Servicio del Día del Señor del 15 de enero del 2023

Él oro para que Sus discípulos sean santificados

(Juan 17:15-26)

Pastor Sung Hyun Kim

El Señor quien enfrentaría el sufrimiento de la cruz, oró al Padre Dios por sus discípulos. “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Los discípulos no pertenecen a este mundo sino a Dios, por lo cual el Señor sabía que cuando los dejaría, el mundo que odia a Dios no pararía de molestarlos. El Señor oro para que los redimidos sean guardados, para que no caigan en el mal y así la unión que tienen con Dios sea preservada 

Luego, el Señor oro para que los discípulos sean santificados. Ellos son quienes tenían que sostener el pesado deber de difundir el evangelio. Para poder completar apropiadamente este deber tienen que parecerse a Dios daba vez más al separarse del mundo, del pecado y del enemigo. Sin este cambio interno, la obra que Dios les ha encomendado no puede completarse adecuadamente. Ya que Dios es santo, y su obra se hace de manera santa a través de hombres santos, aquellos a quienes se les ha confiado deben continuar siendo santos al eliminar constantemente su propia naturaleza que son contrarias a Dios. 

Sin embargo, ¿cómo podemos hacer eso? Si oramos mucho y leemos la Biblia diligentemente, ¿significa que somos santificados? Cuando el interés de una persona está enfocado en auto perfeccionarse, no importar cuanto se esfuerce no es apta para ser usada por Dios. Para que una persona sea santificada es posible cuando Dios lo aparta. Los que son apartados son quienes el Señor oró diciendo: “¡Santifícalos en tu verdad!”, por lo cual obedecerán a la palabra de Dios según esa oración. Por lo tanto, Dios los ayudará a ser más aptos para dar el fruto que Dios desea.  

Originalmente, no solo no conocíamos que era la santidad, sino que nos alejamos de ella. Por lo tanto, a fin de ser aptos para ser ofrecidos a Dios, debemos recibir la palabra revelada de Dios y ser cambiados por ella. No podemos mantener en la vida de fe la manera como vivíamos en el pecado. Debemos ser enseñados, reprendidos, corregidos y entrenados en justicia a través de la palabra de Dios. No debemos ser satisfechos con la palabra que solo nos llama para la salvación, sino que debemos ser guiados por la palabra que exige el ser limpio, y ser perfeccionados como hombres de Dios y perfeccionados para hacer todas las buenas obras. 

El Señor dijo, “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” Así como la oveja que ha de ser sacrificada es apartada y santificada, el Señor se ha apartado a sí mismo como sacrificio por el pecado de la humanidad al santificarse a sí mismo. El Señor desea que seamos santificados a través de esto. Por lo tanto, ofrezcamos también nuestras vidas como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Hagamos que la oración del Señor sea cumplida completamente en nosotros.