2014.09.21 – Haznos uno
in SermonesHaznos uno
(Juan 17:1-12)
Dios
No proclama una religión, Él anuncia la vida.
Él,
Por medio de Jesucristo,
Manifestó con celo su voluntad, (Juan 6:39)
Y reveló su voluntad
Su nombre
Y su gloria. (Juan 1:14)
Nuestra vida de fe es así
Es vivir con el celo de Dios. (2 Corintios 11:2)
Jesús, siguiendo la voluntad del Padre
Vivió con el celo de Dios,
Y el Espíritu Santo
Nos ayuda con celo,
Siguiendo la voluntad de Dios. (Romanos 8:26-28)
De la misma forma
Los santos que reciben la gracia y el amor de Dios
Deben tener una vida de fe que cele con el celo de Dios.
Hacer esto
Es lo que el Señor Jesús desea, es su voluntad.
Debemos entender esto por el Espíritu Santo y debemos hacernos uno con él.
○ La vida eterna es
Conocer y tener fe en el único Dios verdadero
Y en Jesucristo, quien fue enviado por él.
○ Para conocer al Señor debemos tener celo,
Y ser obedientes a su Palabra.
Esta es la verdadera fe.
○ La gloria y la vida de aquel que tiene vida
Está en los hombres de Jesucristo,
Esto es llevando el nombre del Trino Dios.
※ Tengamos fe con sinceridad
Seamos santificados por la verdad
Y seamos llenos del gozo del Señor.
Juan 17:1-12
1Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
Haznos uno
(Juan 17:1-12)
Pastor Sung Hyun Kim
Dios es uno, es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en uno
Dios lo hizo todo para trasladarnos de la maldición eterna a la vida eterna. La obra redentora de Dios fue realizada por la cooperación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Igualmente, Dios quiere que cada uno luche por alcanzar la vida eterna. Si queremos ser obedientes a la voluntad de Dios, primeramente debemos saber quién es Él y cómo obra; y el conocimiento más básico que debemos adquirir es la “Trinidad”
El principio más importante acerca de la “Trinidad” es que Dios es uno. Así como lo enfatiza la Biblia en varias partes, Dios es uno. Sin embargo, es extraordinario ver cómo la Biblia nos manifiesta que servir a Jesucristo es servir a Dios, incluso nos muestra que esto es lo que le complace y lo que enfatiza. Esto nos revela que no podemos separar a Dios y a Cristo. El Padre, que es en esencia Dios, reveló su imagen, que es Jesucristo.
La Biblia no sólo nos habla acerca de la relación entre el Padre y el Hijo, sino también de la relación entre el Espíritu Santo y el Hijo, y la relación entre el Espíritu Santo y el Padre; y nos muestra que a pesar de esto, podemos reconocerlos como uno. En otras palabras, el Espíritu Santo es el espíritu de Dios, el Hijo es la imagen de Dios, y el Padre es la esencia de Dios. Dios es tres en uno.
El Dios trino es uno, pero cada una de las personas tienen su propia voluntad. Al decir que cada uno tiene su propia voluntad, nos referimos a que Jesús no obedeció al Padre, porque estaba atado a la voluntad del Padre y no tenía otra opción más que obedecer; sino porque así lo escogió.
El Hijo no está restringido por el Padre, sino que escogió ser obediente hasta la muerte y honrar al Padre; por esta razón el Padre le exaltó
Aunque el Hijo de Dios, Jesucristo, tenía una voluntad independiente a la de Dios; cumplió a cabalidad la voluntad de Dios. Esto es porque el Hijo quería complacer y exaltar el nombre de Dios. El Espíritu Santo tampoco obró según su voluntad, sino que habló lo que escuchó. El Espíritu Santo no estaba obligado a asistir al Padre y al Hijo como si fuera alguien inferior. El Espíritu Santo es Dios, y nos está criando y enseñando.
Obedecer la voluntad de Dios, no es tan fácil como suena. Es equivocado pensar que Jesús no padecería dolor y sufrimiento, porque era el Hijo de Dios. El Hijo de Dios se hizo hombre y pagó el precio por salvar a la humanidad, y el mayor sufrimiento que tuvo que padecer fue el castigo de la cruz. Él sabía muy bien cuán cruenta sería la muerte que padecería, y a pesar de esto obedeció la voluntad del Padre. La Biblia nos exhorta a tener el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús (Filipenses 2:5-11). Además, nos revela que Dios le dio toda la autoridad para juzgar a la creación. (Juan 5:22-23)
Jesús hizo que nos hiciéramos uno con el Dios trino, y la Iglesia debe hacerse una en el nombre de Jesús
Cuando Jesús oró ante el Padre, pidió para que también pudiéramos entrar en la relación del Dios trino (Juan 17:10-11). Algunas personas dicen que tienen una correcta vida de fe a pesar de no congregarse. Sin embargo, no se puede vivir según la voluntad de Dios dejando a un lado la Iglesia, ya que el enfoque de Dios está allí. Antes de ascender al cielo, el Señor le mandó a sus discípulos a que no dejaran Jerusalén hasta que viniera a ellos el Espíritu Santo, porque quería que luego de recibir al Espíritu Santo se convirtieran en Iglesia. Cuando Jesús dijo que era el tiempo de adorar en espíritu y en verdad no se refería a que sería abolida la forma de adorar del pueblo de Israel, y que comenzaría una época para adorar individualmente; lo que quería decir es que comenzó la época para que adoremos a Dios en verdad y espíritu como Iglesia.
La base de una vida espiritual correcta se puede construir únicamente en la Iglesia. Por esta razón, no importa quien sea, debe estar en el cuerpo de la Iglesia e ir cultivando su espíritu con vehemencia. La Iglesia de Cristo es la congregación que vive según la voluntad de Dios, y en ella debe actuar el poder de la vida eterna. La vida en la Iglesia debe ser más placentera que la vida en el mundo. Para esto, todos los miembros deben vivir en afecto y amor, y tener esto como un deber santo. No seamos como aquellos que dicen amar al Señor, pero son indiferentes ante los otros miembros, nuestra misericordia hacia los otros santos debe ser directamente proporcional al amor que tenemos por el Señor.
No seamos indiferentes ante los problemas que enfrentan los otros miembros de la Iglesia, debemos tener un corazón que tenga conmiseración y sienta dolor por el otro. Dios se complace en aquellos que animan a los oprimidos. Dios recuerda a los pobres de espíritu, a los que lloran y a los que sufren, y aprecia y recompensa a aquellos que tienen misericordia de ellos. Cumplir el mandamiento de amarse los unos a los otros tiene recompensa celestial.
Si una persona llega a la Iglesia con una carga sobre sus hombros y los miembros de la Iglesia lo animan, ¿no sería esto un gran apoyo para él?. Sin embargo, si recibimos a la gente que viene a la Iglesia con indiferencia, ¿podemos decir que somos hombres que participan de la vida eterna y el poder?, ¿podemos decir que somos hombres del Señor?
Jesús oró ante el Padre diciendo, “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:11). En el nombre de Jesús está la autoridad, la gloria y el poder que Dios le dio al Hijo. Dentro de su nombre podemos guiar a la gente. Ese nombre es un nombre de salvación, un nombre de vida eterna, un nombre de misericordia, un nombre perdón y sacrificio, un nombre que levanta, un nombre que sana, un nombre que da esperanza, un nombre que trae gozo. Jesús oró para que en ese nombre seamos uno con el Dios trino. Nuestro espíritu y nuestra familia tienen que encontrar el poder de la vida eterna en ese nombre. El efecto de ese nombre debe manifestarse en nuestro espíritu y nuestras familias.
Carta de Simuón
Luego de recibir a Jesús conocí la palabra “ayuno”. Antes estaba hambriento, porque no tenía; pero luego de conocer a Jesús, no volví a decir que estaba hambriento, sino que estaba ayunando. Viví evitando que los otros vieran mi menesterosa situación, y aunque fue una época solitaria y agobiante, Dios me cuidó de esa manera.
Aunque no tuviera dinero en la palma de mi mano, nunca actuaba como tal. Si tenía un traje lo lavaba en la noche y lo ponía debajo del colchón para quitarle las arrugas. Mis viejos amigos todavía recuerdan cómo solía limpiar todos los días el collar de mis camisas para vestirlas al otro día. Cuando el corazón es pobre, Dios lo sacia; por esta razón Dios me animó y me dio fuerzas.
Siempre me he sentido honrado de ser siervo de Dios, nunca se ha quebrantado ese orgullo; pero nunca he sido arrogante al respecto, lo he hecho todo para que no lo vean así los otros. Nunca fui quisquilloso para obrar, si era algo que yo podía hacer, lo daba todo. Y a pesar de que cada día me parecía agobiante, mi corazón era feliz. Mi corazón palpitaba, y aunque envidiaba al ver lo que los otros tenían, mi corazón nunca palpitó por ello.
Dios ve claramente mi corazón, por eso me esfuerzo por ser honesto delante de Él. Sin embargo, ante los hombres no soy así. Escondo lo que debo esconder, o más bien no hablo. De algo estoy seguro, tengo dos rostros, uno delante de Dios y otro delante de los hombres. No puedo engañar a Dios. Delante de Dios desnudo todas mis situaciones y le revelo todo lo que hay en el interior de mi corazón. Sin embargo, delante de los hombres no hablo acerca de mis tristezas, ni muestro lo que hay en lo profundo de mi corazón. Caín engañó a Dios, porque le pertenecía al maligno. Debemos escoger delante de quién seremos hipócritas, delante de Dios o delante de los hombres.
Aunque el mundo sea sucio e irritante, debo tener paciencia, ya que es el camino que debo recorrer. No puedo salir volando, porque no soy un ave; no puedo esconderme bajo las aguas, porque no soy un pez. Soportar esta opresión día a día y vivir es mi itinerario. Nunca pude probar el saber de la libertad de la juventud, ni pude ver el mundo que recorrí solo. Y a pesar de que siempre hay un lamento en mi corazón, pienso que fue lo mejor y le agradezco a Dios.
Deseo trabajar, incluso luego de dejar este mundo. Me place saber que mis escritos, la Iglesia que levanté con todas mis fuerzas y la Academia de Berea lo seguirán haciendo. Se acerca el tiempo para dejar lo que está en mis manos, lo sé en mi corazón.
Simuón
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación y traducción: Ministro Da Un Chung