2016.06.26 – ¿Me amas?
in Sermones¿Me amas?
(Juan 21:15-17)
Dios
Es amor.
Él,
Para manifestar la Verdad al mundo, (Juan 14:6)
Envió a Jesucristo, Él es la Verdad.
El nuevo mandamiento ordenado por el Señor Jesús
Es amar al prójimo como a sí mismo. (Juan 13:34)
Amar al prójimo es amar al Señor.
Cuando el Señor Jesús nos pregunte:
“¿Me amas?
Debemos tener una respuesta honesta.
Quien no ama al Señor
No ama a Dios.
Quien ama al Señor
Ama verdaderamente al prójimo. (1 Juan 4:18)
El amor por el prójimo es salvar su alma, enseñarle, guiarle y hacer que sea santo.
Tener excusas y no obrar
Es traicionar al Señor Jesús.
Debemos amar con humildad y obediencia.
El Espíritu Santo observa esto.
○ Si amamos a Jesús
Debemos alimentar las ovejas de Jesús.
Debemos salvar almas.
○Si amamos realmente a Jesús
No podemos decepcionar a los santos
Sino amarlos y guiarlos.
○ Si amamos realmente a Jesús
Debemos cuidar sus ovejas.
Este es el mandamiento del Señor.
※ La fe es Verdad.
Ella no tiene mentira, es real,
Únicamente es amor.
Juan 21:15-17
15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
Resumen
Los hijos de Dios
Dios es uno. Él existía por sí mismo antes de la creación de los Cielos. Él se manifestó a nosotros. No conocimos a Dios por nuestro esfuerzo, sino por la gracia de Dios. La forma de recibir a Dios es la obediencia. La fe es obediencia.
En un principio éramos enemigos de Dios, pero por la fe ahora somos hijos de Dios. Los hijos de Dios no son iguales a los hombres del mundo. Los que no pueden conocer a Dios pueden pedir con vehemencia, pero lo hacen por los deseos de la carne; sin embargo, los hijos de Dios desechan la vida pasada y viven buscando el Reino de Dios y su justicia.
Es inevitable recibir persecución cuando se es hijo de Dios; sin embargo, no tambaleamos porque tenemos fe. Jesús padeció lo mismo. Luego de comenzar su vida pública padeció gran persecución, pero nunca desfalleció, esto es porque tenía fe. Cuando Jesús expulsó demonios, algunos dijeron que lo hacía por el príncipe de los demonios; pero Él aclaro que esta era un ministerio que no podía detener hasta el día de su muerte. Cuatro días antes de morir “He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.” (Lucas 13:32)
No nos debe extrañar que el mundo que persiguió al Hijo de Dios nos persiga (Juan 15:18). Cuando Pablo persiguió a los cristianos fue admirado por muchas personas; sin embargo, cuando recibió la fe y se hizo testigo de Jesucristo su vida fue amenazada y recibió persecución. Los otros discípulos de Jesús padecieron lo mismo. Pero lo que debemos entender con certeza es que ellos tienen la promesa de poder disfrutar la gloria celestial (Hechos 7:55-56)
Dios es nuestro Padre
Los que reciben el nombre de Jesús obtienen la potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12). ¿Cuál es la autoridad que disfrutan los hijos de Dios? Esta se manifiesta a través de la inspiración espiritual. Los hijos de Dios tienen inspiración espiritual, esto es porque la necesitamos para poder cumplir con la obra de Dios. Sin ella, los hijos de Dios no podrían realizar la obra de Dios. El resultado de los que hacen las cosas por la inspiración espiritual y los que no la tienen es muy grande. No hemos sido convertido en hijos de Dios al recibir doctrinas religiosas. La inspiración trajo a nuestro espíritu un verdadero cambio. Aunque las obras de los que carecen de inspiración espiritual se desvanece, las obras de aquellos que la tienen no lo hace. Dios obra continuamente en los que tienen la inspiración espiritual.
Los hijos de Dios claman: ¡Padre nuestro! (Mateo 6:9). Más exactamente debemos entender que Dios es “nuestro” Padre antes que “mi” Padre. Esto significa que no es importante que cada uno de forma egoísta reciba el amor de Dios, sino que debemos pensar en los otros. La Iglesia no es por unas personas, sino por una gran cantidad de personas que se congregan con un parecer.
El cuerpo del hombre está lleno de bacterias. Entre ellas hay bacterias que pueden ser perjudiciales para el cuerpo, pero que al mismo tiempo son necesarias. Al tomar antibióticos a veces mueren las bacterias perjudiciales, pero también las beneficiosas, lo cual puede traer otras patologías. Si llamamos a Dios “Padre nuestro” debemos tener comunión y armonía con el prójimo. A pesar de que son personalidades diferentes las que se reúnen, es importante que haya armonía entre ellos. Separar la iglesia en varios grupos es la alegría del diablo.
Dios tiene su interés en la Iglesia y ama a los que obran por la Iglesia. Luego de la muerte de Judas Iscariote, se escogió a otro discípulo para volver a ser doce apóstoles. La condición para ser escogido es que hubieran estado junto con el Señor desde el bautismo hasta su ascensión. Los que no se interesan por la Iglesia, no llaman el interés de Dios. Los que se desinteresan por la obra de la Iglesia, aunque llamen con urgencia en el día de necesidad, no recibirán la ayuda de Dios. Si clamamos “Padre nuestro”, no podemos dejar que el “nosotros” se derrumbe.
No olvidemos la inspiración de los hijos
Dios envió su Hijo al mundo porque nos amó (Juan 3:16). Todos los que nacen reciben el amor de los padres. Este amor existió luego de haber sido creadas todas las cosas. Por otra parte, el amor de Dios existía desde antes de la eternidad, este es el primer amor. No podemos desechar el amor que recibimos de Dios. Entre los que han vivido durante mucho tiempo la vida de fe, hay personas que dejan secar el amor de Dios que se encuentra en sus corazones, y empiezan a considerarlo como algo cultural. El Señor nos insta a no dejar el primer amor (Apocalipsis 2:2-5).
Para recibir el amor de Dios se debe tener fe. La fe es la inspiración espiritual que solo los hijos de Dios pueden disfrutar. Lo que nunca debemos dejar es la inspiración que tenemos como hijos. La inspiración es como la respiración, por esta razón se puede detener. Si se detiene la respiración el oxígeno no llega al cerebro y esto puede causar una parálisis. Por más bien que lata el corazón si hay muerte cerebral ya hay muerte. De la misma forma, si no deseamos secarnos debemos ser llenos de inspiración espiritual.
Con la inspiración espiritual que no pueden dejar de tener, los hijos de Dios deben ser ciudadanos de los cielos. Los que tienen inspiración pueden expulsar demonios, pueden sobrellevar la persecución y dejan el “yo” por el “nosotros”. Somos hijos de Dios que claman “¡Padre nuestro!”. Siempre debemos mantener la inspiración espiritual.
Pastor Lee Ki Taek
Centro de Misión Sungrak
Carta de Simuón
Mientras he vivido en el mundo he aprendido mucho y recibido una gran cantidad de amor. He recibido mucho amor, respeto y consuelo por parte de otros. Aunque ha habido personas que me han perseguido, ellos hacen esto porque no me conocen; sin embargo, las personas que me conocen me han amado. Esto es cierto, aunque no puedo expresar el amor que he recibido, pienso en él como el poder por el cual puedo vivir.
Cuando no tenía educación, había algunas personas que me ignoraban, pero ahora tantas personas me aman. De la misma forma que la corriente de un río se expande y tiene más agua bajando el valle, así se expande mi vida. Así como una delgada corriente de agua que fluye al valle se convierte eventualmente en un gran río, mi vida ha acumulado mucho conocimiento y experiencias, aunque la corriente en mi juventud corría muy rápido, ahora se ha vuelto más lenta. Sin embargo, este conocimiento y experiencia no pueden ser acumulados en mi alma. Aunque alguien me diera una gran casa, ¿cómo podría ser de ayuda para mí? Incluso si recibiera una gran gloria, ¿cómo podría ser de beneficio para mí? Únicamente mi alma procederá sola.
Aunque el mundo se aferre a mí, me tengo que marchar. Aunque hayan algunas situaciones placenteras en el mundo, no me pueden hacer descansar. Estoy caminando solo el único camino. Debido a mi carne he tenido que lamentar muchas cosas. Sin embargo, en mi alma soy muy feliz. Mi destino es el paraíso, y mediante este participaré de la resurrección de gloria y entraré a la casa del Padre, esta es mi única esperanza.
Durante mis días en este mundo he sido engañado en muchas ocasiones, incluso he sido aislado, pero esto es como una bofetada por parte del viento, la cual es temporal. Mediante el amor y el cuidado de los miembros de mi iglesia, que verdaderamente me aman, he podido realizar la labor que he querido realizar. Ellos incluso se sacarían sus propios ojos y me los habrían dado si hubieran podido hacerlo. Verdaderamente he sido muy amado. Mi alma es llena con su amor, así que no tengo necesidad de tener celos.
Mientras recuerdo esto, estoy a punto de derramar lágrimas. Aunque después de mi nacimiento he sido amado tanto por mi familia, el amor que he recibido de mis santos, es el amor que es sellado por Dios. A través del corazón de mis santos, ahora recibo el amor que Dios me ha dado. ¿Habrá alguien alrededor del mundo que sea tan amado como yo? No todos los pastores son amados por su congregación. Es el amor que puede ser dado al que verdaderamente ama. El poder por el cual puedo amar a otros proviene de la llenura del gozo del Señor en mi alma.
¡Oh!, mis amados santos, el amor que he recibido en mi vida lo mantendré eternamente e iré al Señor.
Columna de Adoración del Día del Señor
Pastor Ki Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri