Servicio del Día del Señor del 13 de julio del 2025
El calzado del evangelio de la paz
(Efesios 6:15)
Pastor Sung Hyun Kim
El cristiano no debe pensar de sí mismo únicamente como una oveja del Señor. También es un soldado del ejército que Cristo comanda. Considerando que este mundo está bajo el dominio del diablo y de su vasto sistema organizado, y que los cristianos libran una guerra espiritual en medio de ello, ignorar su identidad como soldados equivale a estar completamente expuestos a un peligro mortal. Todos nosotros debemos resistir los ataques del enemigo y permanecer firmes hasta el final en esta guerra. Para ello, debemos vestirnos con toda la armadura de Dios. Después del corazón sincero y la justicia practicada en obediencia, el tercer elemento portar es ‘una relación reconciliada con Dios’.
La persona que no está reconciliada con Dios no puede tener paz en su corazón, sin importar lo que haga. Intenta luchar a su manera en medio de la ansiedad, pero termina siendo capturado y completamente utilizado por el enemigo. En cambio, quien se ha reconciliado con Dios tiene confianza. “Aunque el mundo me desprecie, Dios me ama.” Con esta convicción, no se deja sacudir. “Me he unido a Dios. Él no me abandona.” Por esta certeza, no teme ni siquiera ante los ataques más feroces del enemigo. “Dios pelea por mí. Dios me protege.” Con esta seguridad, no retrocede en ninguna circunstancia, sino que sigue avanzando.
Esto es semejante a la imagen de un soldado que, calzando zapatos adecuados para el combate, avanza con confianza. Si un soldado lleva puestos zapatos resbaladizos, al subir una colina hacia el territorio enemigo tendría que trepar torpemente. Si los zapatos se le salen con facilidad, no podrá usar bien su fuerza en una lucha cuerpo a cuerpo. Y si las suelas son tan delgadas que se lastiman los pies al caminar por caminos pedregosos, no logrará llegar al campo de batalla a tiempo. En cambio, si los soldados llevan puestos los zapatos bien preparados para la batalla, solo con eso su confianza aumentará notablemente. Por esta razón, el Señor nos ordena: “¡Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz!”
El ‘evangelio de la paz’ no se refiere simplemente al evangelio que brinda paz mental. En este contexto, ‘paz’ se refiere al estado de reconciliación con Dios, una relación que había sido quebrantada y que fue restaurada por medio del sacrificio de Cristo. Para comprender mejor su significado, puede ser útil sustituir ‘paz’ por términos como ‘armonía’, ‘reconciliación’ o ‘paz restaurada’. Dios no puede aceptar el pecado. Si no fuera por el mérito de Cristo, en el momento en que nos presentáramos ante Dios, Él arremetería contra nosotros con ira a causa de nuestro pecado. Sin embargo, ese ataque fue dirigida hacia Cristo, que colgaba en la cruz, y la ira que iba dirigida hacia nosotros fue completamente aplacada. Esta es la reconciliación que el evangelio ha traído a nuestras vidas.
Para disfrutar de esta reconciliación, es necesario obedecer el evangelio y arrepentirse. No se trata de una experiencia momentánea. Así como un soldado mantiene sus zapatos puestos en todo momento, preparado para cualquier ataque inesperado, quien se ha arrepentido verdaderamente conserva, durante toda su vida, un corazón constante de arrepentimiento. Esto no significa que deba enumerar uno por uno todos sus pecados, ni que deba elevar el nivel de justicia que descendió a causa del pecado. Nuestra propia naturaleza está caída en el pecado. Debemos reconocerlo y avanzar continuamente hacia una vida transformada. Una persona que vive en arrepentimiento valora profundamente la reconciliación con la iglesia y con los hermanos en la fe. Esta es una prueba clara de que está verdaderamente reconciliada con Dios.

