Términos y condiciones de Emanuel
Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (Éxodo 20:1-17)
Lo que hemos leído son los Diez Mandamientos, que conocemos muy bien. Muchas personas tienen un concepto preconcebido sobre los Diez Mandamientos simplemente porque se llaman mandamientos. Debido a que se les ha etiquetado como “mandamientos”, la gente tiene un estereotipo de lo que deberían ser. Saben que son mandamientos, pero no piensan por qué Dios dio estas palabras al pueblo en ese momento. Y pueden ser malinterpretadas si se piensa que son solamente mandamientos.
¿Por qué Dios dio estas palabras al pueblo? Antes de ser mandamientos, son los términos y condiciones de un acuerdo. Son términos y condiciones. Cuando compramos un producto o contratamos un seguro, tenemos que leer cuidadosamente los términos y condiciones. Ya sea un seguro o un terreno, tenemos que conocer los términos; y de igual manera, al comprar una casa o incluso algo por internet, debemos leer y entender las condiciones de venta. De lo contrario, cuando ocurra algo, podríamos no tener derecho a reclamar si el vendedor se remite a la letra pequeña que pasamos por alto.
Así como debemos leer detenidamente los términos y condiciones, lo que Dios está diciendo aquí no es simplemente: “¡Tienes que obedecerme!” Más bien, Dios está intentando establecer un acuerdo, un pacto con el pueblo de Israel diciendo: “Estaré contigo.” Es con este propósito que Él está haciendo esta obra. Dios ya había prometido esto a Abraham al decir: “Yo estaré contigo y tú serás bendición.” Para expresarlo más explícitamente, Dios está diciendo: “Me casaré contigo.” La idea central del libro de Oseas es el matrimonio donde dice: “Te desposaré conmigo. Seremos uno.” De eso se trata esto: del matrimonio.
Si uno está intentando casarse, ¿cómo podría hacerlo sin conocer a la otra persona? Primero hay que saber quién es la otra persona, cómo es físicamente, y así sucesivamente. Y al menos debe haber una conversación sobre lo que cada uno hará por el otro una vez que estén casados. Cuando elegimos al presidente, no elegimos al que sea más guapo. Los candidatos deben ser honestos con el pueblo de su país y decirles qué harán cuando lleguen a la presidencia. Esa es su responsabilidad. Así que, les guste o no a las personas, lo más importante es que él sea honesto. ¿Por qué? Porque cuando el pueblo escucha lo que cada candidato hará cuando tenga el poder, pueden tomar una decisión. Por ejemplo, uno dice que restaurará la relación con Corea del Norte, pero el otro candidato dice que la va a aislar por completo y a destruir. Y con base en esas propuestas, la gente toma su decisión.
De la misma manera, Dios está diciéndole al pueblo quién es Él. Así que los Diez Mandamientos son mandamientos que revelan los atributos de Dios, pero al mismo tiempo, es lo mínimo que Dios exige de ellos para poder estar con Él. El pueblo de Israel estaba muy influenciado por los egipcios en ese tiempo. Estaban hechos un desastre. Estaban sucios. Dios estaba decidido a estar con ellos, pero Dios es santo. Simplemente no podían estar con el Dios Santo porque su naturaleza y sus estándares no eran adecuados. Por lo tanto, Dios hizo una concesión con ellos. Así que Él les estaba diciendo: “Voy a cumplir mi promesa con Abraham y me casaré contigo, pero debes cumplir al menos con esto”, y les dio estas condiciones.
Uno de los profetas se casó con una prostituta como resultado de la ordenanza de Dios. Aun así, había requisitos mínimos en ese matrimonio. A la mujer se le dijo que no debía ir tras otros hombres una vez casada, y no se le harían preguntas sobre su pasado. Esa era la condición. El profeta se casó con una prostituta con la condición de que ella cumpliera esos requisitos mínimos. Y él no le preguntaría nada sobre su vida pasada.
Por ejemplo, otra persona podría decirle a su futura esposa antes de casarse: “Yo soy una persona que necesita desayunar, así que por favor prepárame el desayuno todas las mañanas. No me importa lo que hagas, pero el kimchi es indispensable. Y puedes tener amigos, pero nada de engañarme”. Y otra cosa que podrían hablar es cuántos hijos quieren tener. Si la mujer no está de acuerdo con las condiciones que él le presenta, ¿qué debe hacer? No firmar el acuerdo. Si ella no quiere tener muchos hijos, como él sí, o si no puede levantarse temprano todas las mañanas, no tiene por qué seguir adelante con ese acuerdo.
Si el pueblo no estaba de acuerdo con Dios, Él simplemente habría buscado a otro. El problema surge cuando ambas partes están de acuerdo, pero una rompe los arreglos. Por eso, para que el hombre pudiera ser uno con Dios, Dios presentó estos requisitos como lo mínimo necesario, de modo que si ellos cumplían con esos requisitos, Dios estaría con ellos. Él se casaría con ellos. Estaría con ellos para siempre y los protegería. ¿Qué respondió el pueblo cuando escucharon esto? Aceptaron, y por lo tanto se estableció el pacto. Así que, desde entonces, se convirtieron en mandamientos.
No eran mandamientos desde el principio, sino términos y condiciones. Después se convirtieron en mandamientos. Nosotros elegimos estos mandamientos. Prometimos cumplirlos. Por eso, no se nos imponen por la fuerza, sino que debemos asumir la responsabilidad por nuestras decisiones. Así es, en realidad, nuestra fe. Se trata de asumir responsabilidad, no de ser oprimidos. Los fatalistas son oprimidos. ¿Por qué? Porque sienten que nunca tomaron una decisión. Y creen que no pueden cambiar nada. Nosotros no somos fatalistas ni predestinacionistas. Nosotros tomamos decisiones y asumimos las consecuencias de nuestras decisiones.
Dios les está dando el pacto de que estará con ellos para siempre si cumplen con estos términos. Dios es santo, y reveló sus atributos de esta manera. Si queremos que este Dios esté con nosotros para siempre en nuestras vidas, necesitamos elevarnos al mismo nivel que Dios. Tenemos que estar en un estándar similar al de Dios. Pero, ¿creen que estas cosas pueden hacernos estar al mismo nivel que Él? No, no lo harán. Así que Dios ideó otra alternativa y volvió a hacer una promesa con nosotros. Ahora, podemos ser uno con Dios por medio de Jesucristo. Pero ya que sabemos que estos son los requisitos mínimos que Dios exige del hombre, debemos esforzarnos por cumplirlos, incluso después de tener fe en Jesús. No hay ni un solo mandamiento de estos que podamos ignorar. No podemos ser salvos por cumplir con estos requisitos, sin embargo, representan los estándares de Dios, las condiciones mínimas establecidas por Dios como la línea margen. Oremos para que podamos ser santos a fin de estar con el Dios Santo.
Padre Dios, ya que nos has dado la gracia para que ahora podamos estar contigo que eres santo, ayúdanos a esforzarnos por ser santos. Y así como el Señor Jesús derramó Su sangre y murió para cumplir la promesa, ayúdanos también a luchar hasta derramar sangre para ser santos. Hemos orado en el nombre de Jesús. Amén.

