inmoralidad sexual
(Efesios 5:3-4)
Pastor Sung Hyun Kim
Dios nos cubre con Sus manos de amor y nos protege, guiándonos con seguridad a través de este mundo que es como el valle de sombra de muerte. Pero ¿qué sucedería si rechazáramos el amor de Dios? Nuestros corazones serían cautivados por el amor que ofrece el mundo. Como resultado, el camino eterno que tenemos que seguir se volverá borroso, nuestra sensibilidad de discernir las cosas de Dios desaparecerá y nuestras vidas terminarían a la deriva, sin un destino claro. Por lo tanto, no debemos correr tras el amor del mundo, por más hermoso que parezca, sino caminar en el amor de Dios. Para ello, necesitamos tener una actitud que no solo hace lo que Dios nos ha mandado, sino también evitar lo que nos ha prohibido.
Lo lamentable es que estas cosas a menudo se disfrazan como amor, atrayendo a muchos. Sin embargo, ese es un amor falso. Las personas que nunca ha experimentado el amor verdadero creen fácilmente que ese amor dulce les garantizará la felicidad, y al perseguirlo, pueden atravesar por la inmoralidad sexual. Pero no tardarán mucho en descubrir que ese amor es una ilusión. La decepción se repite una y otra vez, y una vida agotada por esto puede llegar a la ruina. De esta manera, el amor del mundo se acerca a las personas con un nombre que no le corresponde, buscando sus víctimas vulnerables.
Mantengámonos alegados de la formación, toda inmundicia y avaricia. Las acciones vulgares, las palabras de bajo nivel y las bromas sexuales no son apropiados para los cristianos. De nuestra boca debe salir palabras que agradecen la gracia de Dios. La persona agradecida valora lo que ha recibido como algo que no merece. Por el contrario, quien no es agradecido cree que no ha recibido lo que merece, y por eso trata de satisfacer su avaricia utilizando a los demás. El antídoto para el veneno de esta avaricia que lastima, enferma y desilusiona a las personas es la gratitud. La gratitud es la inspiración que nos permite reconocer las bendiciones de Dios. No perdamos esta inspiración. No nos dejemos engañar por las tentaciones dulces que el mundo ofrece. Caminemos en el amor de Dios que nos guía hacia Su reino eterno.