Servicio del Día del Señor del 21 de enero del 2024

Los cristianos serán llenos con la plenitud de Dios

Pastor Sung Hyun Kim

Como cristianos tenemos una meta clara en nuestras vidas. ¿Qué sería esto? ¿Será que es recibir la redención? Claro que no. Cristo ya lo ha realizado. Él nos dice, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” “Sed santos, porque yo soy santo.” Lo que el Señor desea de nosotros, y por lo que debemos aspirar, es ser perfectos como lo es Dios. En otras palabras, es ir en el camino para ser llenos de Dios.

El deseo de ser lleno de Dios es diferente a buscar ser lleno con el Espíritu Santo, y es mucho más diferente que simplemente pedir ser lleno del Espíritu Santo enfocándose en el poder. Obviamente, la obra específica para ser llenos lo hace el Espíritu Santo. Sin embargo, como el Espíritu Santo obra por Cristo, en el caso de que, si no nos enfocamos en Cristo, quien realiza la voluntad de Dios, sino solo buscamos la llenura del Espíritu Santo, es inapropiado. El verdadero significado de ser lleno del Espíritu Santo es seguir la obediencia de Cristo, la cual se convertirá en un paso significativo para finalmente ser llenos de la plenitud de Dios.

Para que nosotros seamos llenos de Dios, es decir, para que seamos llenos con la plenitud de Dios, primero debemos desechar nuestras posesiones. Por el solo hecho de orar fervientemente no nos lleva a alcanzar la plenitud. Tenemos que desechar lo que pertenece al viejo ser, todo lo que pertenece al hombre de la carne. En aquel que no se ha arrepentido o no tiene un corazón preparado para el arrepentimiento, la plenitud no puede ser lograda. Cuando desechamos cuidadosamente nuestras posesiones y aceptamos el dominio de Dios, solo entonces Dios nos llenará con lo que es de Él. No seremos llenos por el simple hecho de desearlo, Dios tiene que hacerlo por nosotros. El desechar es hecho por nosotros; y ser llenados lo hace Dios.

Aquel que es lleno de ira recibe el dominio del odio y aquel que es lleno de la felicidad recibe el dominio del gozo. De la misma manera, si somos llenos con Dios, recibiremos el dominio completo de Dios. Por lo tanto, debemos fortalecer nuestro hombre interior y hacer que Cristo habite cómodamente en nuestros corazones. Tenemos que arraigarnos y cimentarnos en el amor. Debemos comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo y conocer este amor. Cuando hacemos esto, todos los aspectos de nuestras vidas recibirán el dominio de Dios. ¡Así, seremos como Dios! Este es el propósito eminente que Dios tiene hacia nosotros.

Nosotros aceptamos que la plenitud de Dios mora primeramente en Cristo. Ahora, esta plenitud tiene que realizarse en la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, en otras palabras, en nosotros. Esta meta no fue establecida por nosotros; Dios lo ha planeado personalmente. Es imposible que seres tan débiles como son los seres humanos lleguen a la perfección de Dios mientras estén en esta tierra. Sin embargo, mientras tengamos la esperanza en la gloria que veremos luego de resucitar, Dios desea que corramos sin parar hasta que lleguemos a la plenitud de Dios. Dios aprecia nuestra voluntad y esfuerzo y no parará de ayudarnos en nuestro cambio. Lo único que tenemos que hacer es obedecer a Dios. Así, Dios ciertamente cumplirá Su meta.